domingo, septiembre 02, 2012

Reflexionando En Voz Alta.


Reflexionando en voz alta.
La necesaria confrontación de ideas. Sin aplausos, pero sin silencios.

Por Gabriela Curilem

Lamento “integrarme” tarde al intercambio de ideas, quisiera haberme pronunciado antes, pero los días son todo, menos sinónimo de facilidad.
Parece ser que el tema al que hago alusión en este escrito ha pasado al olvido en la vorágine de internet, aún así, creo que hay mucho que tensionar.
Siempre he creído que la discusión depura las ideas y afirma las prácticas, invariablemente nos hace crecer. Desarrolla la inteligencia, potencia, en muchos casos, la humildad y fortifica nuestros valores. La discusión proyecta la lucha, así lo veo yo. En ese sentido es claro, lo considero un proceso beneficioso.
Pero hay códigos mínimos, diría básicos, que diferencian una discusión (aún la más fuerte) de un misil de excremento. La mierda, convertida a palabras más o menos sociológicas, no sirve ni aporta, pues solo persigue la auto flagelación, el abucheo general y/o la auto-afirmación de la sonrisa soberbia.
Recibir aquello no es grato y unx tiene varios caminos: guardar silencio, mostrar los dientes, moverse entre murmullos o responder.
Son tiempos difíciles y algunxs debemos aprender a sopesar el grado de incómoda exposición en la que nos deja el poder, con una estela de notoriedad que ningunx luchadorx busca o anhela, pues mas bien es una especie de castigo con el que desde las cúpulas de los poderosos se pretende coartar nuestros pasos y reflexiones.
Y esa exposición, que ya es indeseable, aumenta hasta límites groseros al tomar el guante y responder a una suerte de emplazamiento-insulto de un supuesto grupo de acción, Los Comandos Insurreccionalistas, que habla al parecer sin tomar el peso a las palabras y sin comprender los diversos escenarios que se atraviesan.
Quizá cegados por la soberbia totalizan la lucha a la táctica que en particular eligieron. Quizá no hubo mala intensión en sus palabras, quizá no midieron bajo el prisma del compañerismo mínimo aquello que expresan en desorden, quizá mil dardos se están entrecruzando, quizá mil cosas que no tengo por qué adivinar. Me quedo con los hechos y aún cuando arriesgo mucho, doy voz a las ideas que se originan tras la lectura del texto.
Hay una situación de desmedro evidente que intento balancear, pero claramente el asunto me es complejo, pues tengo los focos escrutadores encima y mis palabras son ligadas a una persona en concreto. Soy perfectamente consciente de las implicancias que ello pueda acarrear y lo asumo, sin lamentación.
Como ya dije, no es grato recibir tal cantidad de palabras cargadas de odiosidad, menosprecio y soberbia. Podría simplemente dejar pasar aquello o buscar la fácil salida de pensar que quienes escribieron este texto no son otra cosa que agentes de las fuerzas de orden (la siempre mal llamada inteligencia). La fuerte carga de provocación que las ideas del texto demuestran, nos lleva a preguntarnos “¿quien escribió esto?”… y de seguro, algunxs pensaron en la represión.
Pero yo elijo creer que es un texto que sale desde las entrañas de algunos compañerxs, profundamente confundidxs, pero no agentes de la represión. Es un buen ejercicio de paso, para demostrar que homogeneidad en cuanto a las ideas/prácticas de libertad no ha existido nunca.
Puede que me equivoque, es un riesgo. Como sea, mi decisión de creer que no son parte de la represión, me lleva a no mostrar los dientes y a tampoco moverme entre susurros. Pero claramente creo que hay que ser menos condescendiente que quienes ya se han referido a este escrito.
Por otra parte me parece que hay que reflexionar ¿a quiénes sirve el escrito de Los Comandos?, según mi análisis, solo saca aplausos entre quienes reciben un sueldo por neutralizarnos, entre quienes se han acomodado en la tribuna del espectador de los conflictos y muy claramente entre quienes siempre han detestado a lxs que no aceptan integrar ninguna corte de aduladorxs.
Como me resulta tan odioso otorgarle satisfacción al enemigo, me bebo el trago amargo de los insultos y me centro en lo planteado, es un esfuerzo, pero creo que es necesario hacerlo, en función de un objetivo mayor: depurar las ideas de confrontación al poder.
No niego que es tentador responder en el mismo tono que recibí y de paso así, sacar las garras hacia todos los sectores que sonrieron complacidos ante el gesto del texto. Pero aquello a la larga, solo beneficiará a los mercenarios del poder y a la consolidación de la cultura de los poderosos.
Así entonces y limpiándome el escupo de la cara, creo que hay asuntos de fondo que analizar.
Aclaro que no busco entrar en un diálogo con quienes escribieron el texto, no me interesa y de ninguna manera me beneficia, tampoco pretendo utilizar este espacio para simplemente lanzar bravuconadas (de eso ya ha habido bastante), ya lo he dicho y lo recalco, quiero centrarme en las ideas. Tengo que citar el texto o a quienes lo escribieron como punto de despegue y en ningún caso como forma de exponer a sus autorxs.

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