viernes, junio 15, 2012

Reflexiones escandalosas – algunas notas sobre el anarquismo civil


Cada cierto tiempo, cíclicamente, el anarquismo colectivo o social se vuelve limitativo para algunxs anarquistas y se reafirma cierto individualismo anarquista. Sucedió a finales del siglo XX  cuando algunxs de lxs grandes pensadorxs anarquistas comenzaron a poner en duda algunos  de los dogmas comunistas. Está pasando de nuevo y, una vez más, somos testigos del pánico de algunxs anarquistas sociales a medida que su sueño tranquilo se va viendo alterado y ellxs, conscientemente o no, refuerzan el dominio del Estado al condenar a sus hermanas y hermanos indisciplinadxs que parecen amenazar su búsqueda de lo que un compa bien ha definido como “anarquismo civil”.
Este anarquismo civil es una criatura horrible. Un monstruo viscoso, vil y despótico con ojos en la espalda que trata de ser lo que probablemente el anarquismo nunca será: apetecible para las modernas masas consumidoras.
Una de las principales cualidades que buscan aquellxs involucradxs en la realización de ataques es recuperar la conciencia de sí mismxs y de lxs otrxs, recuperar el poder personal, efectuar una ruptura radical y dramática de la sociedad, con sus intolerables jaulas de la norma social y la consiguiente muerte de la sensibilidad individual. Algunos comunicados de esta tendencia son rebuscados y poéticos hasta el extremo y no son para todos los gustos, peroleer un comunicado de la Federación Anarquista es mortificante. Es la marcha fúnebre materialista de la política contra la vida, la voz patriarcal de la “razón política” contra el espíritu salvaje y rebelde, de la política contra mí.


Lxs combatientes buscan recuperar la voluntad propia y disipar la falsedad. Esto solo puede surgir de tu experiencia, no de la experiencia o los dogmas de otrxs, si bien implica tu relación con unxs pocxs compas en el interior de la “masa” o de la “clase trabajadora”. Hasta que esto sea real, en la calle, hay poca lucha genuina que se puede encontrar en alguna multitud abstracta de gente con la que no tienes relación. Parece increíble leer las reflexiones de aquellxs que se identifican como anarquistas de la Federación (formal) y, aun más inútil, tener que criticarlas. Es un poco como criticar el espectáculo de un payaso según los criterios aplicados a un drama serio. Para mí, aquí, la cuestión es la misma negación de la individualidad que impone el  Estado – encarrilar a seres humanos únicos en cualquier categoría utilitarista realizada por pedagogos y patronal, que consideran lo individual peligroso y poco manejable, pero encuentran inmensamente cómoda una jaula ideológica abstracta.
Esta falta de autenticidad y las consiguientes políticas anacrónicas de su “organización revolucionaria” como totalidad se reflejan en el ultraje de la Federación en relación con el ataque armado contra el dirigente italiano del sector nuclear, Roberto Adinolfi, y el paquete bomba enviado al director general de la agencia tributaria italiana, Marco Cuccagna. La Federación manipula maliciosamente los hechos de este último, para prostituir su ideología particular al describir al dirigente de la agencia como un “trabajador”. Esto no solo es un insulto a la inteligencia de cualquiera que pueda ver con bastante claridad que el objetivo era uno de los patrones que les roba cada día las pagas ganadas duramente, sino que es desconcertante ya que fingen “preocuparse” por el sufrimiento de estos objetivos y declaran categóricamente que también se preocupan por la “clase trabajadora”. Si soy realista conmigo mismx, entonces puedo decir que no me preocupa lo más mínimo si este ladrón burócrata es atacado, herido, asesinado. En realidad, me alegra. Supongo que a mucha gente tampoco le importa e, incluso, puede sentirse algo satisfecha y hasta disfrutar con la noticia.
Algunas preguntas básicas a la Federación que realmente no requieren respuesta: ¿quién es esta gente de la “clase obrera” de la que habláis?;  ¿cuántos individuos que conforman la “clase obrera” conocéis  personalmente?; ¿cómo sabéis si toda esa gente condena los ataques a la infraestructura capitalista, la patronal y los recaudadores de impuestos?; ¿qué os da el derecho de hablar en nombre de todxs?; ¿qué pensáis de la “clase trabajadora” que se rebeló en Londres en agosto de 2011 (y a lo largo de la  historia)? Hasta plantear estas preguntas resulta ridículo, pero una ojeada rápida al discurso de la Federación las hace necesarias puesto que parecen muy segurxs de sí mismxs.
La mentalitad de la Federación/Libcom continúa con su valoración psicométrica de las supuestas “tácticas terroristas”. Toman prestado otro fantasma sin sentido de los medios hostiles y el Estado – el “terrorista” estúpido y carente de criterio anarco-insurreccionalista. De nuevo, ¿cuántos de estos individuos conoce la Federación y cómo sabe la Federación que estos actos no forman parte de una vida más rica y compleja? Además, por señalar lo obvio, los métodos insurreccionales están diseminados entre lxs hostiles al mundo, tan diseminadxs como “organizadxs” y, a veces, tienen más en común con la revuelta de la “clase obrera” que cualquier cosa que la Federación intente. La Federación permanece silenciosa sobre esta realidad básica, prefiriendo solo algunos saludos fraternales a la ira de la “clase obrera” que podrían ser mucho más constructivos si solo lxs indisciplinadxs reconocieran la sabiduría de los médicos de la Federación y se tragasen sus prescripciones.
Aquí la Federación se muestra nuevamente incapaz de librarse de las ataduras de la ideología; una nueva negación de la complejidad del ser humano y de su encarrilamiento dentro de alguna categoría abstracta útil. Pero si observamos las reacciones de la Federación hacia otrxs anarquistas, en realidad, se hace más siniestro ya que frecuentemente son prácticamente imposibles de distinguir de las de nuestros enemigos. Su campo elegido es internet. Una breve revisión no solo de críticas de la tecnología, sino también de la experiencia de esta, revela lo destructiva que es esta forma de interacción de masas anónima. Por otro lado, el lenguaje usado por la Federación es parecido a experimentar el puño de la represión cayendo sobre la cara humana del anarquismo. La Federación refuerza al Estado, adoptando la retórica del sistema industrial-militar-tecnológico, por ejemplo, sus recientes condenas, antes mencionadas, a las “tácticas terroristas”.
En la búsqueda de la liberación, el individuo debe poder expresarse, seguirse. El individuo no está siempre en desacuardo con el colectivo, pero intentar empujar los impulsos individuales dentro de una colectividad o sociedad en contra de su voluntad es totalmente inútil. La voluntad individual, tarde o temprano, se rebela porque una colectividad de masas forjada a expensas de la libre voluntad individual supone reglas y regulaciones (aunque sean informales o, incluso, no explícitas) que van contra la libertad de la vida, el sentimiento y el pensamiento. Estas tendencias ya estuvieron en guerra antes y vale la pena leer los ensayos de Voltairine de Cleyre sobre este tema con su propuesta de que el individuo anarquista sea libre de expresar la rebelión propia a su manera. Ataques violentos contra los patrones y el Estado alejarán a algunas personas, pero no a todas. Acciones pacifistas alejarán a algunas personas, pero no a todas. Incluso si pudiéramos, de una vez por todas, identificar a cada una de las personas de la “clase obrera” y consiguiéramos que aceptaran que son “clase obrera”, ¿piensan realmente las Federaciones que esta masa de gente tendrá una visión homogénea del cambio social, de las causas de la miseria y del mejor camino para la liberación (si todxs aceptan que la liberación es su objetivo)? Lxs anarquistas civiles buscan una clase proletaria consciente conducida con determinación aunque ya no existe de la forma en que la describen como sujeto revolucionario de Occidente. Se han embarcado en una búsqueda vacía que termina en esterilidad respecto al nivel del actual e incontrolable conflicto social de masas y, de todas formas, en gran parte no consiguió seguir sus propias políticas a través de sus conclusiones.
La separación de las personas en clases es, de alguna forma, un sinsentido cuando no está basada en sus acciones u opiniones individuales. Una breve mirada a la historia nativa americana, por ejemplo, nos muestra lo banal e impreciso que es hablar del “pueblo nativo americano” en un torrente homogéneo de mal aliento: había guerrerxs indígenas luchando contra el genocidio y la asimilación y había gente indígena que operó en secreto con el Estado americano y se volvieron contra su propia gente para acumular dinero y poder.
Aquellxs de nosotrxs a lxs que puede asignarse la etiqueta de insurreccionalistas, individualistas y/o nihilistas no hacen reivindicaciones perfectas para saber cómo sucederá la revolución. Hay una gran humildad en las palabras de lxs rebeldes emergentes y los grupos de lucha armada. Diría que, en este punto de la historia, cuando se han intentado tantas cosas y han fallado tantas otras, admitiremos que no sabemos qué es lo correcto, qué “funcionará”. La gente es mucho más compleja y el mundo, enorme.
La síntesis de la Federación de todo dentro de la “lucha de la clase obrera” es problemática. La clase obrera tal y como estaba considerada ahora ha desaparecido y, de todas formas, como la democracia, estaba enraízada para muchxs en el horror y las mentiras. La democracia se fundó sobre las espaldas de la clase esclava griega y la Revolución Industrial  primero impuso la destrucción del individuo y, luego, lo introdujo en “la manada desposeída” para acomodarlo a esta época que odiamos. Centrarse en la “clase obrera” de esta forma es como ir arrastrándose entre dos  formas diferentes de opresión, decir que preferimos esa forma de opresión sobre esta: la gente luchó con uñas y dientes para evitar quedar subsumida en una “clase obrera” a principios de la Revolución Industrial. La asimilación de artesanxs y gente rural al trabajo industrial fue sangrienta, por lo que el hecho de que algunxs anarquistas intenten cosificarla ahora, especialmente ahora que la máquina ha continuado y ahora está subsumiendo la clase trabajadora tradicional en una clase consumidora post-industrial, no es solo cuestionable, sino estrambótico. Todos ellos son simplemente estadios en el chirriante progreso de la máquina y haríamos bien en abandonar todas esas quimeras. Esto no es negar que una lucha de clases se ha llevado a cabo siempre y se seguirá haciendo, sino que preferimos el término “guerra social” al de “lucha de la clase obrera” porque incluye más individuos y sus elecciones, incluyendo a aquellxs que se consideran tradicionalmente clase trabajadora. La clase, como concepto y vínculo social, se ha vuelto progresivamente confusa con el paso de los años. A las personas se las puede dividir con más crudeza– si  debemos- en ricas y pobres, incluídas y excluídas, críticas y acríticas en cuanto al Estado y la civilización.
Negar la autonomía individual, el reconocimiento y las relaciones crea alienación y desempoderamiento. La autoridad de una masa fantasmagórica sobre el individuo no hace nada excepto ayudar al proyecto del Estado y el capitalismo al aceptar que el ser humano individual no es nada más que una unidad económica o una vasta y anónima suma de unidades económicas. ¿Es así realmente cómo queremos definirnos como seres humanos y piensan lxs anarquistas que tal perspectiva es liberadora? Negar el rol de la acción individual en favor de una vaga concepción de la “lucha de clases” de antaño es una ficción peligrosa. Seguramente, es también el proyecto del Estado el destruir la voluntad y el valor del individuo; no se puede llamar revolucionario, excepto en el sentido autocrático y superpolítico de ser gobernadx por el aparato estatal – ninguno de ellos desea el empoderamiento de lxs individuos o de los grupos afines de individuos que quieren la libertad. El rol de lxs anarquistas no es desplazar una tiranía, sea democrática, monárquica, colectivista o cualquier otro tipo de gobierno, por otra.
¿Qué es esta “emisión de comunicados” condenando los actos y opiniones de otrxs que se consideran anarquistas? Eso es jugar al juego político del “anarquista bueno” y el “anarquista malo” para los medios y la máquina represiva de la policía. Eso es minar el significado mismo del término “anarquía”; una red complicada y cambiante de principios, praxis y relaciones con el objetivo de la liberación que no es un estado único del ser, eso no es más que un Estado.Además, el hecho de que la Federación sienta la necesidad de hacer comunicados contra actos de otrxs anarquistas seguramente debería demostrarles que su proyecto está condenado. Después de todo, le digo a la Federación Anarquista y sus compañerxs de viaje: no estoy de acuerdo con vosotrxs, no deseo el mundo que visionáis. Digo que no soy el/la única que encuentra vuestras afirmaciones y perspectivas antagónicas a mi propia rebelión y mi concepto personal de liberación que está basado en mi entendimiento y experiencia de la opresión del Estado. Y ya que vuestro proyecto depende del absoluto acuerdo de la masa de la que yo soy parte y puesto que aparece en los debates y comunicados de la Federación que lo que se visiona es una sociedad anarquista de masas, yo declaro que quiero libertad no solo del Estado sino de la Sociedad y de vosotrxs. Pregunto entonces: ¿qué vais a hacer conmigo?Empecé este artículo, básicamente, deseando animar a aquellxs de nosotrxs que nos denominamos anarquistas a cesar la condena mutua y a afirmar que ningunx de nosotrxs tiene la “respuesta”. Sin embargo, acabo percibiendo que algunxs de “nosotrxs” saben poco de lo que significa estar liberadx de corazón, pensamiento y acción y, mucho menos, de lo que significan la solidaridad de clase y la lucha y, si tuviese que imaginar una sociedad anarquista según el objetivo de la Federación Anarquista, estaría cargada de represiones y varias prisiones, como esta. Es decir, a menos que aquellxs que impondrían sus sociedades abstractas al resto de nosotrxs se diesen cuenta de su inutilidad.



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