Ese miserable carlos pérez, esos miserables reformistas.
“No importas tú, ¡importa tu impostura!...”
Pablo de Rokha
Nota de los Editores: el texto que leerán a continuación fue escrito originalmente tras las luchas del 11 de septiembre de 1999, cuando uno de los hitos más destacados de esas jornadas fue el exitoso ataque con bombas molotov contra un paco de fuerzas especiales en las afueras de la universidad privada Arcis, realizado por encapuchados (la secuencia fue incluso captada fotográficamente). A raíz de esta acción, se desataron los gritos histéricos del Estado, las organizaciones oficiales de derechos humanos y los intelectuales de izquierda. Y en el Arcis se inició una verdadera caza de brujas. Una de las cabezas visibles de dicha campaña de persecuciones fue el contrarrevolucionario carlos pérez, quien trató de darle respaldo “teórico” escribiendo el documento “Apuntes sobre ultraizquierdistas”. De este miserable personaje que invitaba a delatar a los estudiantes subversivos, se encarga de dar cuenta este panfleto. El tal carlos pérez se las sigue dando de prohombre de izquierda “revolucionaria” e intelectual, con sus cátedras abiertas, sus libros (como “Proposición de un marxismo hegeliano”, de 2008, sus intentos de redactar una historia de la danza y otras obras de su faceta de escribidor asalariado) y sus pololeos con el anarquismo, como su invitación a actividades como el congreso de la hermenéutica anarquista. En 1999 los compañeros presos políticos lo denunciaron y expulsaron de los espacios solidarios. Hoy los militantes de las actuales luchas debemos hacer lo mismo.
Con respecto a los profesores y la directiva del Arcis, sus maniobras para tratar de manipular o bajar la toma del año 2006, que un grupo de estudiantes realizó en esa Casa de estudios, incluyendo la utilización de grupos de choque de las juventudes “comunistas” para desalojarlos, los pinta de cuerpo entero. Pero no sólo eso, debemos enumerar otras proezas de los antifascistas que dirigen el Arcis: expulsión de trabajadores y otras prácticas de amedrentamiento, y recientemente una campaña de expulsión de estudiantes, y delación pública de sus nombres por ser supuestamente encapuchados que recordaron con lucha (no con lágrimas) el Día del Joven Combatiente. Organización de retractaciones para que los acusados pidieran excusas públicas y se arrepintieran de actos que no cometieron, al más puro estilo de los procesos de Moscú a escala microfísica. Debemos toda esta ejemplificadora labor del reformismo en los espacios locales donde ejerce una parcela de poder, a carlos margotta (que fue abogado de los presos políticos en dictadura) y andrés pascal allende (ex-jefe del MIR y de la Resistencia, y desde hace años empresario), rector y vicerrector respectivamente de esta casa de estudio, universidad privada-mercancía que se vende como pluralista y democrática. Como decía muy bien un compañero refiriéndose a estos militantes de la izquierda chilena, “Quienes ayer hablaban de la gloria del socialismo, muestran hoy que su discurso nunca fue más que una burda excusa para convertirse en hombres de negocio, de Estado y policías. En realidad su socialismo nunca fue muy distinto al Estado fascista y a los peores estados burgueses liberales”. Sólo nos queda agregar que lamentamos que el militante Dagoberto Pérez haya muerto combatiendo para asegurar la fuga de andrés pascal, en una parcela de Malloco, allá por los años 70.
Este texto apareció en el primer y único número de la publicación "Autonomía y Revolución" (en 1999) y en el número 1 de la Rojoscuro (mayo 2001). La versión que aquí publicamos tiene varias modificaciones en la redacción, básicamente para erradicar cierto tufillo a análisis sociológico, a extrema izquierda universitaria, que algunas partes despedían. Debemos señalar que dichos cambios cuentan con el total apoyo del autor del panfleto original.
Sobre ultraizquierdismo, terrorismo y fascismo de izquierda: Aclarándoles las cosas a los reformistas, burócratas y pacos rojos.
1. A raíz de la quema de un paco de Fuerzas especiales por una molotov, en los
sucesos ocurridos en el Arcis a principios de septiembre, se ha desatado en dicha Universidad privada una verdadera caza de brujas contra los encapuchados alentada por Rectoría ante las presiones del Estado. Muchos funcionarios y profesores han lanzado la consigna de "Yo doy la cara", y los sempiternos intelectualoides de izquierda han querido darle un carácter más teórico a su debate contra la ultraizquierda, debate donde ellos, profesores, tienen una cuota de poder que no dejarán de usar contra los estudiantes rebeldes y revolucionarios. Eso será así en cualquier universidad, como ocurrió en el Pedagógico tras la lucha callejera del 29 de marzo pasado (Día del Joven Combatiente). Ahí, rectoría y varios académicos y estudiantes se dieron la mano con los periodistas del diario La Segunda (aliada de la inteligencia policial) para atacar y difamar a los jóvenes encapuchados. Lo que revuelve el estómago (en realidad, no deberíamos asombrarnos) es que esto pase en una universidad que se declama progresista y plural, y la caza de brujas sea una política institucional. Más aún, que filósofos que posan de revolucionarios lancen toda su furia bíblica contra los que ellos declaran terroristas, por el hecho de ejercer la justicia de la molotov.
Siempre en estos casos se caen las caretas. Y más allá de la polémica puntual, casi a nivel local, esto reaviva el viejo y añejo debate del reformismo contra la extrema izquierda revolucionaria. Las mismas rituales citas de "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo", de Lenin, lanzadas contra los revolucionarios por seniles reformistas, que repiten argumentos gastados, llenos de moho, vacíos de tanto uso.
Fue lo que pasó, a niveles más amplios, en la década de los sesenta, cuando los burócratas del Partido "Comunista" de Chile atacaban a distintos agrupamientos proletarios organizados a su izquierda, acusándolos de "extremistas", "pequeño burgueses furiosos" y "agentes de la CIA", o tildaban al luchador obrero Clotario Blest de "colaborador de la policía chilena". ¿Por qué? Porque todos estos sectores militantes no compartían el camino electorero y, en el caso de algunas fracciones proletarias, planteaban la necesidad de la lucha armada o de organizarse fuera de todas las instituciones del Estado. La polémica subió de tono cuando grupos de la izquierda revolucionaria comenzaron el accionar armado a fines del gobierno de
Frei I. Mucho tiempo después, a fines de los ochenta, la Jota condenaba, por ejemplo, al Mapu-Lautaro por los ajusticiamientos de pacos, y daban la impresión que se trataba de niños desarmados y no de asesinos y torturadores con uniforme. Además, el FPMR había atacado alegremente, desde 1983, al perraje policial. Pero la lógica detrás de los ataques del P"C" y otros reformistas, era criticar y condenar lo que estuviera a su izquierda y no pudieran controlar, los grupos que no fueran funcionales a su estrategia de golpear un día para tener más fuerza para negociar al otro.
Hoy el problema de intelectuales y partidos de izquierda es otro: la juventud encapuchada y otros sectores incontrolados del proletariado, y los voceros de la generación derrotada no saben como explicar que fracciones intransigentes recurran al mismo tipo de acciones de enfrentamiento directo a la represión en distintas facultades universitarias, y en diversas poblaciones y ciudades de chile (¿o se les olvidó que cuando los pacos mataron al compañero Daniel Menco, estaba luchando encapuchado?). Estamos en presencia de individualidades y grupos, que se organizan para la acción directa y la lucha callejera contra la represión, en un contexto de variadas luchas sociales. ¿Qué chucha hacer con ellos? se pregunta el reformismo. El Partido "Comunista" ha adoptado la política de reprimirlos abiertamente, acosándolos en marchas y actos para que estos puedan ser pacíficos y los encapuchados no perturben la paz social que tanto necesitan para conseguir más espacios dentro del Estado.
2. En la argumentación teórica que Carlos Pérez ha levantado contra los estudiantes
subversivos en el Arcis, ha vuelto a usar un argumento descalificatorio cliché: son ultraizquierdistas. Este concepto fue utilizado por Lenin en el debate con la izquierda comunista dentro de la Tercera Internacional, a inicios de la década de 1920. Con él, condenó a los comunistas de izquierda italianos, alemanes, holandeses, y luego, a la oposición obrera dentro del Partido Bolchevique ruso (1) . Palabras mágicas: el debate se cerró atacando a los revolucionarios y clasificándolos de ultrones, de desviados de la línea correcta (encarnada, hecha verbo, en la dirección oficial), de desviación anarquista. Y el tiempo, ¿qué dijo? Los infantiles del Partido Comunista Obrero de Alemania -el KAPD o KAP- combatieron con las armas en la mano a sus opresores capitalistas en más de una ocasión (por ejemplo, en la insurrección armada de marzo de 1921). Mientras el ala derecha, los burócratas que se sentaban a la diestra de Lenin, encabezados por el tenebroso Stalin, persiguieron encarnizadamente a sus opositores, de la tendencia que fueran, terminaron de transformar a la URSS en una cárcel, y culminaron su obra fusilando a la vieja guardia bolchevique, luego de asesinar a comunistas de varios países. "Primero la calumnia, después el tiro en la nuca" denunció Víctor Serge. Frase estremecedora, que acusa a la perfección a los estalinistas, padres y modelos de las burocracias partidarias de izquierda y sus intelectuales. Sé que Carlos Pérez dice que rompió con el Partido "comunista", pero la esencia reformista se le sale por los poros. Como siempre, está más preocupado de atacar y difamar al proletariado, que de luchar contra el capitalismo (cosa que no hace en absoluto). Y ese es el sino de todos los reformistas, de todos los estalinistas reciclados. En resumidas cuentas, son parte del partido histórico de la burguesía para encuadrar a los obreros: la socialdemocracia.
3. A raíz del ataque exitoso con bombas molotovs a un paco, se acusa a los
encapuchados de terroristas. Pero analicemos mejor las cosas: ¿Qué es el terrorismo? El terrorismo tiene como característica, el sembrar el terror en una clase o grupo social. Hay terrorismo de clase, no es una cosa abstracta o independiente de quien la ejerce. El terrorismo de Estado por ejemplo, ha sido utilizado históricamente por la burguesía. Terrorismo de Estado son las masacres de población indefensa, los bombardeos para reventar a miles de proletarios, las ejecuciones de prisioneros, la tortura institucionalizada, la práctica demencial y sistemática de los detenidos desaparecidos: la dictadura militar chilena fue una maestra histórica en este "arte" de los Estados capitalistas, donde también hicieron "méritos" democracias antiimperialistas como el Estado peruano durante el Apra y Alan García (en 1986, cientos de prisioneros políticos fueron masacrados en las cárceles peruanas). "Arte" del terrorismo contra el proletariado que también fue practicado por las dictaduras capitalistas burocráticas, bautizadas como socialismos reales, que muchos de los que hoy critican a los luchadores encapuchados, apoyaron. Por su parte, los revolucionarios han recurrido al terror rojo en determinadas ocasiones: matar a enemigos en acciones comando o en actos individuales; poner bombas contra determinados objetivos, con saldo de muertes. Valoro mucho la molotov justiciera que cayó sobre un lacayo de fuerzas especiales, pero francamente creo que es exagerado catalogar ese acto como terrorismo. Terrorismo revolucionario fue apuñalar al genocida Silva Renard, quien dirigió la matanza de Santa María de Iquique; ajusticiar a Pérez Zujovic, quien ordenó la matanza de proletarios en Puerto Montt, fue un acto terrorista; terrorismo fue ajusticiar a Jaime Guzmán, ideólogo de la dictadura militar, e intentar matar a Pinochet en el Cajón del Maipo, en un heroico combate donde 5 milicos de elite mordieron el polvo. Los subversivos, el proletariado es el que debe discutir sobre la necesidad o utilidad de utilizar estas formas de lucha, pero para nada tomará en cuenta las declamaciones y el pontificar de seres pequeños tipo Carlos Pérez. Además, cuando dicen que la revolución es una guerra ¿de que mierda hablan? ¿Acaso en una guerra revolucionaria no hay muertos? Terrorismo fascista sería torturar, desaparecer a los prisioneros desarmados. Y los subversivos no se mancharán las manos con esos actos cobardes, propios de la burguesía y el Estado. Ahora, con respecto a esas agrupaciones de familiares de víctimas de la represión en dictadura, que compararon al paco quemado con lo que le ocurrió a Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana, son palabras tan miserables que no merecen ningún comentario.
4. El fascismo de izquierda es otro concepto utilizado contra los movimientos
radicales. Viene de la polémica en torno a las luchas de 1968 en Europa: por ejemplo, el filósofo alemán Jurgen Habermas lo utilizó contra la extrema izquierda estudiantil. Y hoy en este Chile posmoderno, reformistas y post "comunistas" lo utilizan contra los sectores más radicales. ¿Pero que es un fascista de izquierda? Un facho rojo es aquel que se encapucha y se agrupa sólo para pegarle a los estudiantes incontrolados que no están de acuerdo con una dirigencia estudiantil en una toma universitaria, manchando con su infamia la capucha. Fascista rojo es el burócrata académico tipo Carlos Pérez que llama a delatar a los encapuchados y los amenaza con el castigo (léase tribunales y cárcel) por sus acciones, calificadas de criminales. Eso sí, esa represión debe ejercerse "respetando el estado de derecho" capitalista, no faltaba más.
Hoy un problema grave es el de los pacos rojos y los burócratas. No sólo los funcionarios del Estado son burócratas, ni los jefecillos de los partidos en el poder. En los movimientos sociales, se gestan camarillas de dirigentes apernados, y esos también son burócratas. Y ellos se transforman en vigilantes que defienden intereses de particulares o de secta, de sindicato o federación. Y comienza el paqueo organizado. Pacos sindicales hay en actos y marchas de los trabajadores, pacos estudiantiles hay en las universidades, y pacos rojos en general hay en las movilizaciones de la izquierda.
Obviamente es condenable que un supuesto “revolucionario” le ande pegando a la gente por opinar distinto, o que en el calor de la lucha callejera alguien ataque a los que miran (verbal o físicamente) o crea que una acción es de su propiedad y reprima a otros que no comparten sus ideas. Pero eso, hasta ahora, son casos aislados que hay que combatir y erradicar. El problema principal hoy día es el policía que está dentro de la gente sin consciencia de clase, el policía adentro del ciudadano (como por ejemplo los académicos que fueron a cerrarle la puerta a jóvenes que levantaban barricadas afuera de la facultad de filosofía de la U. de Chile, lo que significaba entregarlos en las manos de la policía). Eso es un refuerzo estratégico de los aparatos represivos del Estado, un control internalizado en los poros de la vida cotidiana de la sociedad. Un peligro que los revolucionarios debemos analizar y enfrentar.
En fin, fascistas de izquierda, fascistas rojos, eran los tiranos de los Estados burocráticos llamados socialistas, que fusilaban a anarquistas, comunistas y cuantos luchadores proletarios se les enfrentaban. Y esos fachos están en el mismo lado de los reformistas y amarillos de todo pelaje, de los pacifistas que sólo condenan la violencia de los de abajo.
Nota (1): En 1919, en Moscú fue fundada por militantes de varios países la Internacional Comunista. En sus filas había revolucionarios que estaban a la izquierda de Lenin y Trotsky y la dirección bolchevique, y contra esos compañeros y sus posiciones políticas Lenin escribió "El izquierdismo, enfermedad infantil del comunismo". En 1920, el sector más radical del Partido Comunista de Alemania se escindió de esa organización y fundó el Partido Comunista Obrero. Al interior de Rusia surgieron agrupaciones como el Grupo Obrero y otras facciones más o menos organizadas, criticando la dictadura de los bolcheviques y sus medidas claramente contrarrevolucionarias. En 1922, el Partido Comunista Obrero de Alemania y otros comunistas de izquierda crearon la Internacional Comunista Obrera, llamada también en ese entonces Cuarta Internacional, ¡la que fue severamente condenada por León Trotsky!
Postdata: Para terminar, una reflexión en primera persona.
Don Carlos Pérez, usted le escribió un poema emocionado a Soledad Harambour, quien falleció de una trágica enfermedad. ¿Sabía usted que ella era una luchadora encapuchada? Hasta antes de irse de Santiago, la flaca Sole era parte de un grupo que defendía y practicaba la lucha callejera, y escribía en un fanzine que se llama "La Incendiaria" ¡¡Incendiaria!! ¿Lo sabía? Las ironías de la vida don Pérez. Con una mano le canta a una encapuchada, y con la otra le dice, junto con el Estado, fascista y delincuente. ¿Eran Claudia López, Daniel Menco, era la Soledad una fascista de izquierda? ¿Eran los proletarios que lucharon en la clandestinidad, en los años más duros de la dictadura militar, que muchas veces taparon sus rostros, fascistas de izquierda? ¿Son los presos y presas políticas de hoy, en especial los que reivindican con orgullo su militancia en la lucha armada contra el Estado, fascistas? Me enorgullece que seamos calificados de ultraizquierdistas por los amarillos, los revolucionarios de escritorio y el Estado. Así veo la distancia que afortunadamente nos separa del Poder y toda su tropa de lacayos, rastreros sin dignidad.