El 23 de septiembre compañero anarquista T.Mavropoulos (y 5 personas más) fue llevado a los juzgados de menores por una causa que tenía pendiente desde 2007, por los destrozos realizados durante una ocupación de escuela en que participó entonces. Esto es lo que dijo frente a los jueces:
* * *
“…Además, esos burdeles que se llaman escuelas sólo nos ofrecen unos saberes esterilizados. Por esto, cuando ya vamos a las clases, lo que pensamos es cómo vandalizarlas. ¿Además, de qué nos vamos a entusiasmar y cuál de los valores de esa sociedad podemos abrazar? Os lo digamos muy claro: nosotros no somos ni seremos nunca esos chicos buenos en cuáles nuestros padres y profesores querían convertirnos. Aparte de los maestros y profesores, hemos odiado también a nuestros colegas de clase, aquellos que siempre lamian el culo para recibir un buen grado, aquellos que marginalizaban a cada particularidad e iban aislando a los tímidos y raros.”
(Extraído de la reivindicación del ataque por “Círculos Delincuentes”)
Por lo tanto, ahora la palabra la tiene el sabotaje. Sabotaje contra las escuelas, contra las universidades. Sabotaje contra la institución misma de la justicia, de las cárceles, de la policía, del ejercito. Sabotaje contra la cotidianidad de las podridas relaciones autoritarias. La creación de anarquía sigue la de-construcción del presente tejido social.
Empezando pues por la institución de enseñanza, la sociedad se ocupa de trasmitir sus valores a sus nuevos miembros. La disciplina, la obediencia a los que poseen la autoridad, la uniformidad, la percepción democrática con su correspondiente moral : esos son indispensables requisitos para ser un buen ciudadano. Los estrictamente programados horarios didácticos y las estrictamente programadas pausas hacían que hasta una mínima y casual desviación del programa (por ejemplo cuando el maestro estaba enfermo) parecía como la más agradable sorpresa del día. La miserable cotidianidad detrás de los pupitres ponía a prueba la paciencia de cada escolar. Profesores y directores con sus mentalidades fascistas o demócratas intentaban de imponer el orden y la jerarquía, cada uno a su particular manera pedagógica-grotesca. Sin embargo, la responsabilidad por el correcto funcionamiento de la escuela la tenían también aquellos escolares que tras su conformidad cumplían los deberes de los ausentes, y todos aquellos que obedientemente agachaban sus cabezas a los ordenes de sus superiores. Tampoco pudo faltar toda esa basura humana que satisfacía su vanidad siendo elegidos al consejo, lo de 15 miembros, de escuela.
Para todos aquellos pues, los cortos de vista que “inocentemente” se preguntan porqué los que no deseen de vivir bajo del yugo de la institución de escuela no deciden de irse, la respuesta es muy sencilla: el mundo podrido del Poder no puede coexistir con una sociedad de-centralizada en que no haya Poder. La verdadera libertad no se agota en los marcos de la legalidad y de derecho democrático. En lo que se refiere al papel de los rebeldes miembros de la institución de enseñanza: su papel no es otro que sabotearla. Por esto yo también tomo la responsabilidad por haber participado en ésa ocupación de escuela. Estoy de acuerdo con cada vandalismo que se hizo y se hace en cualquier escuela.
Por cierto que la realidad es siempre caótica. Ningún sistema es perfecto cuando sea afectado por imponderables factores externos. De este modo también en la escuela se están manifestando conductas divergentes, escolares indisciplinados, profesores que no hagan bien su trabajo, tanto héroes como anti-héroes. La reducción de ese fenómeno en los marcos más amplios, los de la sociedad, no es otra cosa que el crimen y la lucha contra él. Naturalmente , el gamberrismo y el crimen no pueden ser defendibles si no desarrollasen unas características políticas adecuadas. De otro modo no serán nada más que el otro lado de la misma moneda, la de esa sociedad. Y el capitalismo ha demostrado qué bien puede asimilar a tales casos.
Por lo tanto, siguiendo desde entonces hasta ahora como revolucionario y anarquista no me arrepiento ni por un momento de mis opciones contra el régimen. Al mismo tiempo, no he dejado de evolucionar, tanto en la teoría como en mis prácticas. De las piedras a las balas y de consciente ilegalidad revolucionaria a mi cautiverio en los manos del Estado. Con estas decisiones y vivencias podría rellenar mi viaje personal hacia la salvaje y fascinante experiencia de la revolución. Un viaje que continuo hasta el día de hoy, siendo preso político.
Porque justo a ésta evolución revolucionaria la propongo y la apoyo como opción para todos los seres revolucionarios. Todas las cosas se van evolucionando y cualquiera percepción o práctica estancada se convierte en dogma. Quién deja estancado y cristalizado su punto de vista, cuánto progreso no hubiera ya hecho, en cada caso se hundirá en sus propias contradicciones.
A una guerra la gana el más listo, más fuerte y más capaz de adaptarse. La irrupción por sorpresa en el espacio/tiempo social deja paralizado-de manera material, ética e ideológica-el campamento del enemigo, a pesar de su posible superioridad. Frente a él lo que tenemos de proponer son sólo nuestras armas. Lo que queremos y lo que haremos es lanzar rabiosos ataques contra las estructuras y valores de esta sociedad. Armar a nuestras consciencias para robarnos nuestra propia libertad. Revolución primera y siempre.
Theofilos Mavropoulos
preso político
Ala A de cárcel Koridallos
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