El DI ('Defensa Interior') y la resistencia libertaria contra el franquismo
(N. de R. Es muy común en el mes de julio, alimentar el fuego de la memoria rebelde con la publicación de textos sobre la guerra civil española (1936-1939). Aprovechamos entonces la ocasión para difundir este texto sobre la resistencia armada a la dictadura militar franquista, en los años 60. El escrito se centra en las vicisitudes de la resistencia libertaria, pero está totalmente alejado de la mitología oficial de la CNT-FAI.)
Por Octavio Alberola
Por razones generalmente partidistas, la resistencia libertaria contra el franquismo ha sido frecuentemente olvidada en la historiografía del antifranquismo. Pero este “olvido” es aún más notorio en el caso de la resistencia libertaria de los años sesenta, por ser en esos años cuando los libertarios intentaron organizar y poner en marcha su proyecto resistencial más consecuente, el DI (“Defensa Interior”), y cuando sus acciones obtuvieron mayor repercusión internacional.
Efectivamente, al reactualizar la lucha activa contra el franquismo y la presencia del anarquismo, el DI fue el blanco de todos los que, inclusive entre los libertarios, no veían con buenos ojos una reactualización que ponía en evidencia su inmovilismo o que contrariaba sus planes y objetivos políticos.
No es de extrañar pues que coincidieran tantos intereses en ocultar la historia del DI y que por ello ésta sea hoy en día, hasta en los propios medios libertarios, tan poco conocida. Un desconocimiento que, gracias a la reactualización del caso Granado-Delgado en el marco del actual proceso de recuperación de la memoria histórica, está comenzando a ser paliado. No sólo porque al hablar de este caso se ha tenido necesariamente que hablar del DI, sino también porque las nuevas generaciones de militantes y de historiadores están demostrando un gran interés por descubrir la resistencia libertaria de esos años, que tantos intereses coincidieron en ocultar.
Este interés exige pues un deber de información de parte de los que podemos aportarla. Y esto es lo que me han pedido hacer hoy aquí; pero, antes de hacerlo me parece necesario hacer algunas puntualizaciones sobre el franquismo y el antifranquismo, desde el final de la guerra hasta 1960.
EL FRANQUISMO
Con el pretexto de restablecer el orden, los militares facciosos se sublevan en 1936 contra el gobierno de
Franco es uno de los generales comprometidos en la conspiración y uno de los primeros en sublevarse; pero es gracias a una serie de circunstancias (Sanjurjo muere en un accidente de aviación al regresar a España y Mola encuentra muchas dificultades en el norte) que consigue ser nombrado Generalísimo de los Ejércitos y Jefe del Gobierno faccioso por
El franquismo, ese régimen que dura hasta la muerte de Franco, no es otra cosa que la alianza tradicional entre caciques, curas y militares, aunque adaptándose a los aires de la época, adopta el ropaje y el ceremonial fascistas de
El objetivo de estos poderes es simplemente imponer una dictadura que garantice sus privilegios, una dictadura dispuesta a reprimir toda forma de protesta popular, intransigente e implacable con los sectores sociales que habían querido reformar la sociedad española y más aún con los que habían intentado transformarla revolucionariamente.
El franquismo no sólo es un régimen que no reconoce ninguna de las libertades fundamentales (de reunión, de organización y de expresión), sino un régimen inquisitorial, implacable en la vindicta y en la represión de todos cuantos se atreven a reclamar esas libertades. Entre 1939 y 1944, la represión franquista alcanza sus niveles más altos de brutalidad y las víctimas se cuentan en cientos de miles. Sólo cuando sus padrinos Hitler y Mussolini son derrotados, Franco hace una “pausa” en su política represiva; pero esta “pausa” es corta, no dura más que el tiempo necesario para que el Caudillo pulse el sentir de los Aliados sobre la continuidad de su régimen. Después, a medida que las connivencias de las Potencias “democráticas” con Franco aumentan y se esfuma la posibilidad de su derrocamiento, el franquismo vuelve a ser esencial y brutalmente represivo.
EL ANTIFRANQUISMO
Al terminar la guerra, con la victoria franquista, la mayoría de los vencidos acepta e interioriza la derrota; pero los hay que deciden resistir y proseguir el combate contra el franquismo por las armas. Más tarde, tras la derrota del nazi-fascismo, otros -confiando en el respaldo de las Democracias vencedoras- deciden dedicar sus esfuerzos a la constitución, en España y en el exilio, de una “oposición política” para “luchar” contra Franco en las Cancillerías y esperar...
El antifranquismo institucional:
Esta Oposición espera el milagro, la caída de Franco, gracias a la buena voluntad de las Grandes Potencias. Pero no sólo las Democracias no provocan la caída de Franco, sino que ni siquiera hacen evolucionar al franquismo hacia posiciones menos intransigentes, más conciliantes. Al contrario, las Democracias pasan, poco a poco, de una condena más o menos formal a un reconocimiento, de más en más oficial, del régimen franquista. Por eso el tan esperado milagro acaba en una amarga decepción.
La historia de esta derrota es aleccionadora:
Comienza con triunfos aparentes: en 1945, con
Esta decisión es un verdadero mazazo para el antifranquismo en general; pero particularmente para aquellos sectores que han puesto todas sus energías y esperanzas en conseguir el aislamiento internacional del régimen franquista. No sólo no lo han conseguido sino que han hecho perder el tiempo en absurdas conjeturas sobre el “posfranquismo” y en quiméricas negociaciones para prepararlo, lo que ha facilitado los designios de continuidad del Régimen.
Pese a este fracaso, el antifranquismo institucional no cambia de estrategia y se resigna a seguir en una oposición puramente simbólica... Y así pasan los años hasta que, en 1975, el franquismo -en tanto que Régimen- acaba al morir Franco. Entonces, los prohombres de este antifranquismo institucional se prestan a garantizar a los poderes fácticos su continuidad y privilegios a través de una “transición” sin ruptura. Una “transición” que es un simple cambio de fachada institucional para transformar
El antifranquismo resistencial:
Durante todos esos años, los que han decidido resistir al franquismo por las armas, son conscientes de que no es en el terreno político o en el diplomático que Franco puede perder el Poder. Están convencidos de que las Democracias acabarán acomodándose con la dictadura franquista; pero saben que el descontento popular es enorme y que al Régimen le preocupa la continuidad de las acciones resistenciales, porque éstas pueden hacer perder el miedo a la población y el descontento popular transformarse en insurrección.
Las instancias dirigentes de la oposición política también lo saben; pero siguen afirmando que no hay otra alternativa que la “solución pacífica del problema español”. La esperanza de obtener un día el respaldo de las Democracias occidentales les impide ver la realidad, y ni siquiera la brutalidad y la persistencia de la represión franquista les hacen reflexionar y reconsiderar tan quimérica y desmovilizadora actitud. Su resignación y capitulación son tales que, al considerar inoportuno todo cuanto “molesta” a las Democracias victoriosas, llegan incluso a condenar las acciones resistenciales.
Es verdad que los primeros años son terribles para el antifascismo en España, en Europa y en otras partes del mundo. No sólo el totalitarismo nazi-fascista está a punto de imponer su dominación planetaria, sino que, en España, la represión es masiva y brutal: se denuncia, se detiene, se depura, se tortura y se fusila. Por todas partes, pero sobre todo en la zona que fue republicana, se maltrata y se humilla a la gente del pueblo simplemente por suponer que sigue siendo republicana. Esta represión, tiene una dimensión diferente a la que se ha ejercido ya en la zona nacionalista con el pretexto del “terror rojo” (los miembros del clero, militares, falangistas y ricachones fusilados en la zona republicana durante los primeros meses de
No es de extrañar pues que, destrozados por los tres años de guerra, por la cruel e implacable represión y por la desunión y la indecisión combativa de las organizaciones antifranquistas, el derrotismo se extienda entre los vencidos. De ahí el aislamiento y el abandono en que se encuentran, en los primeros años de la posguerra, los grupos resistenciales: tanto los que se han quedado en España para continuar el combate guerrillero en las sierras, como los que han entrado para crear grupos de guerrilla urbana en diferentes ciudades y responder, golpe por golpe, a la represión.
No obstante, y pese a esta difícil situación, estos núcleos guerrilleros -constituidos de ex combatientes republicanos (socialistas, comunistas y anarquistas)- tratan de mantenerse en España. Y cuando el sur de Francia es liberado, el Partido Comunista Español crea
José Luis Facerías
Entre 1945 y 1949, la polémica en torno a la “lucha armada”, que “moviliza” la atención de todas las fuerzas de
La lista de militantes anarquistas que sucumben bajo las balas de la policía franquista es, durante este periodo, larguísima. De ella cabe destacar los nombres de los considerados como los más irreductibles: José Luis Facerías y Francisco Sabater Llopart (El Quico). El primero, abatido en una emboscada el 30 de agosto de 1957 en Barcelona, combatía desde hacía veinte años contra el franquismo. El segundo, herido en la madrugada del 4 de enero de 1960 en un combate en el que mueren cuatro compañeros suyos, es finalmente abatido el día siguiente en San Celoni tras veinticuatro años de combatir armas en la mano al franquismo.
Este episodio causa gran sensación en España y Francia “por ser una pervivencia de los viejos esquemas resistenciales”, y, de cierta manera, pone punto final a una etapa, de la resistencia antifranquista, en la que el protagonismo resistencial ha estado principalmente a cargo de los grupos de acción anarquistas. Y ello porque los comunistas han optado, a partir de 1948, por el abandono de la lucha armada, la liquidación de los últimos focos guerrilleros y la estrategia de infiltración en las organizaciones de masas del franquismo. Y también porque la oposición política clásica sigue conformándose en ser únicamente espectadora...
LA RESISTENCIA DE LOS AÑOS SESENTA Y EL DI
Quico Sabaté
Cuando en 1960 Sabater decide volver a España han caído las dictaduras de Pérez Jiménez, en Venezuela, y la de Batista, en Cuba, despertado nuevas esperanzas en el seno de la oposición antifranquista, del interior y del exilio. En España se ha creado el Frente de Liberación Popular (FLP), que se presenta como “frente antifranquista y organización revolucionaria”. En México, los jóvenes comunistas, socialistas, republicanos y libertarios crean el Movimiento Español 59 (ME 59) y algunos cenetistas, socialistas y republicanos fundan, al margen de sus organizaciones,
Apenas transcurrido poco más de un mes de la muerte de Sabater, el 18 de febrero, estallan en Madrid dos bombas y otras tres son encontradas sin estallar. El recientemente creado Directorio Revolucionario Ibérico de Liberación (DRIL) reivindica estas acciones. La policía detiene y acusa a Antonio Abad Donoso de ser uno de sus miembros. Abad es ejecutado en la madrugada del 8 de marzo de 1960.
Han pasado ya más de veinte años desde que el franquismo celebró su Victoria, y si bien la sociedad española ha cambiado sociológicamente, políticamente no ha habido ningún cambio substancial. Se habla mucho de “liberalización”; pero el Régimen sigue impermeable a toda idea de apertura -por mínima que ésta sea- en el terreno político y en el social. Sólo se “liberaliza” la economía, y por ello las protestas populares resurgen a partir de 1960. Para desalentar toda veleidad de resistencia, Franco hace promulgar, el 26 de septiembre de 1960, un decreto endureciendo aún más la represión.
A principios de 1961, en la noche del 21 al 22 de enero, el DRIL despierta una inmensa oleada de entusiasmo al apoderarse del trasatlántico portugués Santa María y recordar al mundo la existencia de una resistencia activa contra las dictaduras de España y Portugal. Esta acción tiene una gran repercusión internacional. La hazaña impacta la conciencia del antifranquismo, particularmente en el seno del movimiento libertario por formar parte del comando varios cenetistas. Pasados unos meses, en julio, los jóvenes nacionalistas vascos fundan el movimiento Euskadi Ta Askatasuna (ETA) e intentan sabotear la vía férrea cerca de San Sebastián. El 8 de agosto, El Campesino (el célebre comandante comunista de
Estas acciones confirman el resurgir de tendencias activistas hasta en los medios nacionalistas vascos y en los comunistas. Ante este panorama, el antifranquismo clásico comienza a tomar conciencia de su responsabilidad y de la urgencia de reaccionar… Comienzan a proliferar grupos denunciando el derrotismo del antifranquismo “oficial” y propugnando actitudes más combativas y unitarias. En el seno del Movimiento libertario exiliado comienzan también a oírse de más en más voces con propósitos unitarios y combativos. La militancia critica las posiciones inmovilistas de los comités y acaba poniendo en marcha una dinámica imparable en pro de la unidad confederal. Una dinámica que se concretiza en 1960, en el Primer Congreso intercontinental de Federaciones Locales de
Así, apoyándose en esta moción, los partidarios de la unidad confederal comienzan a hacerla efectiva en todas las Federaciones Locales en donde la corriente unitaria es mayoritaria y a concertarse para hacerla definitiva en el próximo comicio. La dinámica “pro unidad” se extiende rápidamente a toda la organización, y, aunque aún subsisten antagonismos en otras Federaciones Locales, esta voluntad de unión y de acción se afirma definitivamente en el congreso de
La presencia de esta delegación, que se pronuncia firmemente por la continuación “de la acción revolucionaria”, no es sólo decisiva para oficializar la reunificación del movimiento libertario en el Congreso sino también para que se apruebe -en sesión reservada y por unanimidad- el dictamen sobre “defensa interior”. Este dictamen, elaborado por Germinal Esgleas, Vicente Llansola y Miguel Celma, propone la constitución de un organismo secreto para relanzar la lucha contra el régimen franquista y afirmar la presencia libertaria en España.
La “reunificación” y la aprobación de este Dictamen despiertan muchas expectativas en el seno de la militancia libertaria. Una buena parte de ella espera que ahora sí se dinamice la lucha contra el franquismo, y, desde finales de 1961, se crean comisiones para recoger fondos para el DI en las Federaciones Locales ya reunificadas. En cambio, el sector opuesto a la reunificación persiste en mantener vivos los conflictos personales que han impedido la reunificación en otras Federaciones Locales: sobre todo en las de Marsella y Venezuela.
Juan García Oliver
A pesar de ello, y tras la aprobación del dictamen de Defensa Interior por
Los nombres de los miembros del DI sólo debían ser conocidos, en principio, por los integrantes de
Por eso, aunque a la base se le dijo que se les había nombrado porque “por su pasado revolucionario constituían una sólida garantía en cuanto a la seriedad de las tareas específicas que el DI debía realizar”, la realidad es que habían sido nombrados más bien en tanto que representaban a las principales tendencias del Movimiento y para que estuviesen “representadas” las tres principales zonas del exilio: tres (Esgleas, Llansola y Mera) por los libertarios exilados en Francia, uno (García Oliver) por los de América, uno (Jimeno) por los de África del Norte y otro (Ruiz) por los de Inglaterra, puesto que yo representaba a
Dos meses después de haber sido nombrados, los miembros del DI se reúnen con
Unos días después se reúnen de nuevo los seis miembros del DI, presentes en la primera reunión, para decidir -en función de lo estipulado en el Dictamen Defensa Interior- el modo de funcionamiento del DI y evaluar las posibilidades humanas y materiales que el Movimiento podía ofrecer para aplicar el plan de acción aprobado. En esa reunión, Germinal Esgleas se propone para asumir la responsabilidad de la sección de propaganda y Vicente Llansola para preparar un atentado contra Franco. Los cuatro restantes quedamos encargados de preparar los grupos de acción, y yo, además, debo asegurar la coordinación entre los miembros del DI, así como entre las diferentes actividades... Esgleas recibe 100.000 francos (viejos), para comenzar a preparar las actividades de propaganda, y Llansola recibe un millón de francos (viejos), para organizar el atentado contra Franco. A los cinco miembros restantes se nos atribuyen, en principio, cinco millones de francos (viejos), para comenzar a preparar las actividades que se nos han encomendado; pero, de esta cantidad, el secretario de
Al constatar tal propósito, los otros miembros del DI -respaldados por el secretario del Comité Intercontinental (SI) de
La reactivación de las acciones resistenciales comienza el 5 de junio de ese mismo año con la explosión de dos bombas en Madrid, una en
Caraquemada
En 1963, en Roma, estallan bombas en las oficinas de Iberia y en
El 13 de agosto por la tarde las agencias de prensa reciben un comunicado oficial informando de que Granado y Delgado han sido juzgados ese día por un Consejo de Guerra Sumarísimo (“El proceso ha sido abierto sin previo aviso a la prensa, a las 8 de la mañana, y los debates han sido llevados con toda rapidez.” Le Monde, del 14-8-1963) y que se les han impuesto condenas a muerte. Cuatro días más tarde, un nuevo y escueto comunicado oficial enviado a la prensa anuncia su ejecución.
La muerte de Caraquemada y luego la rápida ejecución de Granado y Delgado caen como un mazazo sobre los libertarios. No han podido organizar grandes manifestaciones de protesta -como las que se organizaron en el caso del comunista Julián Grimau-, ya que se está en pleno mes de agosto, con más de media Europa de vacaciones... Además, las presiones de las autoridades francesas sobre el SI se vuelven imperativas y éste decide suspender la ayuda económica al DI para paralizar “provisoriamente” sus acciones. En tales condiciones, el DI se ve en la imposibilidad de reaccionar, como se hizo en el caso Conill, y ni siquiera puede tomar las medidas de seguridad que la situación exige, pues se tiene conciencia de que la represión no se ejercerá exclusivamente en España.
Efectivamente, el 11 de septiembre, apenas terminado el periodo vacacional, las autoridades francesas inician una redada de detenciones contra responsables y militantes conocidos de
La represión en España y Francia y el obstruccionismo del sector confederal inmovilista logran su objetivo, parar la acción del DI; pero no su continuidad orgánica... El sector inmovilista, con Esgleas a la cabeza, ha aprovechado la ocasión para retomar las riendas de
El hecho es que en el congreso se han tomado dos decisiones contradictorias: aprobación de la gestión del DI y nombramiento, para los cargos del SI, de Esgleas y Llansola que, además de ser dimisionarios del DI, están impugnados por los otros miembros de este organismo.
El problema orgánico es pues serio, ya que Esgleas y Llansola han dimitido por estar opuestos a la continuidad del DI y han recibido como mandato del Congreso el de proseguir cumplimentando el dictamen “Defensa Interior”. Pero ni el uno ni el otro reconocen esta incompatibilidad, sino que, al contrario, se apresuran a tomar posesión de sus cargos en el SI para controlar el funcionamiento de la organización confederal e impedir que la impugnación contra ellos sea debatida. De ahí que dedique todos sus esfuerzos y gestión -que, con diferentes excusas, prolongan de un año- a “justificar” sus dimisiones y el incumplimiento de las misiones que se habían auto asignado en el DI, además de seguir exacerbando el enfrentamiento interno para “justificar” el incumplimiento del acuerdo del congreso de continuidad del organismo conspirativo y preparar su entierro “orgánico”.
EL ENTIERRO DEL DI Y EL RELEVO JUVENIL
Este entierro se produce en el Congreso de Montpellier que, por fin, comienza el 31 de julio de 1965 cuando Esgleas está seguro de contar con un número suficiente de delegados, de pequeñas Federaciones Locales adictas, para disponer de una mayoría de votos. Para ello no ha dudado en realizar una intensa campaña electoral (una de las curiosas innovaciones introducidas en los medios libertarios por el esgleísmo) centrada en la "salvación de
Desde la primera sesión comienzan los enfrentamientos para nombrar
El enfrentamiento es cada vez más virulento, y tras apoderarse de
En su informe al congreso, Esgleas dice:
“(...)En todo momento hemos querido mantener la independencia de
¡Esta organización “ajena” era
Claro es que a las delegaciones esgleístas les importaba muy poco lo insuficiente de esta “explicación”, pues habían venido al Congreso decididas a imponer la orientación esgleísta aunque fuese a costa de dividir una vez más a
El día 5 de agosto por la tarde, después de cinco días de agrios y violentos debates, comienza la primera “sesión reservada” dedicada a la elucidación del llamado “problema interno”. A ésta siguen cinco más; pero, a pesar de que se deja hablar a los impugnadores, las delegaciones esgleístas permanecen sordas a sus argumentos. Para ellas, como para Esgleas y Llansola, no era incompatible haber dimitido del organismo conspirativo y haber aceptado después, en el Congreso de 1963, los cargos del SI a pesar de que éste había aprobado la gestión y la continuidad del DI. Como tampoco consideraban grave no haber hecho absolutamente nada, durante su año y medio de gestión al frente del SI, para cumplimentar este acuerdo o para denunciarlo...
El hecho es que la “mayoría” esgleísta termina la quinta “sesión reservada” aprobando, en medio de gritos, insultos y amenazas, una resolución de circunstancias que, tras ratificar su confianza a los impugnados (Esgleas y Llansola) “no aplica sanciones” a los impugnadores (Mera y Alberola) (1). En un ambiente tan enrarecido, y al oponerse los esgleístas a reconsiderar esta moción, todas las delegaciones que no quieren caucionar un tal proceder se retiran del Congreso.
Así, ya sin oposición y para que el DI quede definitivamente enterrado, Esgleas hace aprobar la anulación del dictamen de “Acción directa y revolucionaria” aprobado en 1961, que él y sus incondicionales, Llansola y Celma, habían elaborado.
Pero lo que los esgleístas entierran en Montpellier no es tanto el DI como la voluntad de transformar en acción. los acuerdos de lucha contra la dictadura franquista. Por eso, después de Montpellier,
Años después, en su libro de memorias “El eco de los pasos”, Juan García Oliver escribió lo que sigue:
“(…) El DI, que agrupó a unos muy viejos militantes de probado historial revolucionario, con otros jóvenes e inteligentes miembros de las juventudes, realizó una acción de seis meses de duración(…) Fueron, al parecer, solamente seis meses de acción conjunta del DI, brazo armado de
Por supuesto, terminado el vergonzoso congreso de Montpellier, que puso en evidencia la esterilidad de la lucha contra la gerontocracia libertaria exiliada,
Comenzó entonces una nueva etapa en la que los jóvenes libertarios lograron, tras las espectaculares acciones del “Grupo Primero de Mayo”, no sólo poner en jaque al régimen franquista, sino reactualizar el antiautoritarismo que dio, al Mayo del 68, su radicalidad libertaria.
Pero, de esa etapa, hablaremos en otra ocasión...
(1) Es en el curso de esta sesión (del Congreso de Limoges de 1965) que exigí se esclareciera el bulo que los esgleistas habían lanzado para acusar a Cipriano Mera de haberse quedado con 5000 francos (viejos) de
Fuente:
http://www.portaloaca.com/historia/historia-libertaria/1691-el-di-defensa-interi...
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