El compañero Theofilos quedó arrestado hace 2 meses, herido después de un enfrentamiento armado con 2 policías (los cuales también recibieron lo suyo) en norte de Atenas, al pasar varias semanas en el hospital de la “Cruz Roja” y luego en el hospital carcelario, fue recientemente trasladado a la ala A de la cárcel Koridallos. Esta es la carta que publicó.
Carta de Theofilos Mavropoulos
“El rebelde es un suicida, uno que simplemente no acepta el destino que la máquina le había dado. Es como buscar a una vida que vale la pena vivir. Los que rechazan por completo a esta sociedad ya se han visto enfrentados al riesgo de la muerte. La lucha contra lo existente es un adiós armado.
Guerra o suicidio”
Colaboración de personas para la realización de lo negativo (hacia fuera)
(extraído del folleto)*
El 18 de mayo de 2011 en la zona de Pefki, yo y un compañero mio tuvimos un encuentro accidental con policías de brigada móvil. Quisieron pararnos, nosotros intentamos huir pero habíamos fallado (un policía se lanzó sobre mi compañero y le inmovilizo, cuando este intentó escaparse) y así, queriendo desenredarnos elegí la opción, la opción política de enfrentamiento armado. Queriendo huir de los pretores armados de la democracia y puesto que no podiamos permitir entregarnos sin una batalla, yo mismo al decidir arriesgarme de esta manera, ofrecí una oportunidad para que mi compañero, que no tenía un arma encima, para que huyese. Lo hizo con éxito, utilizando el mismo coche patrulla, pero yo no pude seguirlo a causa de mis lesiones.
La razón porqué no nos detubimos al control policial fue porque de manera consciente elegimos la opción de clandestinidad revolucionaria. La última y obligada opción de alguien que se niega que la “Justicia” le imponga el encierro.
La condición de clandestinidad supone una vida sobre el filo de la cuchilla, cuando las opciones se están complicando y el riesgo sube de modo vertical. Por consiguiente se hace evidente la utilidad de “legalidad” para una entidad revolucionaria.
A pesar de eso, para los revolucionarios que llegan al dilema “entregarse o no”, lo cómo fácil o difícil sea “vender su propio pellejo” los deja un bagaje de experiencia en lo que se refiere a la desobediencia. Como en el caso de los “atracadores de negro”, que hace ya bastantes años eligieron la opción de la libertad clandestina en vez del arresto y encierro, y especialmente Simos Seisidis que, al negarse a parar en un control aleatorio perdio su pierna a causa de fuego policial. Los ejemplos como el de ellos y no sólo ese, llenan con orgullo y fuerza los corazones de todos nosotros.
Ahora ya, me defino como un preso político anarquista revolucionario más en las manos del Estado. Un Estado que a la vista de posibles agitaciones sociales que se están incubando, aprieta las ataduras de sus súbditos, aboliendo de manera directa o indirecta muchos de sus pretextos democráticos (abolición del anonimato telefónico, carta del ciudadano, poner precio a cabeza de algunos, publicación de fotos de quienes luchan, encarcelamiento de algunos a base de pruebas sin fundamentos, la ley de capucha…).
Tales movidas sin embargo no son capaces de intimidar a la generalizada guerra de consciencias que se está llevando a cabo. Una guerra polimorfica, aquí y ahora, en un desarrollo continuo y temiemdo como objetivo el derrumbamiento de lo existente. Una guerra revolucionaria. Sin inicio, mitad ni fin, pero con muchos frentes. De las asambleas públicas y abiertas a las marchas fuertes y combativas, de los ataques armados guerrilleros a las pequeñas influencias de cada día nos hacen evolucionar a nivel individual y colectivo.
Pero, para que el movimiento anarquista/antiautoritario sea eficaz frente a las metódicas maniobras del enemigo, no debe ser dividido. Las falsas amistades, las vanidades individuales, las riñas personales, las malicias pero sobre todo la tolerancia y consenso con tales comportamientos y actitudes tienen que ser remplazadas por la síntesis y la continua renovación del ámbito anarquista/antiautoritario. En el momento en que desde luego se puede observar intentos de una organizada internacionalización de la acción subversiva, desde América Latina hasta Europa, esta urgencia es más perentoria que nunca.
Además, el hecho de que el número de presos políticos en el último tiempo ha aumentado rápidamente, nos conduce a varias conclusiones. Aparte de la cuestión de nuestra solidaridad, la cual tiene sentido y esencia cuando es interactiva y ofensiva, tenemos que proporcionar la necesidad que las fuerzas subversivas siempre vayan un paso más adelante que el enemigo. Para ganar una guerra no solo se precisa la voluntad y las indispensables capacidades, sino también la estrategia. Cuando el adversario está moviendo los peones tú tienes que moverlos también.
La manera en que cada uno elige luchar es una opción y responsabilidad individual. Por lo tanto, empezando por el individuo basta con sólo colectivizar el deseo común por luchar contra el Poder. Por cierto que los equilibrios políticos juegan su papel, pero la importancia la tiene también el intento de subvertirlos para que salga algo mejor.
La difusión de las ideas anarquistas/antiautoritarias tiene un papel importante. Su fortalecimiento tanto cuantitativo como cualitativo es indispensable. Además, en una guerra las perdidas son algo seguro, de acuerdo con estadísticas. Sin embargo, la motivación para un posible revolucionario ya no es sólo su, indeseable para él mismo, proveniencia de las capas sociales bajas. El complejo de las relaciones y percepciones capitalistas es tan dominante en las vidas de todos que los “perjudicados” se encuentran en todas las clases sociales y económicas. Cuando la vida humana se vuelve un producto más en las estanterías del mercado y marketing, ¿qué sentido tiene hablar sobre productos caros o baratos, cuándo todo pero todo tiene un precio? Sin duda que entre las clases degradadas y explotadas hay sanos revolucionarios, pero también hay sumisos, bastantes sumisos…
Cuantos de vosotros ven hoy como sus hijos están jugando alegres en parques infantiles y patios de escuelas, que no se sorprendan si mañana los ven montando alianzas revolucionarias o tomando parte en ataques armados contra el Estado y el Capital”.
Pues, con coherencia y persistencia, como también con inagotable ánimo combativo se pueden lograr muchas cosas. El grado de reconciliación puede diferenciar. Si florece en las asambleas de anfiteatros universitarios o si se apaga en los cañones de armas, el objetivo es el mismo: REVOLUCIÓN PRIMERA Y PARA SIEMPRE.
… Mis huellas dactilares fueron encontradas en los pisos en Kallithea y en Nea Ionia de Volos. No puedo asumir la responsabilidad histórica y política de pertenencia a la Organización Revolucionaria Conspiración de Células del Fuego, porque jamás hemos creado juntos el discurso político de la organización, discurso con el cual tengo además ciertos desacuerdos. Por lo tanto declaro muy claramente que nunca fui miembro de la O.R. CCF.
Pero en ningún caso estos desacuerdos han estorbado en el camino que hemos recorrido juntos. Junto con los compañeros de la CCF evolucionamos, aprendimos unos de otros y luego, ya más fuertes, accionamos por la causa de la libertad y de la perspectiva revolucionaria.
Por lo tanto, debido a estas razones declaro con orgullo que estaba PRESENTE en las viviendas en Kallithea y en Volos, estaba presente también en las vidas de los miembros de la CCF.
Reconociendo su actividad revolucionaria soy solidario con todos los encarcelados miembros de la organización y les mando mis saludos compañeristas.
Que el folleto “El sol seguirá rayando el alba” sea el preludio de un nuevo, más implacable, más destructivo y más inexorable ciclo de ataques. Compañeros, cuál sea el gasto seguimos con la cabeza en alto.
18 de julio 2011
Theofilos Mavropoulos
Ala A de la cárcel de Koridallos
Nota de traducción:
*Se trata del folleto que han editado los 4 compañeros de Tesalónica (Tsifkas, Dimtsiadis, Tsilianidis y Fessas) durante su breve periodo de clandestinidad (octubre 2010-enero de 2011), antes de ser detenidos.
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