Avivando el
fuego de nuestro corazón anárquico...
Sobre
represión, fuga, solidaridad y lucha
Desde una
visión anárquica hemos tenido que asimilar como en los últimos
años algunxs
compañerxs se han visto enfrentadxs a la clandestinidad y
como el
desconocimiento y el silencio han dificultado la comprensión del
entorno
frente al tema.
Aquello nos
impulsa a compartir algunas reflexiones, buscando aportar a
una visión
más global del tema y al mismo tiempo, enviar fuerza y guiños a
nuestrxs
hermanxs en fuga, como un gesto de amor en medio de la guerra.
Es preciso
entender que hay dos tipos de clandestinidad, la que se elige
voluntariamente
y a la que te ves forzadx a optar en función de
movimientos
represivos determinados.
Se hace
necesario también poner en evidencia que existe una diferencia
entre actuar
clandestinamente y vivir en clandestinidad. Por un lado está
la evasión y
la fuga a vigilancia y seguimientos policiales para poder
realizar una
acción determinada, en una suerte de “desaparición
momentánea” a
los ojos del poder y por otra parte se encuentra el
desarrollo
completo de una vida en constante huida y evasión al engranaje
represivo.
Cuando el
escenario es el de la vida clandestina-forzada, es
imprescindible
que se destruya el mito y la construcción facilista y
panfletaria
que asocia la clandestinidad a una especie de victoria y
triunfo
colectivo.
Esta actitud
fomenta el aire triunfalista, idealiza como victoria en si
misma un escenario de permanente conflicto y
contradicción como es la
clandestinidad.
Simplificando todo el análisis en una ecuación en donde
estar prófugx
es una suerte de éxito frente al poder.
El problema
de esta actitud es que al encandilarse con la supuesta
“victoria” se
deja de analizar la real dimensión del escenario de
conflicto y
se difunden discursos superfluos, propagandeando actitudes
frívolas y
ligeras, completamente ajenas a lo que ocurre en la realidad.
Por otra
parte, del hecho de asimilar el que alguien esté en la calle con
una victoria
se desprende que la prisión de un compañerx es una derrota y
por ende
la/el prisionerx estaría derrotadx. Esta visión errada no solo
estanca la
lucha sino que además, trunca las manos y manifestaciones
solidarias, a
la vez que contribuye a que la prisión devore al/la
prisionerx.
La asociación
de la clandestinidad a una victoria casi carnavalesca,
rodeada de un
aura de felicidad, idealiza un escenario de lucha y comete
el error de
identificarla como un balance general del combate. En otras
palabras,
mitifica, emboba y pierde de vista la magnitud del escenario.
Es
reduccionista establecer que hay victoria en tanto clandestinidad,
porque lo
cierto es que si existe victoria, esta
se alcanza solo cuando
unx
clandestinx, prisionerx o heridx sigue luchando pese a la adversidad,
cuando
continúa siendo parte ACTIVA de un entorno de lucha contra el
poder.
No hay
victoria en el robo de una vida, no hay victoria en aquellas
circunstancias
donde hay que auto-encerrarse bajo llave esperando que baje
la presión
policial. No hay victoria en la incomunicación y el
aislamiento.
Parece ser
que mucha gente ignora (o prefiere ignorar) que demasiadas
veces unx
clandestinx se siente complejamente apresadx y que son realmente
pocos los
momentos donde puede sentirse libre.
Victoria
significa no someterse, pese al escenario adverso, manteniendo en
alto el
espíritu de lucha. A veces el motor que nos impulsa a continuar de
pie será la
rabia, en su estado más puro, en otras la venganza o la
necesidad de
afrontar el dolor con dignidad y en
otras situaciones
encontraremos
la fuerza en la alegría y el orgullo de asimilar que siempre
podemos
superar la adversidad, aún cuando ésta no desaparezca del todo.
Siempre se
puede inutilizar la mecánica y las jugadas de la represión. Al
comprenderlo,
crecemos como gigantes frente a quienes intentan detenernxs.
En el caso de
la clandestinidad, esa victoria es individual, es de quien
vive la
batalla de huir constantemente y no se doblega ante los golpes.
Claramente la
colectividad y las manos solidarias pueden ayudar a la/al
compañerx que
enfrenta esa batalla, pero ello no es posible en la medida
en que lxs
solidarixs no comprendan que la clandestinidad es el robo de la
vida de unx
compañerx y ante tal urgencia se vean llamados a actuar de
forma
permanente.
Por lo mismo
para que se llegue a comprender la urgencia de solidarizar es
necesario
destruir el mito del “jolgorio clandestino”, que servirá para el
panfleto poco
elaborado, pero que en nada aporta a quien huye, ni envía
fuerza,
porque termina siendo más bien un escupitajo en la cara.
Entonces la
solidaridad se mueve en dos ejes simultáneos y
complementarios.
Por una parte se encuentra la dimensión material
(seguridad
abrigo, techo, comida) y por otra la dimensión moral de quien
huye. Que
ambas dimensiones se complementen genera un carácter integral de
la
solidaridad.
Evidentemente
hay situaciones y necesidades en las que no cualquier
compañerx va
a poder aportar, por cuestiones de seguridad, pero donde si
estamos todxs
llamadxs es a influir en el levante moral de quien está
huyendo.
Por otra
parte bien vale hacer notar que no todxs lxs clandestinxs
reivindican
abiertamente el escenario de conflicto que atraviesan y
respetar esa
autonomía es primordial para no pasar a llevar la actitud con
la que la/el
compañerx está enfrentando su clandestinidad. No puede ser el
entorno
amplio de compañerxs quienes impongan voz o silencio a unx
clandestinx,
la autonomía deja así de ser una consigna vacía y cobra una
materialidad
real.
De igual
modo, cuando la voz clandestina ya se ha levantado, el entorno de
lucha no
puede jamás y bajo ningún motivo contribuir a silenciar e
invisibilizar
a la/el compañerx, de hacerlo solo se evidencian las
miserias y
cobardías personales.
El llamado es
a que no nos encandile el primer momento de felicidad al
saber la
jaula vacía, menos consigna superflua y más acción solidaria. Nos
alegramos por
cada compañerx que no logran detener, porque evade una
acción represiva,
pero entendemos que ese es solo el primer paso de una
larga y dura
batalla, que exige menos frases cliché y más gestos
concretos.
Un sincero
abrazo plagado de fuerza a lxs compañerxs Diego Rios, Felicity
Ryder y a lxs
perseguidxs de todas partes, aún cuando sus voces no se
hayan hecho
escuchar. Nuestra lucha también lxs contempla…
Solidaridad
revolucionaria, activa y permanente.
24 de junio
de 2013
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