(traducción enviada al e-mail)
EL MUNDO EN UNAS LINEAS
A veces,
ciertos episodios pequeños tienen para nosotros el poder de la
metáfora
sobre el mundo.
En los
últimos días he recibido muchos telegramas, tanto de compañeros como
de otros que
no son o no se definen así. Unas pocas líneas, ya que el
formulario
eso impone, generalmente dos.
Sin embargo,
en esas lineas hay un mundo, nuestro mundo. Palabras de
libertad, de
solidaridad, de sueño, de humor y de amor. Palabras que
animan, que
hacen reír, que conmueven. Palabras mágicas, ya que hacen
presente la
ausencia. Aluden a las luchas, a las cárceles que saltan en el
aire, a
afectos que no se rompen; a la vida para la cual estamos luchando.
Una tarde, en
aislamiento, escuchamos a los detenidos de otras secciones
golpear las
barrotes y gritar - los gritos de siempre, "libertad",
"amnistía"
...
Nosotros,
también, eramos pocos, hemos decidido unirnos a la protesta. Es
el mínimo. Y
gritamos no tan sólo libertad, sino también el nombre de un
tío,
desconocido para nosotros, que se murió el mismo día, ahorcado en una
prisión, a
cuarenta kilómetros de aquella en la que estamos encerrados.
Después de un
tiempo, el guardia viene y nos dice simplemente: "¡Ahora voy
a escribir
unas líneas!", "unas líneas" en la jerga del carcelero, un
reporte
disciplinario. Incluso aquellas pocas líneas, así como los
telegramas,
contienen todo un mundo. La mezquindad, el servilismo, el
poder. Con
unas líneas simples, una detención puede ser extendida. Y es en
el fondo una
cosa pequeña. Pero con unas líneas otras vidas se rompen.
Personas
en otras partes de la ciudad y del mundo, son expulsadas,
borradas,
condenadas a muerte. En otros tiempos, terminaban en una nube de
gas, o debajo
de la nieve, o en frente de un pelotón de fusilamiento, o en
islas
remotas.
Repito
mentalmente algunas palabras de los telegramas, y creo que tenía
razón Stig
Dagerman: "Quien construye cárceles se expresa siempre peor de
quien
construye la libertad". Después vuelvo a golpear y a gritar, junto
con mis
hermanos.
Máximo
(Escrito en
la prisión de Tolmezzo
30 de agosto
2012)
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