…Punky Mauri presente!!!
A propósito de cumplirse 3 años de la muerte en combate del compañero Mauricio
Morales y hermanándonos con su postura de vida antiautoritaria que lo
llevó a empuñar diversas herramientas de lucha, queremos saludar su vida
dándole continuidad a la ofensiva contra el poder y compartir algunas ideas y
tensiones surgidas al calor de la permanente insurrección…
El Mauri y nuestro contexto de lucha.
Si bien no podemos quedarnos en lo trágico, no queremos tampoco pasar por
alto lo doloroso que es perder un compañero, de ver su ataúd devolviéndolo a la
tierra tras un trágico accidente y ver a sus cercanos rodeados por policías y
ojos vigilantes. Por más que conozcamos las consecuencias de la lucha contra la
autoridad y estemos decididos a no dejar de actuar, nuestra humana/animal
condición nos hace sentir el dolor de la pérdida y nos llama a seguir enviando
ánimo a sus compañeros más cercanos. Porque ante todo somos guerreros, nunca
soldados carentes de emociones y sentimientos…
Hace ya unos cuantos años algunos compañeros en Chile hemos decidido
involucrarnos con fuerza y compromiso a luchar contra toda forma de autoridad.
Algunos, como Mauri, hemos transitado por diversas prácticas y discursos
anticapitalistas como parte de alguna corriente específica (libertarios,
anarquistas, antisociales, etc). Pero ha sido la práctica misma y las
reflexiones emanadas desde ésta las que nos han llevado a algunos a considerar
que reivindicarnos como parte de alguna ideología particular solo nos arrastra
a empantanar la praxis de ruptura con el mundo de la autoridad encasillando
nuestro accionar dentro de tal o cual discurso pre-determinado. Pero
declararnos hoy enemigos de todo “ismo” no es igual a asumir una posición
eclética y relativista en medio de la guerra social. Por el contrario, sabemos
muy bien qué es lo que no queremos en la lucha: ni jefes, ni siglas, ni dirigentes;
ni poder burgués ni poder popular.
Así, algunos compañeros de Chile hemos forjado nuestra identidad de lucha por un camino propio que se ha nutrido tanto de nuestra propia experiencia como de la de otros compañeros en otros tiempos y lugares. Del camino recorrido no negamos ni una ínfima parte, al contrario, concebimos cada paso como parte de un radical pero siempre inacabado proceso de aprendizaje que nos interesa poner en diálogo con los procesos y aprendizajes de otros afines. Hemos luchado en medio de una sociedad mayoritariamente apática que ha salido de su pasividad el año pasado bajo consignas diversas pero casi siempre reformistas. Pero en medio de la decadencia ciudadana, nuevos compañeros transitan por los caminos de la anarquía. Por eso, antes que echar basura sobre compas que hoy se asumen dentro de tal o cual tendencia específica o “ismo”, nosotros queremos compartir algunos aprendizajes para tensionarlos, nunca para imponerlos como modelo de verdad.
Así, algunos compañeros de Chile hemos forjado nuestra identidad de lucha por un camino propio que se ha nutrido tanto de nuestra propia experiencia como de la de otros compañeros en otros tiempos y lugares. Del camino recorrido no negamos ni una ínfima parte, al contrario, concebimos cada paso como parte de un radical pero siempre inacabado proceso de aprendizaje que nos interesa poner en diálogo con los procesos y aprendizajes de otros afines. Hemos luchado en medio de una sociedad mayoritariamente apática que ha salido de su pasividad el año pasado bajo consignas diversas pero casi siempre reformistas. Pero en medio de la decadencia ciudadana, nuevos compañeros transitan por los caminos de la anarquía. Por eso, antes que echar basura sobre compas que hoy se asumen dentro de tal o cual tendencia específica o “ismo”, nosotros queremos compartir algunos aprendizajes para tensionarlos, nunca para imponerlos como modelo de verdad.
…Por la senda insurreccional.
En algún momento al reflexionar sobre nuestras prácticas de lucha pudimos
darnos cuenta que lo más consecuente con nuestras aspiraciones de libertad y
lucha radical era asumir una postura insurreccional respecto al orden social
autoritario.
Las obsoletas estructuras marxistas leninistas concebían la insurrección
como un paso previo y transitorio que permitiría la tomar del poder a un
partido teóricamente revolucionario para formar un Gobierno Popular, Estado
Proletario, dictadura del proletariado, sociedad comunista, etc. Algunos
libertarios plantean propuestas anti estatales pero mantienen esta idea de
forjar un nuevo orden social regulado por ciertas estructuras de lo que ellos
llaman “poder popular.”
Contrario a esto, nuestras vivencias, decisiones y decepciones nos han
hecho romper tajantemente con dichas propuestas y hemos asumido la insurrección
como un proceso permanente de ruptura con toda lógica de poder y dominación
asumiendo como objetivo la construcción de una vida libre pero sin el interés
de configurar nuevos sistemas y sociedades. Porque cualquier tipo de orden
social tiende siempre a imponer sus reglas y moldear roles entre los
individuos. Sea entonces una autoridad de cuello y corbata, una con casco de
obrero o una que se diga revolucionaria, siempre merecerá todo nuestro
desprecio y rechazo activo.
Todo esto no lo hemos aprendido de la nada sino que después de pasar un
tiempo ofreciéndoles recetas a las masas y tratando de implantarles una
conciencia. Afortunadamente nos dimos cuenta posteriormente que es mejor
plantear interrogantes, desarrollar prácticas de lucha y generar tensiones que
agudicen el conflicto llamando a los explotados a tomar posiciones antes que
regalandoles soluciones ya fabricadas
Así, decidimos también esperar a nadie. Vimos cómo la gente y
ciertos pseudo revolucionarios viven satisfechos reproduciendo una vida
alienante; sin compromisos serios con la lucha, algunos supuestos rebeldes no
aspiran a romper desde hoy con las relaciones de dominación y jerarquía. Esto
lo hemos constatado hace años y no porque algún compañero nihilista nos haya
dicho recientemente que la gente es nuestra enemiga. Sí, la gente es cómplice
de su propia dominación y no podemos esperarles para luchar, pero hoy no les
consideramos abiertamente nuestros enemigos. Siendo autocríticos, reconocemos
que en algún momento difundimos también esa idea y esto nos llevó a conocer
nuevos compañeros pero también rompimos relaciones con gente valiosa, con
personas que sin darse cuenta eran más solidarias y tenían más valores que
ciertos personajes que aparentan ser rebeldes; así como también nos dimos
cuenta que algunos que se llenaron la boca con palabras de guerra optaron
después por el silencio o por “reinventarse” cuando la represión golpeó nuestro
entorno de lucha con las detenciones por el “Caso Bombas” en Agosto de 2010.
Decidimos así asumir que nadie nos puede decir cuándo y cómo hacer las
cosas, que nadie nos puede obligar a esperar a quienes son parte de la masa
alienada o a quienes manifiestan posiciones de espera. Al contrario, es
tremendamente necesario que cada compañero y grupo potencie en la lucha sus
cualidades, sus conocimientos, prácticas y valores antiautoritarios.
Pero tampoco queremos ser los únicos en revuelta y como planteamiento
valórico y estratégico apostamos por contribuir a la expansión de la
insurrección antiautoritaria hacia otros nuevos compañeros ansiosos de destruir
el orden social y deseosos de construir una vida libre de autoridad. Apostamos
a esto a partir de la necesidad de la continuidad de la lucha y de la
transmisión de experiencias entre compañeros evitando caer en la lógica de el
grupo o el individuo luchando aislado contra el poder, que si bien es un camino
digno, impide a veces reconocernos como parte de un contexto de lucha mayor en
tiempo y espacio y limita la experiencia a un reducido número de compañeros.
Pero mientras apostamos por la expansión de la revuelta, nuestra permanente
posición minoritaria no aminora nuestros ánimos y convicciones de luchar con
todo hoy y siempre que exista la autoridad (esperamos un día ya no exista más),
porque un guerrero consecuente muestra sus dientes al enemigo aun cuando los
vientos soplan en contra y la sociedad se encuentra mayoritariamente
pacificada.
Nuestra proyección anárquica.
Suele decirse que los anárquicos/antiautoritarios que apostamos por la
insurrección carecemos de propuestas y proyectos. Eso lo dice generalmente la
gente acostumbrada a que políticos e intelectuales iluminen su camino con
modelos de perfectas sociedades existentes en futuros inciertos y lejanos. Así,
algunos van por la vida ofreciendo mundos idílicos y tratando de convencer a
gente que no tiene interés en arriesgarse a perder la comodidad de la rutina
que ofrece el mundo del capital y la autoridad. Otros, decididos a luchar, no
conciben la acción revolucionaria fuera de esquemas y organizaciones masivas
con programas y siglas pomposas. Otros, más cercanos, ven la insurrección como
una simple sucesión de momentos de placer sin mayores proyecciones.
Sin embargo, nosotros apostamos por una propuesta: luchar hoy de manera
radical para destruir toda forma de autoridad y construir desde el presente la
vida libre que anhelamos para nosotros y nuestros afines. Por eso concebimos
totalmente vigente la propuesta de la proliferación de grupos de afinidad
compuestos por individuos libremente asociados, sin jerarquías y organizados
para la acción (sea cual sea) y, en la medida de lo posible, coordinados
informalmente con otros grupos para resolver necesidades u objetivos concretos.
Después de participar en algunas organizaciones libertarias que más
parecían mini partidos políticos (no todos, por supuesto que no podemos
generalizar), terminamos por practicar la auto-organización individual y
colectiva como una herramienta necesaria para la acción, un medio que se
expresa en concordancia con nuestros objetivos y valores antiautoritarios.
Porque ¿cómo aspirar a destruir la autoridad y vivir libremente si con nuestros
compañeros y formas de lucha de lucha reproducimos lógicas de dominación?
Por eso rechazamos hacer de la organización un fin en sí mismo, una
Organización, una estructura pesada que aspire a ser un referente para los
explotados o a encausar las ansias de revuelta de compañeros anarquistas
aglutinándolos bajo una única bandera o programa, o bajo plataformas de lucha
que exigen reivindicaciones parciales al Estado y se ahogan muchas veces en el
etapismo y la espera por “condiciones óptimas” para la pasar a la ofensiva.
Conociendo personalmente dichas propuestas hemos encontrado en ellas mecanismos
de control abiertos y encubiertos y una tremenda falta de autonomía entre sus
miembros.
Desechando prácticas vanguardistas aceptamos entonces organizarnos, pero
nos negamos a perpetuar unas siglas. Para nosotros, una cosa es la opción de un
grupo, federación o instancia organizativa de identificarse a través de un
nombre más o menos permanente, pero otra cosa distinta es encapsular toda una
experiencia en un puñado de letras y siglas. Dentro de nuestro contexto, firmar
por medio de siglas sería un retroceso teórico y práctico respecto a las
decisiones que hemos tomado y las prácticas de lucha que hemos superado. Sin
embargo, este es un debate abierto que consideramos necesario ampliar hacia
otros compañeros.
Diversas herramientas, diversas tácticas, un objetivo: vivir libres
destruyendo la autoridad.
Para evitar tener que hacernos cargo de los discursos y prácticas de
anarquistas que desarrollan propuestas de vida y de lucha que no compartimos
(como el reclutamiento de militantes al interior de una Organización o la
condena de las ideas de ofensiva contra el poder) simplemente hemos optado por
denominarnos antiautoritarios, respondiendo por nuestros propios actos y
concibiéndonos como una parte de la totalidad de individuos que se organizan
para actuar en el presente contra el capital y la autoridad
Simplemente intentamos llevar la insurrección y la anarquía a todos los
niveles de la vida validando todas las formas de lucha contra el poder, sin
considerar ninguna más importante que otras.
En la dinámica de una revuelta multiforme sin centros ni periferias,
diversas tácticas de lucha entran en diálogo manteniendo sus particularidades.
Intentamos también extirpar de nuestro desarrollo cualquier forma de
especialización en la lucha y tampoco creemos que todas las acciones deban
desarrollarse exactamente bajo los mismos criterios y condiciones. Por ejemplo,
hay compañeros que plantean la necesidad de ser completamente invisibles ante
los ojos del enemigo. Sin duda que este criterio puede resultar efectivo para
evitar golpes represivos a los entornos de lucha que puedan frecuentar
compañeros que han decidido emprender acciones de ataque y sabotaje contra
estructuras físicas y representantes del poder. Pero si todos los compañeros
nos volviéramos invisibles nadie distribuiría propaganda, nadie asistiría a las
actividades solidarias y manifestaciones callejeras ni hostigaría a los
poderosos en sus embajadas en apoyo a los compañeros presos. Si todos
fuésemos invisibles ¿quién levantaría espacios autónomos de encuentro y
discusión entre ácratas? ¿Dónde las mentes inquietas deseosas de conocer más
sobre la anarquía podrían nutrirse de compañía y experiencias?
Lo que verdaderamente tenemos claro es que las opciones de ciertos
compañeros son válidas en el marco de las herramientas de lucha que éstos
decidan empuñar y no pueden ser presentadas como “la forma” de hacer las cosas
ante compañeros que optan por utilizar otros medios. Como ya han dicho algunos
compañeros, tan necesarios como los sabotajes y los atentados contra los
poderosos, son también la difusión de la propaganda impresa, los espacios de
encuentro y las manifestaciones callejeras. Rechazamos así tanto el fetiche por
las armas como la idea de que la propaganda impresa puede concientizar a la
gente. No nos interesa ser militares ni profetas. Optamos más bien por que cada
compañero tenga claras las ventajas y desventajas que trae consigo utilizar uno
o más medios de lucha, siendo evidente la posibilidad de coordinar informalmente
diversas formas de lucha en torno a objetivos puntuales (como las campañas de
agitación) sin conocer a todos los compañeros y decidiendo cada grupo o
individuo de manera autónoma la acción a realizar… Pues como dijeron unos
compañeros que hicieron un afiche en solidaridad con Luciano Pitronello,
“cualquier acción que no transe con el poder es válida y necesaria si su
objetivo es la destrucción de toda autoridad.”
Todas estas cuestiones son parte del crecimiento cualitativo de ciertos
círculos de compañeros en Chile, no son la totalidad de vivencias y
aprendizajes, pero sí creemos necesario dar cuenta de estas experiencias para
que nuevos compañeros no sientan que empiezan desde cero su camino de lucha y
sepan que otros antes que ellos ya se han enfrentado a ciertas situaciones que
generan tensión y hemos superado unos cuantos obstáculos haciendo más
consecuente y ofensiva nuestra lucha.
Sabemos que un guerrero que emprendió su viaje fuera del mundo físico
acompaña nuestros pasos en la batalla cotidiana por recuperar nuestras vidas. Y
esperando que su alma recorra libre otros planos de existencia, nos nutrimos
con la energía de su espíritu indomable que inflama en nuestras palabras y
acciones el irreductible fuego de la insurrección.
Con los compañeros caídos, encerrados,
perseguidos o prófugos;
con todos los compañeros que ven en la
acción multiforme contra el poder
la única salida a las miserias de la
sociedad,
Que la insurrección se expanda y se
agudice.
Por nuestra libertad
Sin Banderas Ni Fronteras, Mayo 2012.
sinbanderas.nifronteras(at)yahoo.com
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