Epístola a los inmóviles:
De la “lucha” anclada y otros discursos caducos
–Respuesta, en voz alta, a la declaración
pública de la Conferencia Nacional de la Federación Anarquista
Italiana (F.A.I.).[*]
Poner
pie en la playa virgen, agitar lo maravilloso que duerme, sentir el soplo de lo
desconocido, el estremecimiento de una forma nueva: he aquí lo necesario. Más
vale lo horrible que lo viejo. Más vale deformar que repetir. Antes destruir
que copiar. Vengan los monstruos si son jóvenes. El mal es lo que vamos dejando
a nuestras espaldas. La belleza es el misterio que nace.
- Rafael Barret
- Rafael Barret
A propósito de imbecillis y otras ignominias recurrentes
Tal vez, haciendo gala del más rancio
academicismo, su gran acervo cultural y su ilustrada noción lingüística, los
firmantes de tamaña declaración pública, recurren al vocablo “Imbecillis” con la
intención de «llamar las cosas por su nombre», en un alarde de erudición
etimológica sin precedentes en nuestras tiendas. Dada la etimología latina del
término es muy probable que este sea el caso. De ser así, de antemano declaro
improcedente esta respuesta y reconozco mi ineptitud ante la incuestionable
capacidad semántica de los redactores de tal declaratoria.
Pese a la incertidumbre que aún genera la
raíz real de este adjetivo, hoy no
nos cabe duda que Imbecillis proviene de Imbecillus,
palabra compuesta a partir del prefijo “in”
o “im” (sin)
–negativo, muy socorrido para crear adjetivos calificativos en latín,
generalmente peyorativos, exaltando carencias (insanus, imbellis, imberbis, impar, informe, incapaz,invertebrado,
etc.)– y el vocablo bacillus (bastoncillo o bastón pequeño); por lo
que en la etimología popular habitualmente se asocia el término Imbecillus con Im-bacillus o sine bacillus (sin
bastoncillo) o Im-baculum o sine baculum (sin bastón),
describiendo a aquella persona carente de sostén o soporte pese a la inminente
falta o necesidad de apoyo para poder lograr un andar “normal”, de lo que se
deduce una “incapacidad” o “debilidad” que le convierte en “minusválido” al
“depender de los demás para poder moverse”. Este sería el uso que
corrientemente le dieran los romano parlantes y que explica su actual
significado, fundamentado en el valor que se le asignara al vocablo “imbécil”
en el francés del siglo XVII, quedando registrada la acepción de «débil mental»
e incluso, se incorporaría el término al vocabulario clínico especificando su
aplicación a «los débiles mentales cuyo desarrollo mental es el correspondiente
a la edad comprendida entre los tres y los siete años[1]»; de tal modo, se emplearía despectivamente hacia
las personas de poca inteligencia como sinónimo de «bobo, estúpido, idiota o
tonto»[2].
Imbecillus, también despliega otra
acepción mucho menos conocida partiendo de su asociación etimológica. Tanto el
vocablo baculus (bastón)
como su diminutivo (bacillus), no
estaba imperiosamente relacionado en la antigua Roma a la necesidad de “apoyo”
por incapacidad o debilidad. El bastón o bastoncillo simbolizaba también
“bastón de mando”, cetro (del latín sceptrum, del griego skêptron) o báculo
(del latín, bacûlum), que constituye una insignia de los
emperadores, reyes, obispos, arzobispos y otros hombres de Poder; símbolo de
autoridad (auctoritas)
adquirida por “herencia divina”, poder, sensatez o experiencia. De lo que se
desprende el uso del vocablo Imbecillis en el latín clásico como sinónimo de Intrepîdus (intrépido) o “irreflexivo”, “joven
carente de vivencias”, “sin experiencia” o “sin autoridad”. Imbecilla
aetas (edad
débil/edad imbécil) es la expresión con que se describe la frescura y la
intrepidez de la adolescencia y la juventud.
Por eso, mi superlativa sorpresa, al intuir la inminente
sapiencia de estos insignes letrados –hijos adoptivos de la Acracia–, que tan
atinadamente recurrían a esta acepción clásica para representar un anarquismo
nuevo, cargado de arrojo y lozanía, que opta por el descubrimiento en lugar de
la monotonía; que escoge deformar en vez de repetir; que prefiere destruir que
copiar; que vive y no agoniza en letra muerta.
¡Pero NO! Estos “anarquistas” federados,
recurren al vocablo imbecillis asignándole el valor de la
acepción popular para referirse despectivamente a medio centenar de compañeros
ANARQUISTAS presos en las oscuras mazmorras de varias prisiones italianas y a
un nutrido grupo de compañeros encarcelados alrededor del mundo, condenados por
darle vida a la Anarquía en Alemania, Bolivia, Chile, Estado español, Francia,
Grecia, México, Suiza y otras regiones geográficas. De paso, descalifican
también a todos aquellos compañeros que cotidianamente, con su irreductible
accionar, confirman que la Anarquía es verbo y no sustantivo.
Bobos, estúpidos, idiotas, tontos e
imbéciles, son los trillados adjetivos
para designar a los indómitos de siempre que osan llevar a la práctica nuestra
teoría. “Ilegalistas”; “Provocadores”;
“Infiltrados”; “Delincuentes”, “Superhéroes de caricatura”, también son los
epítetos más recurrentes para descalificar a los refractarios que ponen énfasis
en la correspondencia eufónica entre teoría y práctica, entre ideas y acción.
El victimismo, es otro de los más
frecuentes posicionamientos de la Federación Anarquista Italiana,
insistiendo –hasta el cansancio ajeno– en que el accionar anárquico de los
grupos informales «es funcional» para los intentos del sistema de dominación de
involucrar a «todo el movimiento anarquista en un proceso de criminalización
general […] embistiendo fuertemente a la Federación Anarquista Italiana»[3].
Sería interesante que nos proporcionaran la cifra de sus
federados presos y nos compartieran –sólo como dato curioso– los detalles de
esos “embates” que pretendidamente han sufrido, porque lo que sí nos queda en
claro es el temor que les provoca que se ponga al descubierto su profunda
vocación inmovilista, su conocida propensión a la ficción y la grandilocuencia
discursiva que les caracteriza.
Todavía son tan cínicos que, alimentando la
farsa de un complot “provocador”, se dan por ofendidos ante una propaganda
“perversa” que «sostiene que gran parte del movimiento anarquista es
simplemente un “anarquismo ideológico y cínico,
vacío de cualquier aliento de vida […] que trabaja por el fortalecimiento de la
democracia”»[4]. Y yo les pregunto a estos “anarquistas” federados
¿Acaso mienten los compañeros del núcleo “Olga”, cuando afirman lo anterior?
Considero que no. Más bien, si de algo pecan estos compas es de omisión,
reduciendo a unas cuantas líneas la larga lista de agravios perpetuados por
esta “Federación Anarquista” enemiga de la Anarquía.
La Federazione Anarchica Italiana (F.A.I.) –la clásica y más antigua
organización del anarquismo especificista[5] en la
región–, como ya es costumbre desde el siglo pasado, vuelve a culpar de la
feroz represión del Estado y de las obscenas maniobras de los medios de
alienación masiva a los compañeros consecuentes con la praxis anárquica. Por si
fuera poco, además se les incrimina por complicidad con la «oligarquía en el
poder […] con el claro objetivo de lograr la unidad de todas las partes en
defensa del Estado»[6]; emprendiendo una nueva campaña de tergiversación y
confusión, acusando de prosélitos de la «lucha armada» a nuestros compañeros.
De más está entrar en distinciones, repitiendo por enésima
ocasión las diferencias teórico-prácticas entre «lucha armada» y «vía armada».
O exponer una vez más nuestra crítica puntual al culto al fusil; nuestro
marcado hincapié contra la especialización y la vanguardia; nuestro reiterado
rechazo a la clandestinidad y la lógica guerrillera. No se trata de cuestiones
semánticas y/o malentendidos teóricos, lo que está en juego y realmente
preocupa a todos estos oportunistas, es el fin del inmovilismo, el término de
la parálisis a la que habían condenado al anarquismo desde la derrota del
anarcosindicalismo español. Por eso temen tanto la reactivación de la línea de
acción conspirativa. Por eso tiemblan ante el sedicioso despertar de la
Anarquía. Que volvamos a ser la peor pesadilla del sistema de dominación
acarrea consecuencias para los inmovilistas: la extensión de la lucha
subversiva encarna el fin del “anarquismo” de café, concluye el apoltronamiento
discursivo, finiquita la arqueología libertaria, extirpa la pose farsante
y protagónica, erradica al pacifismo pusilánime y destierra todo lo ajeno
en nuestras tiendas. Esto sin duda explica el eco y el porqué se difunden con
«gusto» las cobardes declaraciones de la F.A.I. de este lado del Atlántico.
La incapacidad de reacción auténticamente subversiva y la
premeditada ausencia de balance crítico, ha llevado al anarcosindicalismo y al
especifismo por la senda de la autocomplacencia ideológica, el inmovilismo y la
decadencia, instituyéndose en una oposición simbólica –vergonzosamente apegada
a la legalidad y acomodada a las reglas del juego impuestas por la dominación–
que le permite vegetar miserablemente en la enajenación, quedando
reducida la acción a las declaratorias, los congresos y el turismo
revolucionario. El conservadurismo de buena parte de su militancia ha subyugado
a la Anarquía, transformándola en un pasatiempo demagógico a merced de la
ideología y la prolongación indefinida de la vida artificial de un “movimiento”
exangüe sentenciado a la sempiterna simulación. Denunciar pertinaces las
prácticas y propósitos antianarquistas del inmovilismo sindicalista y
especificista es nuestra tarea inmediata, sólo así podremos lograr la
superación de caducos diagramas de organización y acción que hoy obstruyen el
paso a un nuevo paradigma que se edifica en este instante porque ya vive en
nuestros corazones y se agiganta al grito: ¡Qué viva la Anarquía!
¡Un gran abrazo rabiosamente anárquico para los compañeros
Mario López; Braulio Durán; Gabriel Pombo da Silva; Marco Camenisch; Luciano
Pitronello; Henry Zegarrundo; Elisa
Di Bernardo; Stefano Gabriele Fosco; Alessandro
Settepani; Giuseppe Lo Turco; Sergio Maria Stefani; Alberto
Funaro; Inés Morasca; Marina Cugnaschi; Vincenzo Vecchi; Francesco Puglisi:
Mihalis Nikolopoulos; Giorgos Nikolopoulos; Christos Tsakalos; Olga Ikonomidou;
Damianos Bolano; Theofilos Mavropoulos; Gerasimos Tsakalos y demás hermanas y
hermanos presos alrededor del mundo!
¡Un saludo entrañablemente solidario para la
compañera Felicity Ryder y demás hermanos prófugos donde quiera que se
encuentren!
Gustavo Rodríguez
San Luis Potosí, a 13 de julio de 2012
[*] “Della lotta armata e di alcuni
imbecilli /
De la lucha armada y algunos imbéciles”, declaración de la
Conferencia Nacional de la F.A.I. ; 3 de junio de 2012, Reggio Emilia, Italia,
disponible en: http://federazioneanarchica.org
[1] Ver, María Moliner,
Diccionario del uso del español, pág. 1603; Editorial Gredos, Madrid, 2007.
[2] Id.
[3] F.A.I.,
“Della lotta armata e di alcuni
imbecilli /De
la lucha armada y algunos imbéciles”, declaración de la Conferencia
Nacional, disponible en:http://federazioneanarchica.org
[4] Ibídem.
[5] Quizás
resulte enteramente obvio, pero digámoslo de todos modos para enfatizar
posiciones: por “anarquismo especificista” entendemos una forma organizativa
determinada y la práctica que se corresponde con ella, concerniente a la
organización específicamente anarquista. También forman parte del tronco
especificista, las agrupaciones adscriptas a la vertiente habitualmente
conocida como “plataformista” por su inspiración en los postulados de la Plataforma
Organizacional (originalmente
redactada en el lejano 1926 por Néstor Makhno, Piotr Arshinoff e Ida
Mett) y, una variación poco original de su definición básica, el inadvertido Manifiesto
del Comunismo Libertario de
Geoge Fontenis, que data del año 1953. Es de recordar, que tanto Bakunin como
Malatesta hacían referencia a la formación de “partidos” anarquistas haciendo
hincapié en la necesidad de organización específicamente ácrata; una
denominación que ni por asombro se aproxima a los partidos con pretensiones de
actuación electoral y parlamentaria y tampoco se refiere al tipo de formación
jerárquica y regimentada que se asocia a la definición moderna del término
“partido de vanguardia”, como pretendiera acuñarle la Federación Anarquista
Uruguaya (F.A.U.) en el período 1963-1975. Por añadidura, cabría señalar que el
período de prevalencia del “anarquismo especificista” se inicia precisamente a
partir de la derrota del proyecto anarcosindicalista y el repliegue de dicho
paradigma; sin embargo, debemos subrayar que las organizaciones específicas
no nacen exclusivamente después del descalabro del anarcosindicalismo
español, aunque sí habrá de resultar evidente que su importancia será
sistemáticamente redimensionada sólo luego y no antes de dicho acontecimiento.
De cualquier manera, nos queda muy en claro que el período de prevalencia de
las organizaciones específicas no corresponde en prácticamente ningún caso con
la existencia de un paradigma anárquico, quedando inscrito en una etapa de
repliegue y sobrevivencia, que apunta al mantenimiento de algunas referencias
teóricas básicas pero ya en una atmosfera de dispersión y de ausencia de
paradigmas claros y reproducibles. Época evidentemente hostil o, al menos, muy
poco favorable que hemos denominadoanarquismo
en transición, en cuanto continúa albergando las referencias
básicas de sus instancias fundacionales pero desaparece como amenaza material,
como crítica arraigada en las condiciones materiales de las luchas concretas,
para degenerar en ideología.
[6] F.A.I., Op
cit.
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