miércoles, diciembre 13, 2006

Sobre la muerte de Pinochet



Si Pinochet hubiera muerto fusilado en un paredón de la clase obrera, o ajusticiado por un comando de incontrolados, y hubiéramos disfrutado de ver su sucio cuerpo colgando en la plaza de armas, celebraríamos embargados por la alegría. Pero no fue así, el tirano se murió de viejo. El que un genocida tan nefasto como Pinochet no sea aniquilado por la ira proletaria, demuestra las debilidades presentes de nuestra clase en la actualidad, debilidades acentuadas por todo el discurso reformista y ciudadano, que llama a confiar en la justicia burguesa, la misma que interrogaba al tirano cómodamente en sus mansiones, al mismo tiempo que manda 10 años a prisión a un proletario que asalta un microbús. Pero así están las cosas, por ahora. En todo caso, el constatar las debilidades presentes de la lucha de los explotados, no nos hace olvidar que este año hemos visto una afirmación de las luchas proletarias en chile, y un rápido desgaste del cuarto reich de la concertación.

Al final, todo el Estado se cuadró detrás de uno de los suyos, dándole honores militares a uno de los jefes del más brutal terrorismo de estado, velándolo en capilla ardiente cuando el más mínimo sentido de justicia llamaba a arrastrar su cadáver por la Alameda. Y la iglesia católica condenó de antemano cualquier desmán, poniéndose una vez más del lado de los verdugos, por más que le pese a los viejos cristianos de base. La iglesia no es una institución para radicalizar por abajo o dividir, sencillamente hay que destruirla.
Con respecto al reformismo, simple fracción de izquierda del capital, la muerte del tiranuelo les ha servido para tratar de llevar agua al viejo y casi seco molino del más rancio antifascismo, tratando de repolarizar a los oprimidos en la supuesta contradicción dictadura - democracia. Pero esa dicotomía es falsa, puesto que tanto la dictadura militar como la democracia (con o sin los llamados "enclaves autoritarios") son las dos caras de la misma moneda: la tiranía capitalista contra la humanidad explotada.
Pero tras la fiesta ciudadana en la tarde en el centro, con las banderas de la DC y del PPD y del PS y del P"C" y la nauseabunda banderita chilena, hermanadas en las celebraciones pacíficas, los incontrolados se tomaron las calles de Santiago, y los proletarios asaltaron tiendas, levantaron imponentes barricadas y lucharon directamente contra la represión, y la lucha se extendió en el centro y en los barrios periféricos hasta altas horas de la madrugada (en la capital y en otras ciudades del país), con autos incendiados y la alegría de los saqueos y el vandalismo. Una vez más una explosión del proletariado sorprendió a todos los que hablan de tribunales, de reconciliación, de juicio y castigo dentro de los márgenes del derecho burgués. Sorprendió a todos los periodistas imbéciles que hablan de "adversarios", "detractores" y "opositores" a Pinochet, cuando de lo que se trata en las revueltas es de tomar un poco de la vida que este sistema nos arrebata cada día. Sorprendió a todos los que se llenan la boca con el final de la vieja lucha de clases o anuncian desde hace años la muerte del proletariado.
Y a los que esperan una violencia ordenada y dirigida por tropitas leninistas que sigan esperando sentados, porque la revuelta es caótica, reproducible y contagiosa. Y se estrella contra todo lo que nos convierte en esclavos.
Ya llegarán lo días alegres de ajustar cuentas con todos los verdugos y torturadores, encubridores y simpatizantes, los que hacían el saludo nazi frente al hospital y la escuela militar o los demócratas pusilánimes, pero que nunca son pusilánimes para condenar a los explotados. Y a los que hablan de reconciliación, siempre dicen eso como una meta a cumplir entre los políticos, pero la clase política ya está reconciliada hace años, de derecha a izquierda. Todas sus querellas son un show mediático, otra falsificación más, propia de la sociedad del espectáculo y la mercancía. De lo que hablan en realidad es de la reconciliación de clases, y eso no lo han logrado ni lo lograrán jamás.
Arderá junto con ellos en las barricadas.

¡QUE LA MEMORIA HISTORICA SEPULTE A LOS QUE CONDENAN LA VIOLENCIA PROLETARIA!

Contra la "Piel de Jaguar" y por el Efecto Leopardo






Hace pocos años atrás, en la década de los 90, hubo un más o menos visible "crecimiento económico" de la miseria habitual, medido según los parámetros técnicos de las ciencias burguesas. En esos años se habló de que Chile era un Jaguar para compararlo con el fenómeno de los tigres asiáticos (Taiwán y Corea del sur) con los que babeaban los intelectuales sistémicos, todos los despreciables predicadores del supuesto chorreo del capital. Así la analogía con el jaguar era más latinoamericana, y situaba a Chile como un fenómeno singular. Bastó la crisis asiática de fines de la misma década para enviar toda esta cháchara al basurero del que nunca debió haber salido. Pero antes de la evidente debacle, algunos intelectuales que posaban de críticos con el sistema, comenzaron a "cuestionar" el supuesto papel de jaguar y sus imaginarias bondades para con los proletarios, a los que ellos pudorosamente llamaban (y siguen llamando) los pobres o el pueblo. De ahí surgieron obritas como el aburrido libro seudocrítico "Anatomía de un mito" del socialdemócrata tomás moulian, o el documental "La sombra del Jaguar", joyita de "culto" entre los estudiantes seudoradicales de entonces. Bueno, como decíamos luego vino la crisis asiática, el efecto del hundimiento de la economía en Argentina ( y su fruto más hermoso, las revueltas del proletariado en la explosión de diciembre de 2001) y ya resultó insostenible hablar aunque fuera cínicamente de las bondades del llamado neoliberalismo, lo que también le quitó el piso a todos los modernistas que supuestamente lo atacaban, teniendo que volver todos ellos al redil de la socialdemocracia o del estalinismo que nunca abandonaron del todo (un caso patético de esta bancarrota total de los intelectuales de la oposición leal al sistema es el ya nombrado moulian, ex-escritor de best sellers quien apenas ocupa hoy un miserable nicho en la escena académica). Pero hace poco un puñado de periodistas progres ha vuelto con el discurso "crítico" contra el dichoso jaguar que sólo ven ellos y los apologistas del capitalismo contemporáneo, en un programa de TVN llamado precisamente "La piel del jaguar", que es una supuesta mirada inconformista a la realidad nacional actual.
No acostumbramos aquí hablar nunca de los programas del deplorable espectáculo televisivo, pero de este en particular queremos decir un par de cosas. Más allá de lo pobre hasta la inexistencia de la mirada escrutadora de estos progres imbéciles, una de sus últimas emisiones fue sobre el problema mapuche, es decir la visión más superficial de todo el conflicto indígena, de la lucha de los proletarios contra los capitalistas en el campo de la novena región y otras zonas del sur del país. El programa en cuestión fue denigrante hasta la nausea: ponían una musiquilla imbécil de películas de vaqueros o tomada prestada de Kill Bill cada vez que mostraban a los mapuche, quedando en evidencia un miserable afán de ridiculizarlos como si fueran los indios de un film estilo western, o peor aún los ponían en pie de igualdad con los terratenientes de la zona, los que sollozaban como la despreciable escoria humana que son. La dignidad de los presos mapuche y de los voceros, lonkos y activistas perseguidos logró sobrevivir apenas con toda la parafernalia musical y la edición que lo único que buscaba objetivamente era denigrarlos. Es una pena que los compañeros clandestinos se dejen contactar por estos periodistas, de los que no nos extrañaría que entregaran los antecedentes de sus reuniones a sus amigos de la policía ("total, si estamos en democracia y esta es la policía de un Estado de derecho", son capaces de decir estos hippies del barrio alto). Pero bueno, no es nuestra intención criticar a nuestros compañeros mapuche, sino denunciar el rol de falsos críticos que venden todos los periodistas progres, a los que apenas les alcanza para ser realistas pedidores de reformas y más equidad, y se lo piden a su gobierno que los tiene asalariados. Qué independencia la de estos profesionales de la mentira, ¿no? Que aborrecible su pretensión de objetividad, mostrando al mismo tiempo "todas las visiones de la diversidad" con la que tanto rebuznan. Como si se pudiera poner en un mismo plano a los capitalistas que cuidan sus propiedades con escuadrones paramilitares cuando la policía y los tribunales y los malditos fiscales no les alcanzan; y a los proletarios mapuches contra los que el Estado racista y la economía lanza todas sus fuerzas para arrebatarles sus tierras, su historia y hasta su idioma, para luego entregarles todo formateado en algún código con deberes y derechos, o en un software en mapudungun. Toda la prensa cumple la misma función de mistificar la realidad y fabricar opinión pública, sean los fascistas asquerosos del diario el mercurio, o los mierda buena onda de la nación domingo. Que quede claro eso sí que no estamos planteando tampoco victimizar a los compañeros mapuche, sino como prensa revolucionaria difundir todas las acciones de los sectores más radicales, que atacan a sus/nuestros enemigos con la acción directa, las ocupaciones de tierras, y afirmando su combate, logrando aunque sea fragmentariamente imponer el terror rojo de los explotados contra los explotadores, contra la violencia permanente del capital.
A final de cuentas, los jaguares y los tigres son animales bellos y salvajes que nada tienen que ver con las seudoteorías aburridas de los economistas, los sociólogos y otros "expertos". Y los comunistas debemos abogar por el efecto leopardo, defendiendo -con las palabras y los hechos- cada mancha que surja del conflicto social, para ayudar así a que se multipliquen estas manchas sobre los territorios. A medida que se profundicen y se radicalizen las actuales luchas separadas que emprenden distintos sectores del proletariado en Chile, en Oaxaca, en Irak y en tantas otras zonas del mundo, y nos acerquemos a un movimiento más generalizado de subversión de las actuales condiciones de existencia, se irá profundizando más también una visión unificada del capitalismo actual y de sus mecanismos de dominio, y una crítica consecuente y destructiva de los mismos, del Estado, del capital y de todos los falsos rivales del sistema, simples opositores formales, funcionales a él. Y entonces cada vez más revolucionarios entenderán que los periodistas progres también son enemigos y hay que pasarlos por la crítica práctica implacable que acabará con todo lo existente. Lo que en el caso particular de los imbéciles que aquí nos ocupan, significa lisa y llanamente pasarlos por las armas.