Jurasic Park: El imposible revival del especifismo
–Crónicas de encuentros y desencuentros desde un (Primer) Congreso Anarquista en México
Lo enterraron, pero durante toda la noche fúnebre, desde las vitrinas iluminadas, sus libros, colocados de tres en tres, lo velaban como ángeles de alas desplegadas y semejaban, para el que ya no existía, el símbolo de su resurrección.
Marcel Proust
Más allá de la muerte se vive (…) y desde ultratumba los espíritus dominan nuestras vidas y eligen nuestro destino (…) son los fantasmas que moran entre nosotros (…)
Allan Kardec
Aclarémoslo con fuerza y desde el principio para evitar malentendidos: aquí, no pretendemos descalificar los esfuerzos organizativos del denominado Primer Congreso Anarquista de México ni atacar a sus organizadores, tampoco tratamos de desconocer las verdaderas motivaciones y objetivos que dieron lugar a tal evento, todavía menos se intenta obstruir el periplo que comienzan desde tan nebuloso puerto. Simple y llanamente se desea situar nuestra reflexión en el espacio insoslayable del debate.
No cabe duda que al viejo Marx le asistía la razón en aquella precisión que hacía de Hegel, afirmando que: cuando la historia se repite, transforma en comedia aquello que fue tragedia alguna vez. Sin embargo –ahora que traemos a colación esta meditación marxiana– no seríamos enteramente justos si no dejáramos constancia de que no tod@s l@s participantes en dicho Congreso apostaban a la repetición y, mucho menos, optaban por la comedia. La presencia de una miríada de jóvenes compañer@s, hart@s pero decidid@s, constatan lo anterior, en clara oposición a la visión regresionista –consciente o no–, al sentimiento nostálgico y a la vocación espiritista que emergía del ambiente.
Es claro que ha llegado la hora de discutir algunas nociones clave y la de “anarquismo organizado” seguramente es la principal, ya que de ella emana la complicada ramificación que hoy nos ocupa con sus respectivos rótulos de especificidad al interior del especifismo. Para quienes conocemos desde adentro el largo camino de desvirtuación del período de ideologización del anarquismo, es inevitable encontrar numerosos puntos de contacto con lo que está ocurriendo en nuestros días. Es por eso que toda esta moda en torno al “anarquismo organizado” –ya sea de “síntesis” o “especificista”– no es percibida como una operación teórica de elaboración original sino como una operación política de acercamiento con sectores del anarquismo “oficial” y del “anti-capitalismo” difuso. No fue casual la presencia de representantes de una que otra sigla, como actores estelares del conocido elenco de organizaciones ficticias.
Con todo, hay dos diferencias respecto a lo que ocurría hace medio siglo atrás. Habría una primera diferencia que hoy presenta rasgos más negativos y es que aquella debacle fue apenas un movimiento propio de repliegue y la rearticulación del anarquismo luego de la derrota del anarcosindicalismo español y, curiosamente, sin lograr ejercer irradiación alguna; mientras que hoy, estamos frente a un fenómeno que se ve en Argentina, en Chile, en Bolivia, en Brasil, en Ecuador, en Perú, etc. –Destacan por pomposos y ridículos, un par de ensayos recientes: resurrección de la FACA (Federación Anarco Comunista Argentina) y el delirio intergaláctico de la OPAR en contubernio con una escuela de samba protoleninista– Pero la segunda diferencia ya presenta rasgos a asumir de modo más optimista puesto que la intención es sencillamente caricaturesca: no existe realmente –con peso específico notorio– ese “anarquismo organizado” que aluden y lo único que se percibe en ese campo es un remedo penoso, esquemático y panfletario que no sabe a dónde ir y por lo tanto, se aventura a la comedia. Lo más triste es que esto, ni a comedia llega, es un culebrón de mal gusto y sin audiencia, que se elabora a manera de libreto alejado de la realidad concreta en el marco de la más ferviente tradición de las taranovelas de Televisa. Desde luego, como siempre pasa en el ámbito de la ficción, ya comienzan a hilar la trama del próximo capítulo. No es accidental la instalación del rústico e improvisado quirófano ni las estrambóticas estructuras a la espera del rayo del renacimiento que eche a andar al cadáver. Ergo: la resurrección de la FAM (Federación Anarquista de México).
No podemos decir que estamos decepcionados, ello implicaría cierta expectativa. Pero si hemos de confesar un profundo dolor. En lo más hondo. Hace largo rato habíamos abandonado la congresitis crónica, la reunionitis congénita; hace tiempo añejo decidimos huir hacia adelante donde no nos alcanzara el fétido olor a ideología, donde el número no comprometiera la propuesta, donde no se impusiera el anarquismo, donde se viviera la Anarquía. Por eso, nos causó un enorme pesar ver a compañer@s recurriendo a las mismas prácticas miserables que tanto han criticado en el pasado, echando mano de la tergiversación, de la inducción, del manoseo, para acomodar las relatorías y propuestas a un guión previamente elaborado. No hubo alternativa: cuando detectamos que el timón estaba amarrado nos lanzamos al agua. Justo antes que se abriera la plenaria –y tuviéramos que escuchar una danza pregrabada pero pretendidamente compuesta a partir de nuestros acordes– nos retiramos. De no ser así no quedaba más opción que recurrir de nueva cuenta a la nota discordante, al disparo ensordecedor en el concierto. Preferimos hacer mutis. De lo contrario se hubieran exacerbado más los ánimos y no, no vale la pena continuar contribuyendo a la leyenda negra. Definitivamente, fue tan enérgica la invocación que se apersonaron los espíritus. Sólo que ante este aluvión de ánimas fue imposible pasar revista para controlar “tendencias” y evitar agendas a todas luces contradictorias. Era la hora de los muertos. De repente escuchamos el eco de un bastón y la voz temblorosa de Fidel Miró ordenando alzar las anclas y emprender, una vez más, el viaje en círculo: la eterna y tortuosa travesía hacia ningún lugar.
Gustavo Rodríguez.
México, a cuatro de mayo de 2011.
Un texto que fue enviado y que el congreso no quiso difundir!!!!
Saludos al Primer Congreso Anarquista de México. Nos presentamos como individuos que, al compartir las inquietudes que abajo les explicamos, nos hemos dado cuenta de que éstas son compartidas por compañerxs de otros lugares, implicadxs, al igual que nosotrxs en la lucha pública o abierta y también en la clandestina o insurreccional, siendo por esta razón que preferimos comunicarnos por escrito con el fin de salvaguardar nuestro anonimato, no por cobardía, sino por propia seguridad.
A continuación, el texto que nos gustaría leyesen íntegramente dentro (y no al final) de la sección que consideren más indicada en la sesión del sábado 30 de abril. Por ello su brevedad.
Un fraterno saludo
Nos presentamos como individuos de diversos lugares del país implicadxs en distintos colectivos anarquistas y grupos de afinidad e iniciativas anarquistas insurreccionalistas que, por conservar nuestro anonimato y seguridad, les acercamos por escrito una percepción que hace tiempo estamos observando y padeciendo al vernos en ambos tipos de lucha.
Con el tiempo se está evidenciando una fractura entre estos dos tipos de lucha anarquista, pudiendo escuchar de algunos de los autodenominados insurreccionalistas a los no-insurreccionalistas que son reformistas, anarquistas de salón, fresas, burgueses, acomodados, populistas, que su lucha (actos públicos, publicaciones, charlas,…) realmente no son luchas. Mientras, los autodenominados anarquistas a secas tachan a los insurreccionalistas de violentos, inmaduros, cobardes, sin ideas elaboradas, justificando por ello la represión del Estado (siempre presente, tanto si hay acciones insurreccionales como si no) y subordinándolos a la auto-censura al no poder argumentar por conservar su anonimato.
En ocasiones se ha caído en la grave contradicción de argumentar que lxs insurrectxs han venido a “cagar nuestro movimiento anarquista”. ¿Cuál movimiento? ¿Movimiento de quien? ¿Quién tiene la patente del anarquismo en México?
Nosotrxs a su vez creemos que la crítica es muy valida y necesaria para que la lucha avance en un sentido objetivo, pero entre la critica y la criminalización, la marginalización o el señalamiento hay una diferencia abismal.
Se contempla pues, en ambos, una actitud autoritaria de vanguardia ideológica capaz de juzgar, incluso públicamente, qué y quiénes son o no anarquistas, una apropiación del movimiento, convertido en objeto de propiedad y reivindicación por sus autorxs y el objetivo de reforzar unas siglas, una imagen, un ego; una sutil exigencia de posicionarte conmigo o con lxs otrxs, reduciéndolo todo a 2 elecciones que parecen imponerse en el imaginario colectivo; la marginación y desprecio directo e indirecto hacia quienes son del “otro bando”.
Como consecuencias vemos que se corrompe la lucha en divisiones y enfrentamientos absurdos, continuos chismes en internet y de boca en boca, falsa solidaridad e hipocresía entre compañerxs, innumerables colectivos de distinto nombre pero formados por las mismas personas, que suelen ser un grupo muy reducido o incluso individuos, un gran sentido de competencia y tanto entre colectivos como entre grupos de acción, publicaciones y reivindicaciones de gran prepotencia, la prevalencia de problemas personales por encima de las acciones, egocentrismos, surgimientos de vanguardias libertarias que creen poseer la verdad… Es decir, debilitamiento de un movimiento anarquista que más parece estar estático y de una lucha más ficticia que real, impidiendo pues su efectividad.
Como alternativa, proponemos acabar con el posicionamiento irracional; contemplar la lucha insurreccional y la pública como parte de un todo, tal y como ha sido siempre (¿no es hipócrita idolatrar a Magón, Zapata o Praxedis Guerrero y luego criminalizar a los insurreccionalistas de hoy día? ¿no es hipócrita criticar las manifestaciones, concentraciones, charlas y talleres a través de los cuales nos conocemos y nos introdujimos en la lucha?); reconocer las diversas trincheras, las cuales necesitan estar en contacto, coordinadas; ver al “otro” como un “nosotros”, integrándonos como compañerxs, no como enemigos internos, dejar de andar acusando arbitrariamente de infiltradxs y policías a cualquiera que tenga un discurso firme; sacar publicaciones y material que no sean única y estrictamente sociales o insurrecionales, sino mezclar sus aportaciones, pudiendo ver ambos aportes conjuntamente; ser conscientes del vínculo común y su importancia; hacer de la fraternidad algo vivencial y Constructivo, más allá de un mero concepto teórico.
Y si todo esto no nos convence o creemos que debe ser el otro bando quienes deban dar el primer paso, tal vez tengamos que debatir directamente y sin hipocresía lo que ya advertían unxs compañerxs: ¿somos compañerxs o no somos compañerxs? ¿Estamos contra el estado o no lo estamos? Contra el poder y por la construcción-destrucción no debe de haber mediación. ¿Deben la lucha pública, abierta y social y la clandestina, insurreccionalista y de acción directa ir por caminos separados e independientes? Nosotrxs, por supuesto, no lo creemos.
Algun@s individu@s Anarquistas Revolucionari@s Insurreccionales.
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