domingo, marzo 31, 2013

Novedades: perros del Estado se desesperan por no encontrar a Hans: ¡vuela libre hermano!


Por HNDL

Después de ensañarse con los parientes de Hans, como hace todo buen policía cuando ha sido humillado dado que no puede ir y lloriquear frente a las cámaras, ahora la Narco Sur y sus fieles sabuesos sin olfato de la Hinteligencia Policial insisten en declarar rebelde a Hans para que no haya juicio y quede clandestino para siempre.
Este jueves a las 11, a solicitud del Fiscal Héctor Barros, antaño fiel escudero de Jalandro Peña, se volverá a discutir la declaración de rebeldía y sobreseimiento temporal, teniendo como nuevo antecedente los resultados negativos de los allanamientos del 23 y el 25.

*¿Quién es Barrito y por qué nos resulta un sujeto tan despreciable?*

Barrito era la mano derecha de Peña en la Fiscalía Narco Sur, pero como hombre prudente que es (o más que su Jefe, lo que no en verdad es mucho decir) él no se subió al barco del Ministerio de Seguridad Pública (del Interior), sino que mandó ahí a su querida esposa (esperemos que la trate mejor que como el Zar del Jale trataba a la suya) a Interior, y él se quedó trabajando ahora con Sacoepelotas Guzmán en dicho Excelso Pilar del combate Antiterrorista librado hidalgamente por el Estado de Chicle.
Antes y después, se trata de un típico fiscal/paco: mediocre, tonto, pero hinchapelotas en lo que se trata de hostilizar a quienes sus jefes les señalan como enemigos (o presas).
Tan mentiroso como Peña y cualquier fiscal promedio, dijo en su momento - cuando quedó a cargo de ese antro de hijos de puta-, que las casas como la Sacco y la Crota eran “centroa de fachada” de la asociación ilícita:
“ellos señalaban que las casas okupas tenían como finalidad ser bibliotecas, y el dinero que poseían era para financiarlas. Pero en estas viviendas no existían ni tales bibliotecas, ni libros. Sí había, por ejemplo, posters. Para mí es importante, porque le puedo decir al juez que la teoría del caso de ellos es que aquí opera una biblioteca, pero resulta que no incautamos libros, incautamos esto”. (“Fiscalía Sur se va de queja contra juez por cas bombas y advierte: ‘todos los grupos terroristas se defienden con el montaje’”, La Segunda, viernes 6 de mayo de 2011)
Pueden informarse más sobre el proceder usual de estas sabandijas en el libro de Tania Tamayo. Para muestra un botón:

I.-

Los detalles finales de los allanamientos del sábado 14 de agosto se cocinaron en la sala de reuniones de la Fiscalía Sur de la Región Metropolitana, a un costado de la oficina del Fiscal Regional, en el sexto piso del edificio de Gran Avenida. Ese viernes 13 era un día especial para Alejandro Peña. Citó a todo su equipo y a los agentes de la policía, especialmente de la Dipolcar, para coordinar el operativo del día siguiente. Todo debía salir impecable, estaba ante el caso de mayor trascendencia de su vida.
Para la hora del almuerzo, Peña convocó a los fiscales Emilfork, Rojas, Sabaj y Vergara. A algunos les dijo, muy formalmente, “necesitamos de tu comparecencia (…) No lo puedo comentar ahora, pero es importantísimo. Cuento contigo entonces”. Sólo Héctor Barros se excusó. Y es que con él había trabajado paso a paso y a puertas cerradas los hitos del operativo durante los dos meses que estuvo al mando de la investigación, algunas veces con la presencia física o por teléfono del ministro Hinzpeter.
Tras varias horas de reunión, ya después de las 18:00 horas, los fiscales tenían afinado cómo debían proceder. Frente al equipo encargado de la investigación del Caso Bombas se desplegaba un gran papelógrafo de casi dos metros, con una serie de imágenes impresas digitalmente. Éstas incluían fotos de los sospechosos, sus familias, sus casas y las calles donde vivían. También estaban marcados ahí cada uno de los bombazos investigados, las ramificaciones de la supuesta asociación ilícita. Casi todos los futuros detenidos fueron incluidos en él. La excepción fue Vinicio Aguilera y Diego Morales, para cuya detención jamás existió orden alguna.
Esa tarde también se habló de los mecanismos para proceder al día siguiente. Peña insistió que todas esas instrucciones debían quedar en la más pura reserva. Todo estaba listo para ponerse en acción la madrugada del sábado, por lo que se les pidió estar atentos a sus teléfonos celulares.
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II:_

Ahí, junto a la Fiscalía Regional, estaba sólo Sylvia Delgado, que era la directora ejecutiva de la Sur, pareja del fiscal Héctor Barros, y quién hoy se desempeña en la unidad de Orden Público del Ministerio del Interior junto a Alejandro Peña.
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III:_

A Peña le gustaban los diarios, donde tenía periodistas de confianza, uno o dos en cada medio (Patricio Carrera en La Tercera y Pedro Lazaeta en El Mercurio eran los favoritos), quienes publicaban sus trascendidos y le hacían entrevistas cuando la Fiscalía las pedía. Esta situación no cambió con el Caso Bombas: La Tercera y El Mercurio son los mismos medios que entregaron los trascendidos, el material secreto de la investigación y los avances de la BIPE y la Dipolcar con las líneas investigativas respectivas.
En esos mismos diarios había sido él quién había puesto de moda la suma de los años de presidio para los inculpados en recuadros o infografías: 220 años, 300 años, 400 años sumaría ésta u otra banda; 200 y tantos años de prisión pedía la Fiscalía Sur en los reportajes para cuando, por ejemplo, los sospechosos eran más de 20. Aunque si se separaba las penas, los años por cada inculpado no eran tantos, la suma global sonaba imponente.

En los primeros momentos como Fiscal Regional su brazo derecho fue Pedro Ortustheguy, el primer fiscal jefe de Chile, quién fue traído desde Coquimbo en el 2003 a cargo de las coordinaciones con el Servicio Médico Legal, el Ministerio de Salud, y las policías. Sus otros cercanos fueron: Héctor Barros, Marcos Emilforck, Pablo Sabaj, Juan Pablo Buono Core y el joven Francisco Rojas. Una especie de cofradía donde se protegían de los enemigos de otras fiscalías, de los funcionarios no tan amigos y de rumores de líos de faldas ocurridos con frecuencia y justificados por los “largos turnos” que pasaban a cargo de sus unidades.

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