(Nota de Rojoscuro: Extracto de una
entrevista realizada al compañero Gustavo Rodríguez, por los compañeros de la
publicación Conspiración Ácrata.
El dialogo completo se puede leer en http://rojoscuro.blogspot.com/2012/11/entrevista-al-companero-gustavo.html
Desde aquí queremos expresar nuestra total
solidaridad con el compañero Gustavo, que una vez más ha sufrido los ataques y
calumnias de los anarco-bolcheviques de “Noticias de la rebelión”.)
C.A.:
Muchos escépticos insisten en que la nueva insurrección anárquica, puesta
en marcha por la tendencia informal, es un desatino suicida –apto sólo para
“imbéciles”–,que no corresponde con las actuales “condiciones objetivas y subjetivas” de las luchas y que ha llevado
a prisión y a la muerte a varios compañeras y compañeras. Incluso, hay quienes
han llegado a afirmar que las propuestas insurreccionales anárquicas son una “ideología”
contrarrevolucionaria “que niega el
programa de la revolución”. ¿Cómo interpretas la proliferación de
estas descalificaciones?
Primero tendríamos que contextualizar estos ataques y descalificaciones.
Sin duda, el Siglo XXI, pese a la imposición de la “ideología ciudadana” y la globalización del capital –con su nueva y
particular fisonomía, alejadísimo de lo que fuera en el XIX y XX–, nos
brinda oportunidades inéditas a los anarquistas de praxis; sobre todo, al
reconocernos como los únicos aferrados a
luchar no por la trasformación cosmética de la opresión que pregonan los
regímenes populistas latinoamericanos (Cuba, Venezuela, Bolivia, Ecuador,
Nicaragua), de la mano de la socialdemocracia internacional con su trillado “Otro capitalismo es posible”, sino hasta
concretar la destrucción definitiva del sistema de dominación.
En esta lucha frontal por la liberación total, contamos además con un
balance crítico puntual que nos ha permitido aprender de nuestros errores
pasados y nos exhorta a no repetirlos. Hoy sabemos –por nuestra propia
experiencia histórica– que no podemos establecer “alianzas” que conducen irremediablemente
al afianzamiento del sistema de dominación, es decir, al fortalecimiento del
Estado y a la consolidación del capitalismo. También estamos conscientes de la
recuperación constante de las luchas por parte de la socialdemocracia, por lo
que las trasnochadas recetas –de autogestión de los medios de producción– que
aún se cuecen para autoconsumo en nuestras tiendas, nada tienen que aportar en
estos días, salvo asegurar la recomposición del Poder y la continuidad del
capitalismo. Pero, a pesar de las oportunas lecciones y de las “favorables”
condiciones de época, la proyección o el colapso definitivo del anarquismo,
continúa recayendo en la historicidad de un cierto paradigma –a todas luces obsoleto–
y, en la tenacidad y el ímpetu que sepamos impregnar a la lucha bajo nuestra
absoluta responsabilidad y con cargo intransferible a nuestra propia
cuenta.
Una vez planteado el contexto,
ahora sí podemos pasar a las “interpretaciones”: Que proliferen los ataques y
descalificaciones contra las propuestas de la nueva insurrección anárquica sólo
es un indicador más de la notable prevalencia de la tendencia informal y de la
puesta en marcha de un nuevo paradigma anárquico que comienza a moverle el
suelo a viejas estructuras orgánicas y anquilosados esquemas de actuación. En
esta misma tesitura se inscriben aquella proterva campaña de la CNT a finales de la década de los años
noventa contra los compañeros encarcelados a raíz de la fallida expropiación
bancaria en Córdoba; los cobardes ataques de la Federación Anarquista Italiana, que mencionábamos con anterioridad
y; los acuerdos de pasillo del reciente carnaval de St. Immier(1). Mención aparte merecen quienes
afirman que las propuestas insurreccionales anárquicas son una “ideología”
contrarrevolucionaria «que niega el programa de la revolución».
En fechas recientes, salió al mercado del “libro
revolucionario”, bajo el título “Crítica
a la ideología insurreccionalista”, un texto “firmado” por uno de los
tantos nombres regionales que adopta el Grupo
Comunista Internacionalista (GCI). En esta ocasión se hace llamar Proletarios Internacionalistas, con el
fin de exacerbar los ataques contra el anarquismo insurreccional –con
particular énfasis contra el nuevo ilegalismo anárquico–disfrazados de “crítica constructiva” y de «lucha intransigente contra todas las
debilidades, contra todas las ideologías que buscan dominarnos»(2).
Desde luego, cuando critican los métodos insurreccionales e intentar
presentarlos como una nueva “ideología”,
recurren a un sinfín de malabares semánticos y piruetas dialécticas que aspira
argumentar que sus ataques no son contra los compañeros que «bajo esta ideología realizan un sabotaje»,
ni contra el sabotaje en sí, sino que están«asumiendo
la lucha a la vez que se despliega una crítica a la fuerza material que
representa la ideología intentando encuadrar esa expresión de lucha»(3).
Pese a que en la Introducción del folleto “Crítica a la ideología insurreccionalista”,
este frente del GCI reconoce que «A lo largo de la década de los 80, diversos
sectores de la militancia anarquista efectuaron un proceso de reflexión y
balance de las luchas revolucionarias que acababan de ser derrotadas a finales
de los 70’, así como de las “nuevas” condiciones que el capital iba imponiendo
en todos los ámbitos de la vida.»; concluye afirmando que:«Todo este proceso se encaminará hacia la
consolidación de una serie de concepciones que conformaran el cuerpo ideológico de lo que se llamará
insurreccionalismo» (subrayados nuestros). Es evidente su intención
difamatoria. Intentan equiparar lo
que a todas luces son cuestiones tácticas con una “ideología” atesorada en los anaqueles de
la posmodernidad “plural” (a espera de futuros consumidores) e inspiradora de
nuevas sectas fundamentalistas.
Cabe señalar nuestro total desprecio por las
ideologías, incluida la “ideología
anarquista”. De ahí, nuestro constante cuestionamiento a quienes se
reivindican “anarquistas” y conciben al anarquismo como un credo y como tal, lo
guardan a buen recaudo. Esa visión distorsionada
(ideologizada) del anarquismo, como hemos insistido en repetidas ocasiones,
sólo es alimentada por los dogmáticos que confunden el ideal con una inmutable
Biblia de la que pueden echar mano cada vez que les invade la incertidumbre,
sienten apetencia por consolarse o la necesidad de esclarecer cualquier
circunstancia que se les presenta, repitiendo sus sagradas oraciones a modo de
penitencia en lugar de enfrentar la realidad concreta y readecuar el sentido de
nuestra lucha.
Si bien es cierto que el GCI ha realizado una encomiable labor teórica, desde la perspectiva
marxiana revolucionaria –rescatando documentos y reflexiones de destacados
luchadores libertarios y, denunciando incansablemente la labor de zapa y las
desvirtuaciones de la socialdemocracia (leninismo–incluidas todas sus
presentaciones–, sindicalismo, populismo, ciudadanismo,
etc.),empleando, la mayoría de las veces, un lenguaje próximo a nuestras
críticas(4)–; no nos cabe la menor duda que esta campaña de desprestigio de la
insurrección anárquica responde a su propia agenda partidista.
Evidentemente, no vamos a caer en la psicosis conspiranoica de las sectas leninistas
(de Trotskos a Stalinos) que se esmeran en poner en entre dicho el origen de “vastos recursos económicos con los que
extrañamente opera el GCI en más de quince idiomas”; insinuaciones obscenas
que pretenden imputarle obscuros nexos con la CIA y delirios similares. Tampoco
nos vamos a hacer eco de las denuncias de otros grupos marxianos revolucionarios que intentan hacerle competencia y le
acusan de haber «engañado a muchos
elementos en búsqueda de posiciones políticas, particularmente a los que están
influenciados por el anarquismo, con sus frases ultra radicales y su exaltación
de la violencia. Por nuestra parte hace tiempo que sostenemos que el GCI
es una clara expresión del parasitismo político (ver «Tesis sobre el
parasitismo» en Revista internacional nº 94), un grupo cuya verdadera razón de
ser es jugar un papel destructivo respecto a las auténticas organizaciones
revolucionarias […] Para nosotros no cabe duda de que, cada vez más a las
claras, está haciendo el trabajo de la burguesía, sea o no manipulado por
fuerzas del Estado»(5).
NO y mil veces NO. No suscribimos
estas difamaciones y escupimos con toda nuestra rabia esta metodología
propia delas sucias maniobras del enemigo. Conocemos desde hace siglos al GCI y nos consta –pese a las abismales
discrepancias– que todas esas “acusaciones” son viles calumnias de la
socialdemocracia que no les perdona una sola de sus críticas ni los constantes
llamados a luchar contra toda la mierda demagógica de los verdaderos parásitos
de las “revoluciones” (desde los bolches a los castristas). Sería deshonesto y
cobarde sumarnos a esa retahíla de infamias en lugar de enfrentar nuestras
divergencias en la confrontación de posiciones. Sin duda, es el camino más
fácil para “neutralizarles” y también el más indecoroso. Nos queda muy en claro
que el GCI no es una de las tantas tapaderas de la CIA tan
frecuentemente agazapadas en las tiendas izquierdistas. Asimismo, reconocemos
que el GCI no está “haciendo el trabajo de la burguesía” ni está
“manipulado por fuerzas del Estado”.
Para nosotros el GCI
es otra cosa. Se trata de una entelequia mitad Iglesia y mitad partido que ha
perdido todo contacto con la realidad al quedar varado en la ideología
obrerista. Al no aceptar la realidad de la derrota, el descalabro y la
liquidación del proletariado, lo que era la expresión más crítica del marxismo
ha quedado atrapada en una perspectiva ficticia bajo la lente deformante de la
ideología, degenerando en una secta de lunáticos trasnochados, incapaces de
extender y radicalizar la lucha contra el sistema de dominación contemporáneo,
negándose a reconocerse atascados en el obrerismo y las formulaciones de dicha
ideología.
Vale recordar los reiterados piropos que nos
propinara el GCI a finales del pasado
siglo y durante los primeros días del milenio, extasiado frente a nuestras «rupturas con diversos aspectos de la
socialdemocracia, como la defensa de la violencia revolucionaria contra el
pacifismo»(6). Al igual que el desaparecido Círculo de Comunistas Antibolcheviques, el GCI se esmeraba entonces en el reconocimiento de la praxis
anárquica del insurreccionalismo en detrimento de los sectores inmovilistas del
llamado “movimiento”. Sin embargo, estos “coqueteos” sólo respondían a la añeja
estrategia maquiavélica de “divide y
vencerás” en un intento frustrado de captación de “cuadros” para su partido
al interior de los grupos de afinidad insurreccionalista.
Definitivamente –a modo de paréntesis–, hay que
registrar cierto “éxito” parcial de su estrategia entre los llamados
“desencantados” de la insurrección anárquica, particularmente en el Estado
español, donde se generó una profunda confusión teórica en torno al
insurreccionalismo a raíz de la represión estatal y el encarcelamiento de
varios compañeros. Basta con leer el mea
culpa de Los Tigres de Sutullena(7)
para tener una somera idea de este lamentable episodio.
Sin embargo, con quienes sí ha comenzado a
concretar vínculos el GCI es con el
sector especificista, en particular con el área del neoplataformismo. Claro
está, a pesar de las notables coincidencias entre ambas formaciones en todo lo
referente a la “lucha de clases”, la
ausencia de un Partido centralizador de las luchas y la necesidad de una “etapa transitoria” (léase, “dictadura del proletariado”), el
divorcio es inminente. Evidentemente, estos grupúsculos protoleninistas –que
insisten en disfrazarse de “anarquistas”– si encajan en la lógica de la
socialdemocracia y en las ideas de ese partido a la hora de concebir este mundo
podrido y, sobre todo, al momento de encarar su apremiante destrucción. Basta
con una somera lectura a sus “tesis” sobre el Poder Popular y las constantes defensas a las burocracias
populistas latinoamericanas, para corroborar lo anterior. Así que estos
“acercamientos” pronto se reducirán a la trillada estrategia de reclutamiento
proselitista y a la despiadada reducción a polvo de los más devotos discípulos
del ¿Qué hacer? que se nieguen a
abandonar los postulados leninoides.
Lamentablemente, este talante competitivo
también puede confirmarse en los asiduos enfrentamientos entre las tendencias
al interior del llamado “movimiento”. En este sentido, permítanme de nueva
cuenta citar extensamente al compañero Spósito (Daniel Barret) para abordar de
manera categórica estos incidentes: «Este
reconocimiento elemental hace que las situaciones de rivalidad y competencia
fraccional aparezcan como decididamente suicidas y como un regodeo inconsciente
y sectario que sólo puede cifrar sus expectativas en la desaparición del
“adversario” y en las mieles de un módico “reclutamiento” proselitista entre
las filas de huérfanos y desamparados que resulten de ello. El camino del
movimiento no parece ser, entonces, el de la “colonización” de los unos por los
otros, en el muy hipotético caso de que en algún lugar hubiera condiciones para
que se produzca un fenómeno tan extravagante. Por lo tanto, en la medida que se
asuman las necesidades de construcción, implantación y desarrollo de un nuevo
paradigma revolucionario, no es de recibo suponer que ello acontecerá a partir
de un iluminado centro de gravedad y luego de la reducción a polvo y vestigios
de aquellos cuerpos a los que se concibe como periféricos. Nada permite
concluir, en estos momentos, que las formas tradicionales que históricamente
asumió el movimiento –paradigmáticas y cuasi paradigmáticas; anarcosindicalismo
y “especifismo” respectivamente– puedan hoy incorporar y absorber a la
variopinta constelación de expresiones nuevas y heterodoxas que se han
desarrollado en las últimas tres décadas. Nada permite suponer, tampoco, que
estructuras orgánicas largamente asentadas realicen un automático, vertiginoso
y entusiasta acto de conversión y reciclaje que las asimile sin más a las
expectativas de los agrupamientos generacionales más recientes. »(8)
Notas:
(1)Para
una pequeña muestra de estos desarrollos es útil recurrir –así sea a efectos de
información general– a la Crónica del
encuentro anarquista de ST. Immier:http://grupolibertarioacciondirecta.wordpress.com/2012/08/25/cronica-encuentro-anarquista-stimmier-2012/#more-1405.En un tramo del
texto, el Grupo Libertario Acción Directa
(GLAC), alude a laorganización mínima y las tácticas insurreccionales, afirmando que: «ejemplos
como el de Grecia ponen en evidencia que la organización mínima y las tácticas
insurreccionales dificultan mucho, cuando no impiden, la participación
significativa en los movimientos sociales y las revueltas populares. A pesar de
que los compas derrochan dedicación, constancia y valentía, su falta de
estructura les impide recoger los frutos de su actividad y proponer líneas de
trabajo coordinadas que hagan avanzar los movimientos espontáneos hacia
instancias revolucionarias». De nuestra parte, a modo de acotación que
introduce una distinción necesaria respecto a la posición del GLAD, cabe decir
que, en lo concreto, lo que dificulta mucho –cuando no impide– el avance de la
Anarquía, son estas concepciones populistas aferradas al culto revolucionario y
sus viejos esquemas de organización y acción, mediante las que se asignan un
rol “orientador” más allá de la situación y la disposición reales de la
servidumbre voluntaria, imponiendo la espera y el inmovilismo al anarquismo.
Como bien señalan los compañeros de la CCF de Grecia, el nuevo anarquismo «Anula las
cohibiciones y desarma las excusas que invocan a “la necesidad de un movimiento de masas para que sea factible
la insurrección anarquista”. Nosotr@s decimos que la hora es ahora y el lugar
es aquí mismo en cualquier parte donde nos encontremos. No aplazamos para
mañana algo que podemos hacer hoy. Un grupo decidido y minoritario de
anarquistas de praxis es mil veces más tenaz
que la falta de firmeza de un
gentío cobarde y sumiso de oprimid@s. No tenemos ninguna razón para esperar a
nadie».Vid. Conspiración Ácrata, “Una conversación entre anarquistas”,
recogido en http://liberaciontotal.lahaine.org/?p=4478
(2)“Contra las falsificaciones de Rojoscuro
(respuesta a toda la mierda que mandasteis)”,
ardorosa contestación de los Proletarios Internacionalistas a los
compañeros del portal electrónico anarquista Rojoscuro, motivada por el rechazo explícito de estos compañeros a
los intentos de publicación en nuestros medios del libro en cuestión. Anótese, así sea a efectos informativos, que
el GCI trató de publicar sin éxito su “Crítica
a la ideología insurreccionalista” en
las editoriales libertarias Bardo y Klinamen. Como dato curioso, vale
destacar la reciente publicación de “La
contrarrevolución rusa y el desarrollo del capitalismo” del Grupo Comunista
Internacionalista, con Libros de Anarres
de Buenos Aires, distribuido por Virus de Barcelona.
(3)Id.
(4)Al
respecto, habría que aclarar que, con el
aserto“lenguaje próximo a nuestras
críticas”, estamos haciendo referencia a un conjunto de análisis y
planteamientos en torno a hechos concretos que se aproximan a la manera en que
generalmente los abordamos y a la forma en que los concebimos. Naturalmente,
esto no incluye las sepetecientas alusiones a la “dictadura del proletariado” ni los insistentes llamados a construir
el “Partido Comunista Mundial” y
mucho menos, la invocación espiritista a la difunta “clase obrera”.
(5)Vid.
“El Grupo Comunista Internacionalista
escupe sobre el internacionalismo proletario”, disponible en:http://es.internationalism.org/book/export/html/1101
(6)Introducción a la “Crítica a la
ideología insurreccionalista”, mimeo.
(7)Los Tigres de Sutullena, “La epidemia de rabia en España (1996-20079)”,
disponible en: http://reflexionrevuelta.wordpress.com/2011/01/08/los-tigres-de-sutullena-la-epidemia-de-rabia-en-espana-1996-2007/ Debe tenerse imperativamente presente que traer a
colación ahora las posiciones de Los Tigres de Sutullena no pretende más que
facilitar una ubicación de contexto y mostrar una panorámica de la multiplicidad
de matices en torno al “insurreccionalismo”, pero de ningún modo sostener que
estas son las reflexiones que se desprenden de la presente circunstancia. Sin
embargo, pese a las discrepancias, es harto recomendable la lectura de los
apartados «El anarquismo oficial» (1) y
«El antagonismo juvenil»(2), así como las “conclusiones” de cierre, donde se
recomienda «el rechazo de la alienación
militantista».Vale señalar la enorme contradicción implícita en las
mentadas “conclusiones” de los Tigres donde, a pesar del pretendido rechazo a
la «raíz individualista» del insurreccionalismo, se afirma contundentemente
que«en las condiciones actuales una
práctica anticapitalista y subversiva no puede quedar anclada en la espera de
las “masas”, de la adhesión de sectores amplios de población, ni fiar a ésta
todas sus perspectivas de futuro ».
(8)Op. Cit., Daniel Barret
(Rafael Spósito), Pág. 78-79.
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