viernes, junio 28, 2013

Un aporte a la reflexion sobre la clandestinidad

Avivando el fuego de nuestro corazón anárquico...
Sobre represión, fuga, solidaridad y lucha


Desde una visión anárquica hemos tenido que asimilar como en los últimos
años algunxs compañerxs se han visto enfrentadxs a la clandestinidad y
como el desconocimiento y el silencio han dificultado la comprensión del
entorno frente al tema.

Aquello nos impulsa a compartir algunas reflexiones, buscando aportar a
una visión más global del tema y al mismo tiempo, enviar fuerza y guiños a
nuestrxs hermanxs en fuga, como un gesto de amor en medio de la guerra.

Es preciso entender que hay dos tipos de clandestinidad, la que se elige
voluntariamente y a la que te ves forzadx a optar en función de
movimientos represivos determinados.

Se hace necesario también poner en evidencia que existe una diferencia
entre actuar clandestinamente y vivir en clandestinidad. Por un lado está
la evasión y la fuga a vigilancia y seguimientos policiales para poder
realizar una acción determinada, en una suerte de “desaparición
momentánea” a los ojos del poder y por otra parte se encuentra el
desarrollo completo de una vida en constante huida y evasión al engranaje
represivo.

Cuando el escenario es el de la vida clandestina-forzada, es
imprescindible que se destruya el mito y la construcción facilista y
panfletaria que asocia la clandestinidad a una especie de victoria y
triunfo colectivo.

Esta actitud fomenta el aire triunfalista, idealiza como victoria en si
misma  un escenario de permanente conflicto y contradicción como es la
clandestinidad. Simplificando todo el análisis en una ecuación en donde
estar prófugx es una suerte de éxito frente al poder.

El problema de esta actitud es que al encandilarse con la supuesta
“victoria” se deja de analizar la real dimensión del escenario de
conflicto y se difunden discursos superfluos, propagandeando actitudes
frívolas y ligeras, completamente ajenas a lo que ocurre en la realidad.

Por otra parte, del hecho de asimilar el que alguien esté en la calle con
una victoria se desprende que la prisión de un compañerx es una derrota y
por ende la/el prisionerx estaría derrotadx. Esta visión errada no solo
estanca la lucha sino que además, trunca las manos y manifestaciones
solidarias, a la vez que contribuye a que la prisión devore al/la
prisionerx.

La asociación de la clandestinidad a una victoria casi carnavalesca,
rodeada de un aura de felicidad, idealiza un escenario de lucha y comete
el error de identificarla como un balance general del combate. En otras
palabras, mitifica, emboba y pierde de vista la magnitud del escenario.

Es reduccionista establecer que hay victoria en tanto clandestinidad,
porque lo cierto es  que si existe victoria, esta se alcanza solo cuando
unx clandestinx, prisionerx o heridx sigue luchando pese a la adversidad,
cuando continúa siendo parte ACTIVA de un entorno de lucha contra el
poder.

No hay victoria en el robo de una vida, no hay victoria en aquellas
circunstancias donde hay que auto-encerrarse bajo llave esperando que baje
la presión policial. No hay victoria en la incomunicación y el
aislamiento.

Parece ser que mucha gente ignora (o prefiere ignorar) que demasiadas
veces unx clandestinx se siente complejamente apresadx y que son realmente
pocos los momentos donde puede sentirse libre.

Victoria significa no someterse, pese al escenario adverso, manteniendo en
alto el espíritu de lucha. A veces el motor que nos impulsa a continuar de
pie será la rabia, en su estado más puro, en otras la venganza o la
necesidad de afrontar el dolor con dignidad  y en otras situaciones
encontraremos la fuerza en la alegría y el orgullo de asimilar que siempre
podemos superar la adversidad, aún cuando ésta no desaparezca del todo.
Siempre se puede inutilizar la mecánica y las jugadas de la represión. Al
comprenderlo, crecemos como gigantes frente a quienes intentan detenernxs.

En el caso de la clandestinidad, esa victoria es individual, es de quien
vive la batalla de huir constantemente y no se doblega ante los golpes.

Claramente la colectividad y las manos solidarias pueden ayudar a la/al
compañerx que enfrenta esa batalla, pero ello no es posible en la medida
en que lxs solidarixs no comprendan que la clandestinidad es el robo de la
vida de unx compañerx y ante tal urgencia se vean llamados a actuar de
forma permanente.

Por lo mismo para que se llegue a comprender la urgencia de solidarizar es
necesario destruir el mito del “jolgorio clandestino”, que servirá para el
panfleto poco elaborado, pero que en nada aporta a quien huye, ni envía
fuerza, porque termina siendo más bien un escupitajo en la cara.

Entonces la solidaridad se mueve en dos ejes simultáneos y
complementarios. Por una parte se encuentra la dimensión material
(seguridad abrigo, techo, comida) y por otra la dimensión moral de quien
huye. Que ambas dimensiones se complementen genera un carácter integral de
la solidaridad.

Evidentemente hay situaciones y necesidades en las que no cualquier
compañerx va a poder aportar, por cuestiones de seguridad, pero donde si
estamos todxs llamadxs es a influir en el levante moral de quien está
huyendo.

Por otra parte bien vale hacer notar que no todxs lxs clandestinxs
reivindican abiertamente el escenario de conflicto que atraviesan y
respetar esa autonomía es primordial para no pasar a llevar la actitud con
la que la/el compañerx está enfrentando su clandestinidad. No puede ser el
entorno amplio de compañerxs quienes impongan voz o silencio a unx
clandestinx, la autonomía deja así de ser una consigna vacía y cobra una
materialidad real.

De igual modo, cuando la voz clandestina ya se ha levantado, el entorno de
lucha no puede jamás y bajo ningún motivo contribuir a silenciar e
invisibilizar a la/el compañerx, de hacerlo solo se evidencian las
miserias y cobardías personales.

El llamado es a que no nos encandile el primer momento de felicidad al
saber la jaula vacía, menos consigna superflua y más acción solidaria. Nos
alegramos por cada compañerx que no logran detener, porque evade una
acción represiva, pero entendemos que ese es solo el primer paso de una
larga y dura batalla, que exige menos frases cliché y más gestos
concretos.

Un sincero abrazo plagado de fuerza a lxs compañerxs Diego Rios, Felicity
Ryder y a lxs perseguidxs de todas partes, aún cuando sus voces no se
hayan hecho escuchar. Nuestra lucha también lxs contempla…

Solidaridad revolucionaria, activa y permanente.


24 de junio de 2013


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