martes, diciembre 11, 2012

Sobre la proliferación de descalificaciones contra la Tendencia informal anarquista




(Nota de Rojoscuro: Extracto de una entrevista realizada al compañero Gustavo Rodríguez, por los compañeros de la publicación Conspiración Ácrata.
Desde aquí queremos expresar nuestra total solidaridad con el compañero Gustavo, que una vez más ha sufrido los ataques y calumnias de los anarco-bolcheviques de “Noticias de la rebelión”.)
     
C.A.: Muchos escépticos insisten en que la nueva insurrección anárquica, puesta en marcha por la tendencia informal, es un desatino suicida –apto sólo para “imbéciles”–,que no corresponde con las actuales “condiciones objetivas y subjetivas” de las luchas y que ha llevado a prisión y a la muerte a varios compañeras y compañeras. Incluso, hay quienes han llegado a afirmar que las propuestas insurreccionales anárquicas son una “ideología” contrarrevolucionaria “que niega el programa de la revolución”. ¿Cómo interpretas la proliferación de estas descalificaciones?

Primero tendríamos que contextualizar estos ataques y descalificaciones. Sin duda, el Siglo XXI, pese a la imposición de la “ideología ciudadana” y la globalización del capital –con su nueva y particular fisonomía, alejadísimo de lo que fuera en el XIX y XX–, nos brinda oportunidades inéditas a los anarquistas de praxis; sobre todo, al reconocernos como los únicos aferrados a luchar no por la trasformación cosmética de la opresión que pregonan los regímenes populistas latinoamericanos (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua), de la mano de la socialdemocracia internacional con su trillado “Otro capitalismo es posible”, sino hasta concretar la destrucción definitiva del sistema de dominación.

En esta lucha frontal por la liberación total, contamos además con un balance crítico puntual que nos ha permitido aprender de nuestros errores pasados y nos exhorta a no repetirlos. Hoy sabemos –por nuestra propia experiencia histórica– que no podemos establecer “alianzas” que conducen irremediablemente al afianzamiento del sistema de dominación, es decir, al fortalecimiento del Estado y a la consolidación del capitalismo. También estamos conscientes de la recuperación constante de las luchas por parte de la socialdemocracia, por lo que las trasnochadas recetas –de autogestión de los medios de producción– que aún se cuecen para autoconsumo en nuestras tiendas, nada tienen que aportar en estos días, salvo asegurar la recomposición del Poder y la continuidad del capitalismo. Pero, a pesar de las oportunas lecciones y de las “favorables” condiciones de época, la proyección o el colapso definitivo del anarquismo, continúa recayendo en la historicidad de un cierto paradigma –a todas luces obsoleto– y, en la tenacidad y el ímpetu que sepamos impregnar a la lucha bajo nuestra absoluta responsabilidad y con cargo intransferible a nuestra propia cuenta. 

Una vez planteado el contexto, ahora sí podemos pasar a las “interpretaciones”: Que proliferen los ataques y descalificaciones contra las propuestas de la nueva insurrección anárquica sólo es un indicador más de la notable prevalencia de la tendencia informal y de la puesta en marcha de un nuevo paradigma anárquico que comienza a moverle el suelo a viejas estructuras orgánicas y anquilosados esquemas de actuación. En esta misma tesitura se inscriben aquella proterva campaña de la CNT a finales de la década de los años noventa contra los compañeros encarcelados a raíz de la fallida expropiación bancaria en Córdoba; los cobardes ataques de la Federación Anarquista Italiana, que mencionábamos con anterioridad y; los acuerdos de pasillo del reciente carnaval de St. Immier(1). Mención aparte merecen quienes afirman que las propuestas insurreccionales anárquicas son una “ideología” contrarrevolucionaria «que niega el programa de la revolución».

En fechas recientes, salió al mercado del “libro revolucionario”, bajo el título “Crítica a la ideología insurreccionalista”, un texto “firmado” por uno de los tantos nombres regionales que adopta el Grupo Comunista Internacionalista (GCI). En esta ocasión se hace llamar Proletarios Internacionalistas, con el fin de exacerbar los ataques contra el anarquismo insurreccional –con particular énfasis contra el nuevo ilegalismo anárquico–disfrazados de “crítica constructiva” y de «lucha intransigente contra todas las debilidades, contra todas las ideologías que buscan dominarnos»(2). Desde luego, cuando critican los métodos insurreccionales e intentar presentarlos como una nueva “ideología”, recurren a un sinfín de malabares semánticos y piruetas dialécticas que aspira argumentar que sus ataques no son contra los compañeros que «bajo esta ideología realizan un sabotaje», ni contra el sabotaje en sí, sino que están«asumiendo la lucha a la vez que se despliega una crítica a la fuerza material que representa la ideología intentando encuadrar esa expresión de lucha»(3).

Pese a que en la Introducción del folleto “Crítica a la ideología insurreccionalista”, este frente del GCI reconoce que «A lo largo de la década de los 80, diversos sectores de la militancia anarquista efectuaron un proceso de reflexión y balance de las luchas revolucionarias que acababan de ser derrotadas a finales de los 70’, así como de las “nuevas” condiciones que el capital iba imponiendo en todos los ámbitos de la vida.»; concluye afirmando que:«Todo este proceso se encaminará hacia la consolidación de una serie de concepciones que conformaran el cuerpo ideológico de lo que se llamará insurreccionalismo» (subrayados nuestros). Es evidente su intención difamatoria. Intentan equiparar lo que a todas luces son cuestiones tácticas con una “ideología” atesorada en los anaqueles de la posmodernidad “plural” (a espera de futuros consumidores) e inspiradora de nuevas sectas fundamentalistas.

Cabe señalar nuestro total desprecio por las ideologías, incluida la “ideología anarquista”. De ahí, nuestro constante cuestionamiento a quienes se reivindican “anarquistas” y conciben al anarquismo como un credo y como tal, lo guardan a buen recaudo.  Esa visión distorsionada (ideologizada) del anarquismo, como hemos insistido en repetidas ocasiones, sólo es alimentada por los dogmáticos que confunden el ideal con una inmutable Biblia de la que pueden echar mano cada vez que les invade la incertidumbre, sienten apetencia por consolarse o la necesidad de esclarecer cualquier circunstancia que se les presenta, repitiendo sus sagradas oraciones a modo de penitencia en lugar de enfrentar la realidad concreta y readecuar el sentido de nuestra lucha.

Si bien es cierto que el GCI ha realizado una encomiable labor teórica, desde la perspectiva marxiana revolucionaria –rescatando documentos y reflexiones de destacados luchadores libertarios y, denunciando incansablemente la labor de zapa y las desvirtuaciones de la socialdemocracia (leninismo–incluidas todas sus presentaciones–, sindicalismo, populismo, ciudadanismo, etc.),empleando, la mayoría de las veces, un lenguaje próximo a nuestras críticas(4)–; no nos cabe la menor duda que esta campaña de desprestigio de la insurrección anárquica responde a su propia agenda partidista.

Evidentemente, no vamos a caer en la psicosis conspiranoica de las sectas leninistas (de Trotskos a Stalinos) que se esmeran en poner en entre dicho el origen de “vastos recursos económicos con los que extrañamente opera el GCI en más de quince idiomas”; insinuaciones obscenas que pretenden imputarle obscuros nexos con la CIA y delirios similares. Tampoco nos vamos a hacer eco de las denuncias de otros grupos marxianos revolucionarios que intentan hacerle competencia y le acusan de haber «engañado a muchos elementos en búsqueda de posiciones políticas, particularmente a los que están influenciados por el anarquismo, con sus frases ultra radicales y su exaltación de la violencia. Por nuestra parte hace tiempo que sostenemos que el GCI es una clara expresión del parasitismo político (ver «Tesis sobre el parasitismo» en Revista internacional nº 94), un grupo cuya verdadera razón de ser es jugar un papel destructivo respecto a las auténticas organizaciones revolucionarias […] Para nosotros no cabe duda de que, cada vez más a las claras, está haciendo el trabajo de la burguesía, sea o no manipulado por fuerzas del Estado»(5).

NO y mil veces NO. No suscribimos estas difamaciones y escupimos con toda nuestra rabia esta metodología propia delas sucias maniobras del enemigo. Conocemos desde hace siglos al GCI y nos consta –pese a las abismales discrepancias– que todas esas “acusaciones” son viles calumnias de la socialdemocracia que no les perdona una sola de sus críticas ni los constantes llamados a luchar contra toda la mierda demagógica de los verdaderos parásitos de las “revoluciones” (desde los bolches a los castristas). Sería deshonesto y cobarde sumarnos a esa retahíla de infamias en lugar de enfrentar nuestras divergencias en la confrontación de posiciones. Sin duda, es el camino más fácil para “neutralizarles” y también el más indecoroso. Nos queda muy en claro que el GCI no es  una de las tantas tapaderas de la CIA tan frecuentemente agazapadas en las tiendas izquierdistas. Asimismo, reconocemos que el GCI no está “haciendo el trabajo de la burguesía” ni está “manipulado por fuerzas del Estado”.

Para nosotros el GCI es otra cosa. Se trata de una entelequia mitad Iglesia y mitad partido que ha perdido todo contacto con la realidad al quedar varado en la ideología obrerista. Al no aceptar la realidad de la derrota, el descalabro y la liquidación del proletariado, lo que era la expresión más crítica del marxismo ha quedado atrapada en una perspectiva ficticia bajo la lente deformante de la ideología, degenerando en una secta de lunáticos trasnochados, incapaces de extender y radicalizar la lucha contra el sistema de dominación contemporáneo, negándose a reconocerse atascados en el obrerismo y las formulaciones de dicha ideología.

Vale recordar los reiterados piropos que nos propinara el GCI a finales del pasado siglo y durante los primeros días del milenio, extasiado frente a nuestras «rupturas con diversos aspectos de la socialdemocracia, como la defensa de la violencia revolucionaria contra el pacifismo»(6). Al igual que el desaparecido Círculo de Comunistas Antibolcheviques, el GCI se esmeraba entonces en el reconocimiento de la praxis anárquica del insurreccionalismo en detrimento de los sectores inmovilistas del llamado “movimiento”. Sin embargo, estos “coqueteos” sólo respondían a la añeja estrategia maquiavélica de “divide y vencerás” en un intento frustrado de captación de “cuadros” para su partido al interior de los grupos de afinidad insurreccionalista.

Definitivamente –a modo de paréntesis–, hay que registrar cierto “éxito” parcial de su estrategia entre los llamados “desencantados” de la insurrección anárquica, particularmente en el Estado español, donde se generó una profunda confusión teórica en torno al insurreccionalismo a raíz de la represión estatal y el encarcelamiento de varios compañeros. Basta con leer el mea culpa de Los Tigres de Sutullena(7) para tener una somera idea de este lamentable episodio.

Sin embargo, con quienes sí ha comenzado a concretar vínculos el GCI es con el sector especificista, en particular con el área del neoplataformismo. Claro está, a pesar de las notables coincidencias entre ambas formaciones en todo lo referente a la “lucha de clases”, la ausencia de un Partido centralizador de las luchas y la necesidad de una “etapa transitoria” (léase, “dictadura del proletariado”), el divorcio es inminente. Evidentemente, estos grupúsculos protoleninistas –que insisten en disfrazarse de “anarquistas”– si encajan en la lógica de la socialdemocracia y en las ideas de ese partido a la hora de concebir este mundo podrido y, sobre todo, al momento de encarar su apremiante destrucción. Basta con una somera lectura a sus “tesis” sobre el Poder Popular y las constantes defensas a las burocracias populistas latinoamericanas, para corroborar lo anterior. Así que estos “acercamientos” pronto se reducirán a la trillada estrategia de reclutamiento proselitista y a la despiadada reducción a polvo de los más devotos discípulos del ¿Qué hacer? que se nieguen a abandonar los postulados leninoides.

Lamentablemente, este talante competitivo también puede confirmarse en los asiduos enfrentamientos entre las tendencias al interior del llamado “movimiento”. En este sentido, permítanme de nueva cuenta citar extensamente al compañero Spósito (Daniel Barret) para abordar de manera categórica estos incidentes: «Este reconocimiento elemental hace que las situaciones de rivalidad y competencia fraccional aparezcan como decididamente suicidas y como un regodeo inconsciente y sectario que sólo puede cifrar sus expectativas en la desaparición del “adversario” y en las mieles de un módico “reclutamiento” proselitista entre las filas de huérfanos y desamparados que resulten de ello. El camino del movimiento no parece ser, entonces, el de la “colonización” de los unos por los otros, en el muy hipotético caso de que en algún lugar hubiera condiciones para que se produzca un fenómeno tan extravagante. Por lo tanto, en la medida que se asuman las necesidades de construcción, implantación y desarrollo de un nuevo paradigma revolucionario, no es de recibo suponer que ello acontecerá a partir de un iluminado centro de gravedad y luego de la reducción a polvo y vestigios de aquellos cuerpos a los que se concibe como periféricos. Nada permite concluir, en estos momentos, que las formas tradicionales que históricamente asumió el movimiento –paradigmáticas y cuasi paradigmáticas; anarcosindicalismo y “especifismo” respectivamente– puedan hoy incorporar y absorber a la variopinta constelación de expresiones nuevas y heterodoxas que se han desarrollado en las últimas tres décadas. Nada permite suponer, tampoco, que estructuras orgánicas largamente asentadas realicen un automático, vertiginoso y entusiasta acto de conversión y reciclaje que las asimile sin más a las expectativas de los agrupamientos generacionales más recientes. »(8)




Notas:
 (1)Para una pequeña muestra de estos desarrollos es útil recurrir –así sea a efectos de información general– a la Crónica del encuentro anarquista de ST. Immier:http://grupolibertarioacciondirecta.wordpress.com/2012/08/25/cronica-encuentro-anarquista-stimmier-2012/#more-1405.En un tramo del texto, el Grupo Libertario Acción Directa (GLAC), alude a laorganización mínima y las tácticas insurreccionales, afirmando que: «ejemplos como el de Grecia ponen en evidencia que la organización mínima y las tácticas insurreccionales dificultan mucho, cuando no impiden, la participación significativa en los movimientos sociales y las revueltas populares. A pesar de que los compas derrochan dedicación, constancia y valentía, su falta de estructura les impide recoger los frutos de su actividad y proponer líneas de trabajo coordinadas que hagan avanzar los movimientos espontáneos hacia instancias revolucionarias». De nuestra parte, a modo de acotación que introduce una distinción necesaria respecto a la posición del GLAD, cabe decir que, en lo concreto, lo que dificulta mucho –cuando no impide– el avance de la Anarquía, son estas concepciones populistas aferradas al culto revolucionario y sus viejos esquemas de organización y acción, mediante las que se asignan un rol “orientador” más allá de la situación y la disposición reales de la servidumbre voluntaria, imponiendo la espera y el inmovilismo al anarquismo. Como bien señalan los compañeros de la CCF de Grecia, el nuevo anarquismo «Anula las cohibiciones y desarma las excusas que invocan a “la necesidad de  un movimiento de masas para que sea factible la insurrección anarquista”. Nosotr@s decimos que la hora es ahora y el lugar es aquí mismo en cualquier parte donde nos encontremos. No aplazamos para mañana algo que podemos hacer hoy. Un grupo decidido y minoritario de anarquistas de praxis es mil veces más tenaz  que la  falta de firmeza de un gentío cobarde y sumiso de oprimid@s. No tenemos ninguna razón para esperar a nadie».Vid. Conspiración Ácrata, “Una conversación entre anarquistas”, recogido en http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4478

  (2)“Contra las falsificaciones de Rojoscuro (respuesta a toda la mierda que mandasteis)”,  ardorosa contestación de los Proletarios Internacionalistas a los compañeros del portal electrónico anarquista Rojoscuro, motivada por el rechazo explícito de estos compañeros a los intentos de publicación en nuestros medios del libro en cuestión.  Anótese, así sea a efectos informativos, que el GCI trató de publicar sin éxito su Crítica a la ideología insurreccionalista en las editoriales libertarias Bardo y Klinamen. Como dato curioso, vale destacar la reciente publicación de “La contrarrevolución rusa y el desarrollo del capitalismo” del Grupo Comunista Internacionalista, con Libros de Anarres de Buenos Aires,  distribuido por Virus de Barcelona.

 (3)Id.

 (4)Al respecto, habría que aclarar  que, con el aserto“lenguaje próximo a nuestras críticas”, estamos haciendo referencia a un conjunto de análisis y planteamientos en torno a hechos concretos que se aproximan a la manera en que generalmente los abordamos y a la forma en que los concebimos. Naturalmente, esto no incluye las sepetecientas alusiones a la “dictadura del proletariado” ni los insistentes llamados a construir el “Partido Comunista Mundial” y mucho menos, la invocación espiritista a la difunta “clase obrera”.

 (5)Vid. “El Grupo Comunista Internacionalista escupe sobre el internacionalismo proletario”, disponible en:http://es.internationalism.org/book/export/html/1101

(6)Introducción a la “Crítica a la ideología insurreccionalista”, mimeo.

(7)Los Tigres de Sutullena, “La epidemia de rabia en España (1996-20079)”, disponible en: http://reflexionrevuelta.wordpress.com/2011/01/08/los-tigres-de-sutullena-la-epidemia-de-rabia-en-espana-1996-2007/ Debe tenerse imperativamente presente que traer a colación ahora las posiciones de Los Tigres de Sutullena no pretende más que facilitar una ubicación de contexto y mostrar una panorámica de la multiplicidad de matices en torno al “insurreccionalismo”, pero de ningún modo sostener que estas son las reflexiones que se desprenden de la presente circunstancia. Sin embargo, pese a las discrepancias, es harto recomendable la lectura de los apartados «El anarquismo oficial» (1)  y «El antagonismo juvenil»(2), así como las “conclusiones” de cierre, donde se recomienda «el rechazo de la alienación militantista».Vale señalar la enorme contradicción implícita en las mentadas “conclusiones” de los Tigres donde, a pesar del pretendido rechazo a la «raíz individualista» del insurreccionalismo, se afirma contundentemente que«en las condiciones actuales una práctica anticapitalista y subversiva no puede quedar anclada en la espera de las “masas”, de la adhesión de sectores amplios de población, ni fiar a ésta todas sus perspectivas de futuro ».

(8)Op. Cit., Daniel Barret (Rafael Spósito), Pág. 78-79.

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