Cada cierto tiempo, cíclicamente, el anarquismo colectivo o
social se vuelve limitativo para algunxs anarquistas y se reafirma cierto
individualismo anarquista. Sucedió a finales del siglo XX cuando algunxs
de lxs grandes pensadorxs anarquistas comenzaron a poner en duda algunos
de los dogmas comunistas. Está pasando de nuevo y, una vez más, somos testigos
del pánico de algunxs anarquistas sociales a medida que su sueño tranquilo se
va viendo alterado y ellxs, conscientemente o no, refuerzan el dominio del
Estado al condenar a sus hermanas y hermanos indisciplinadxs que parecen
amenazar su búsqueda de lo que un compa bien ha definido como “anarquismo civil”.
Este anarquismo civil es una criatura horrible. Un monstruo
viscoso, vil y despótico con ojos en la espalda que trata de ser lo que
probablemente el anarquismo nunca será: apetecible para las modernas masas
consumidoras.
Una de las principales cualidades que buscan aquellxs
involucradxs en la realización de ataques es recuperar la conciencia de sí
mismxs y de lxs otrxs, recuperar el poder personal, efectuar una ruptura
radical y dramática de la sociedad, con sus intolerables jaulas de la norma social
y la consiguiente muerte de la sensibilidad individual. Algunos comunicados de
esta tendencia son rebuscados y poéticos hasta el extremo y no son para todos
los gustos, peroleer un comunicado de la Federación Anarquista es
mortificante. Es la marcha fúnebre materialista de la política contra la vida,
la voz patriarcal de la “razón política” contra el espíritu salvaje y rebelde,
de la política contra mí.
Lxs combatientes buscan recuperar la voluntad propia y
disipar la falsedad. Esto solo puede surgir de tu experiencia, no de la
experiencia o los dogmas de otrxs, si bien implica tu relación con unxs pocxs
compas en el interior de la “masa” o de la “clase trabajadora”. Hasta que esto
sea real, en la calle, hay poca lucha genuina que se puede encontrar en alguna
multitud abstracta de gente con la que no tienes relación. Parece increíble
leer las reflexiones de aquellxs que se identifican como anarquistas de la
Federación (formal) y, aun más inútil, tener que criticarlas. Es un poco como
criticar el espectáculo de un payaso según los criterios aplicados a un drama
serio. Para mí, aquí, la cuestión es la misma negación de la individualidad que
impone el Estado – encarrilar a seres humanos únicos en cualquier
categoría utilitarista realizada por pedagogos y patronal, que consideran lo
individual peligroso y poco manejable, pero encuentran inmensamente cómoda una
jaula ideológica abstracta.
Esta falta de autenticidad y las consiguientes políticas
anacrónicas de su “organización revolucionaria” como totalidad se reflejan en
el ultraje de la Federación en relación con el ataque armado contra el
dirigente italiano del sector nuclear, Roberto Adinolfi, y el paquete bomba
enviado al director general de la agencia tributaria italiana, Marco Cuccagna.
La Federación manipula maliciosamente los hechos de este último, para
prostituir su ideología particular al describir al dirigente de la agencia como
un “trabajador”. Esto no solo es un insulto a la inteligencia de cualquiera que
pueda ver con bastante claridad que el objetivo era uno de los patrones que les
roba cada día las pagas ganadas duramente, sino que es desconcertante ya que
fingen “preocuparse” por el sufrimiento de estos objetivos y declaran
categóricamente que también se preocupan por la “clase trabajadora”. Si soy
realista conmigo mismx, entonces puedo decir que no me preocupa lo más mínimo
si este ladrón burócrata es atacado, herido, asesinado. En realidad, me alegra.
Supongo que a mucha gente tampoco le importa e, incluso, puede sentirse algo
satisfecha y hasta disfrutar con la noticia.
Algunas preguntas básicas a la Federación que realmente no
requieren respuesta: ¿quién es esta gente de la “clase obrera” de la que
habláis?; ¿cuántos individuos que conforman la “clase obrera”
conocéis personalmente?; ¿cómo sabéis si toda esa gente condena los
ataques a la infraestructura capitalista, la patronal y los recaudadores de
impuestos?; ¿qué os da el derecho de hablar en nombre de todxs?; ¿qué pensáis
de la “clase trabajadora” que se rebeló en Londres en agosto de 2011 (y a lo
largo de la historia)? Hasta plantear estas preguntas resulta ridículo,
pero una ojeada rápida al discurso de la Federación las hace necesarias puesto
que parecen muy segurxs de sí mismxs.
La mentalitad de la Federación/Libcom continúa con su
valoración psicométrica de las supuestas “tácticas terroristas”. Toman prestado
otro fantasma sin sentido de los medios hostiles y el Estado – el “terrorista”
estúpido y carente de criterio anarco-insurreccionalista. De nuevo, ¿cuántos de
estos individuos conoce la Federación y cómo sabe la Federación que estos actos
no forman parte de una vida más rica y compleja? Además, por señalar lo obvio,
los métodos insurreccionales están diseminados entre lxs hostiles al mundo, tan
diseminadxs como “organizadxs” y, a veces, tienen más en común con la revuelta
de la “clase obrera” que cualquier cosa que la Federación intente. La Federación
permanece silenciosa sobre esta realidad básica, prefiriendo solo algunos
saludos fraternales a la ira de la “clase obrera” que podrían ser mucho más
constructivos si solo lxs indisciplinadxs reconocieran la sabiduría de los
médicos de la Federación y se tragasen sus prescripciones.
Aquí la Federación se muestra nuevamente incapaz de librarse
de las ataduras de la ideología; una nueva negación de la complejidad del ser
humano y de su encarrilamiento dentro de alguna categoría abstracta útil. Pero
si observamos las reacciones de la Federación hacia otrxs anarquistas, en
realidad, se hace más siniestro ya que frecuentemente son prácticamente
imposibles de distinguir de las de nuestros enemigos. Su campo elegido es
internet. Una breve revisión no solo de críticas de la tecnología, sino también
de la experiencia de esta, revela lo destructiva que es esta forma de
interacción de masas anónima. Por otro lado, el lenguaje usado por la
Federación es parecido a experimentar el puño de la represión cayendo sobre la
cara humana del anarquismo. La Federación refuerza al Estado, adoptando la
retórica del sistema industrial-militar-tecnológico, por ejemplo, sus recientes
condenas, antes mencionadas, a las “tácticas terroristas”.
En la búsqueda de la liberación, el individuo debe poder
expresarse, seguirse. El individuo no está siempre en desacuardo con el
colectivo, pero intentar empujar los impulsos individuales dentro de una
colectividad o sociedad en contra de su voluntad es totalmente inútil. La
voluntad individual, tarde o temprano, se rebela porque una colectividad de
masas forjada a expensas de la libre voluntad individual supone reglas y
regulaciones (aunque sean informales o, incluso, no explícitas) que van contra
la libertad de la vida, el sentimiento y el pensamiento. Estas tendencias ya
estuvieron en guerra antes y vale la pena leer los ensayos de Voltairine de
Cleyre sobre este tema con su propuesta de que el individuo anarquista sea
libre de expresar la rebelión propia a su manera. Ataques violentos contra los
patrones y el Estado alejarán a algunas personas, pero no a todas. Acciones
pacifistas alejarán a algunas personas, pero no a todas. Incluso si pudiéramos,
de una vez por todas, identificar a cada una de las personas de la “clase
obrera” y consiguiéramos que aceptaran que son “clase obrera”, ¿piensan
realmente las Federaciones que esta masa de gente tendrá una visión homogénea
del cambio social, de las causas de la miseria y del mejor camino para la
liberación (si todxs aceptan que la liberación es su objetivo)? Lxs anarquistas
civiles buscan una clase proletaria consciente conducida con determinación
aunque ya no existe de la forma en que la describen como sujeto revolucionario
de Occidente. Se han embarcado en una búsqueda vacía que termina en esterilidad
respecto al nivel del actual e incontrolable conflicto social de masas y, de
todas formas, en gran parte no consiguió seguir sus propias políticas a través
de sus conclusiones.
La separación de las personas en clases es, de alguna forma,
un sinsentido cuando no está basada en sus acciones u opiniones individuales.
Una breve mirada a la historia nativa americana, por ejemplo, nos muestra lo
banal e impreciso que es hablar del “pueblo nativo americano” en un torrente
homogéneo de mal aliento: había guerrerxs indígenas luchando contra el
genocidio y la asimilación y había gente indígena que operó en secreto con el
Estado americano y se volvieron contra su propia gente para acumular dinero y
poder.
Aquellxs de nosotrxs a lxs que puede asignarse la etiqueta
de insurreccionalistas, individualistas y/o nihilistas no hacen
reivindicaciones perfectas para saber cómo sucederá la revolución. Hay una gran
humildad en las palabras de lxs rebeldes emergentes y los grupos de lucha
armada. Diría que, en este punto de la historia, cuando se han intentado tantas
cosas y han fallado tantas otras, admitiremos que no sabemos qué es lo
correcto, qué “funcionará”. La gente es mucho más compleja y el mundo, enorme.
La síntesis de la Federación de todo dentro de la “lucha de
la clase obrera” es problemática. La clase obrera tal y como estaba considerada
ahora ha desaparecido y, de todas formas, como la democracia, estaba enraízada
para muchxs en el horror y las mentiras. La democracia se fundó sobre las
espaldas de la clase esclava griega y la Revolución Industrial primero
impuso la destrucción del individuo y, luego, lo introdujo en “la manada
desposeída” para acomodarlo a esta época que odiamos. Centrarse en la “clase
obrera” de esta forma es como ir arrastrándose entre dos formas
diferentes de opresión, decir que preferimos esa forma de opresión sobre esta:
la gente luchó con uñas y dientes para evitar quedar subsumida en una “clase
obrera” a principios de la Revolución Industrial. La asimilación de artesanxs y
gente rural al trabajo industrial fue sangrienta, por lo que el hecho de que
algunxs anarquistas intenten cosificarla ahora, especialmente ahora que la
máquina ha continuado y ahora está subsumiendo la clase trabajadora tradicional
en una clase consumidora post-industrial, no es solo cuestionable, sino
estrambótico. Todos ellos son simplemente estadios en el chirriante progreso de
la máquina y haríamos bien en abandonar todas esas quimeras. Esto no es negar
que una lucha de clases se ha llevado a cabo siempre y se seguirá haciendo,
sino que preferimos el término “guerra social” al de “lucha de la clase obrera”
porque incluye más individuos y sus elecciones, incluyendo a aquellxs que se
consideran tradicionalmente clase trabajadora. La clase, como concepto y
vínculo social, se ha vuelto progresivamente confusa con el paso de los años. A
las personas se las puede dividir con más crudeza– si debemos- en ricas y
pobres, incluídas y excluídas, críticas y acríticas en cuanto al Estado y la
civilización.
Negar la autonomía individual, el reconocimiento y las
relaciones crea alienación y desempoderamiento. La autoridad de una masa
fantasmagórica sobre el individuo no hace nada excepto ayudar al proyecto del
Estado y el capitalismo al aceptar que el ser humano individual no es nada más
que una unidad económica o una vasta y anónima suma de unidades económicas. ¿Es
así realmente cómo queremos definirnos como seres humanos y piensan lxs
anarquistas que tal perspectiva es liberadora? Negar el rol de la acción
individual en favor de una vaga concepción de la “lucha de clases” de antaño es
una ficción peligrosa. Seguramente, es también el proyecto del Estado el
destruir la voluntad y el valor del individuo; no se puede llamar
revolucionario, excepto en el sentido autocrático y superpolítico de ser
gobernadx por el aparato estatal – ninguno de ellos desea el empoderamiento de
lxs individuos o de los grupos afines de individuos que quieren la libertad. El
rol de lxs anarquistas no es desplazar una tiranía, sea democrática,
monárquica, colectivista o cualquier otro tipo de gobierno, por otra.
¿Qué es esta “emisión de comunicados” condenando los actos y
opiniones de otrxs que se consideran anarquistas? Eso es jugar al juego
político del “anarquista bueno” y el “anarquista malo” para los medios y la
máquina represiva de la policía. Eso es minar el significado mismo del término
“anarquía”; una red complicada y cambiante de principios, praxis y relaciones
con el objetivo de la liberación que no es un estado único del ser, eso no es
más que un Estado.Además, el hecho de que la Federación sienta la necesidad de
hacer comunicados contra actos de otrxs anarquistas seguramente debería
demostrarles que su proyecto está condenado. Después de todo, le digo a la
Federación Anarquista y sus compañerxs de viaje: no estoy de acuerdo con
vosotrxs, no deseo el mundo que visionáis. Digo que no soy el/la única que
encuentra vuestras afirmaciones y perspectivas antagónicas a mi propia rebelión
y mi concepto personal de liberación que está basado en mi entendimiento y experiencia
de la opresión del Estado. Y ya que vuestro proyecto depende del absoluto
acuerdo de la masa de la que yo soy parte y puesto que aparece en los debates y
comunicados de la Federación que lo que se visiona es una sociedad anarquista
de masas, yo declaro que quiero libertad no solo del Estado sino de la Sociedad
y de vosotrxs. Pregunto entonces: ¿qué vais a hacer conmigo?Empecé este
artículo, básicamente, deseando animar a aquellxs de nosotrxs que nos
denominamos anarquistas a cesar la condena mutua y a afirmar que ningunx de
nosotrxs tiene la “respuesta”. Sin embargo, acabo percibiendo que algunxs de
“nosotrxs” saben poco de lo que significa estar liberadx de corazón,
pensamiento y acción y, mucho menos, de lo que significan la solidaridad de
clase y la lucha y, si tuviese que imaginar una sociedad anarquista según el
objetivo de la Federación Anarquista, estaría cargada de represiones y varias
prisiones, como esta. Es decir, a menos que aquellxs que impondrían sus
sociedades abstractas al resto de nosotrxs se diesen cuenta de su inutilidad.
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