Por HNDL
Después de ensañarse con los
parientes de Hans, como hace todo
buen policía cuando ha sido humillado dado que no puede ir y lloriquear frente
a las cámaras, ahora la Narco Sur y sus fieles sabuesos sin olfato de la
Hinteligencia Policial insisten en declarar rebelde a Hans para que no haya
juicio y quede clandestino para siempre.
Este jueves a
las 11, a solicitud del Fiscal Héctor Barros, antaño fiel escudero de Jalandro
Peña, se volverá a discutir la declaración de rebeldía y sobreseimiento
temporal, teniendo como nuevo antecedente los resultados negativos de los
allanamientos del 23 y el 25.
*¿Quién es Barrito y por qué nos
resulta un sujeto tan despreciable?*
Barrito era
la mano derecha de Peña en la Fiscalía Narco Sur, pero como hombre prudente que
es (o más que su Jefe, lo que no en verdad es mucho decir) él no se subió al
barco del Ministerio de Seguridad Pública (del Interior), sino que mandó ahí a
su querida esposa (esperemos que la trate mejor que como el Zar del Jale
trataba a la suya) a Interior, y él se quedó trabajando ahora con Sacoepelotas
Guzmán en dicho Excelso Pilar del combate Antiterrorista librado hidalgamente
por el Estado de Chicle.
Antes y después,
se trata de un típico fiscal/paco: mediocre, tonto, pero hinchapelotas en lo
que se trata de hostilizar a quienes sus jefes les señalan como enemigos (o
presas).
Tan mentiroso
como Peña y cualquier fiscal promedio, dijo en su momento - cuando quedó a
cargo de ese antro de hijos de puta-, que las casas como la Sacco y la Crota
eran “centroa de fachada” de la asociación ilícita:
“ellos
señalaban que las casas okupas tenían como finalidad ser bibliotecas, y el
dinero que poseían era para financiarlas. Pero en estas viviendas no existían
ni tales bibliotecas, ni libros. Sí había, por ejemplo, posters. Para mí es
importante, porque le puedo decir al juez que la teoría del caso de ellos es
que aquí opera una biblioteca, pero resulta que no incautamos libros,
incautamos esto”. (“Fiscalía Sur se va de queja contra juez por cas bombas y
advierte: ‘todos los grupos terroristas se defienden con el montaje’”, La
Segunda, viernes 6 de mayo de 2011)
Pueden
informarse más sobre el proceder usual de estas sabandijas en el libro de Tania
Tamayo. Para muestra un botón:
I.-
Los detalles
finales de los allanamientos del sábado 14 de agosto se cocinaron en la sala de
reuniones de la Fiscalía Sur de la Región Metropolitana, a un costado de la
oficina del Fiscal Regional, en el sexto piso del edificio de Gran Avenida. Ese
viernes 13 era un día especial para Alejandro Peña. Citó a todo su equipo y a
los agentes de la policía, especialmente de la Dipolcar, para coordinar el
operativo del día siguiente. Todo debía salir impecable, estaba ante el caso de
mayor trascendencia de su vida.
Para la hora
del almuerzo, Peña convocó a los fiscales Emilfork, Rojas, Sabaj y Vergara. A
algunos les dijo, muy formalmente, “necesitamos de tu comparecencia (…) No lo
puedo comentar ahora, pero es importantísimo. Cuento contigo entonces”. Sólo
Héctor Barros se excusó. Y es que con él había trabajado paso a paso y a
puertas cerradas los hitos del operativo durante los dos meses que estuvo al
mando de la investigación, algunas veces con la presencia física o por teléfono
del ministro Hinzpeter.
Tras varias
horas de reunión, ya después de las 18:00 horas, los fiscales tenían afinado
cómo debían proceder. Frente al equipo encargado de la investigación del Caso
Bombas se desplegaba un gran papelógrafo de casi dos metros, con una serie de
imágenes impresas digitalmente. Éstas incluían fotos de los sospechosos, sus
familias, sus casas y las calles donde vivían. También estaban marcados ahí
cada uno de los bombazos investigados, las ramificaciones de la supuesta
asociación ilícita. Casi todos los futuros detenidos fueron incluidos en él. La
excepción fue Vinicio Aguilera y Diego Morales, para cuya detención jamás
existió orden alguna.
Esa tarde
también se habló de los mecanismos para proceder al día siguiente. Peña
insistió que todas esas instrucciones debían quedar en la más pura reserva.
Todo estaba listo para ponerse en acción la madrugada del sábado, por lo que se
les pidió estar atentos a sus teléfonos celulares.
—
II:_
Ahí, junto a
la Fiscalía Regional, estaba sólo Sylvia Delgado, que era la directora
ejecutiva de la Sur, pareja del fiscal Héctor Barros, y quién hoy se desempeña
en la unidad de Orden Público del Ministerio del Interior junto a Alejandro
Peña.
—
III:_
A Peña le
gustaban los diarios, donde tenía periodistas de confianza, uno o dos en cada
medio (Patricio Carrera en La Tercera y Pedro Lazaeta en El
Mercurio eran los favoritos), quienes publicaban sus trascendidos y le hacían
entrevistas cuando la Fiscalía las pedía. Esta situación no cambió con el Caso
Bombas: La Tercera y El Mercurio son los mismos medios que entregaron
los trascendidos, el material secreto de la investigación y los avances de la
BIPE y la Dipolcar con las líneas investigativas respectivas.
En esos
mismos diarios había sido él quién había puesto de moda la suma de los años de
presidio para los inculpados en recuadros o infografías: 220 años, 300 años,
400 años sumaría ésta u otra banda; 200 y tantos años de prisión pedía la
Fiscalía Sur en los reportajes para cuando, por ejemplo, los sospechosos eran
más de 20. Aunque si se separaba las penas, los años por cada inculpado no eran
tantos, la suma global sonaba imponente.
En los
primeros momentos como Fiscal Regional su brazo derecho fue Pedro Ortustheguy,
el primer fiscal jefe de Chile, quién fue traído desde Coquimbo en el 2003 a
cargo de las coordinaciones con el Servicio Médico Legal, el Ministerio de
Salud, y las policías. Sus otros cercanos fueron: Héctor Barros, Marcos
Emilforck, Pablo Sabaj, Juan Pablo Buono Core y el joven Francisco Rojas. Una
especie de cofradía donde se protegían de los enemigos de otras fiscalías, de
los funcionarios no tan amigos y de rumores de líos de faldas ocurridos con
frecuencia y justificados por los “largos turnos” que pasaban a cargo de sus unidades.
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