Sofisticación
policial: Carabineros "caza encapuchados" revelan sus estrategias
Tras
años de crítica por no lograr resultados en la persecución de los violentistas
que hacen y deshacen post marchas, se definió una nueva forma de trabajo para
que la fiscalía llegue con pruebas irrefutables ante los jueces. Seguimientos
en postas, que incluso extienden el concepto de flagrancia, y un completísimo
manejo del registro visual, son parte de esta nueva apuesta que ya tiene sus
primeros logros.
por: Malú Urzúa
sábado, 07 de septiembre de 2013
Que la cacería de encapuchados se sofisticó
lo sabe bien Nicolás Sandoval Toro, el joven de 19 años que fue apodado
"el Violeta" por el pañuelo de ese color que usaba para cubrirse la
cara durante la trifulca.
El estaba acostumbrado a que Fuerzas
Especiales lo detuviera en medio de los típicos desmanes post manifestaciones.
Había pasado por eso una veintena de veces. Unas pocas lo habían pasado al
tribunal, pero los jueces, como en todos estos casos, exigían certezas de que
había sido él quien había hecho equis cosa... Quizás había sido otro del grupo
y los policías podrían haberse confundido. Como todos tapaban el rostro,
siempre logró zafar y salir libre, sin condenas.
Siguiendo las instrucciones que dicta la
experiencia del encapuchado profesional moderno, el 26 de junio pasado, después
de lanzar una molotov y aprovecharse del saqueo de una tienda de zapatillas, se
cambió de ropa y aguardó largo rato al interior de la Usach. Como era pleno
invierno, ya anochecía y, tranquilo, paseaba entre las tiendas del persa
Estación Central cuando vio venir hacia él a dos policías de Fuerzas
Especiales.
-¿Y esas zapatillas?, le cuestionaron los
carabineros, apuntando al par recién robado que ya traía puesto.
Lo esposaron, lo llevaron a la comisaría,
lo pusieron a disposición de un fiscal y al otro día se sentó por quinta vez en
el banquillo de los acusados. La sorpresa, esta vez, fue mayor. Equipos de
Inteligencia de Carabineros habían grabado su comportamiento. Segundo a
segundo. Sin perderlo de vista jamás.
El registro daba horas exactas: a las 14:40
horas participaba en los desórdenes, a las 14:57 encendió la mecha de una
molotov, que a las 14:58 se la lanzó a un grupo de motoristas de Carabineros en
Alameda, a las 15:05 su hermano le entregó un par de zapatillas recién robadas
en un saqueo, a las 15:40 ingresó a la Universidad de Santiago y continuó con
los desórdenes... En el patio de ese lugar se cambió de ropa y se puso las
deportivas robadas, a las 17:25 salió, caminó por Ecuador al oriente y cruzó la
Alameda.
«La Segunda Sábado» quiso conocer en
concreto cómo -tras recibir instrucciones de las fiscalías, particularmente la
Centro Norte- el OS-9 y la Dirección de Inteligencia Policial (Dipolcar)
de Carabineros , apoyados con personal de las Secciones de Investigación
Policial (SIP), trabajan para obtener mejores pruebas. Ambas unidades ya
asentaron dos estrategias que están funcionando para realizar las vinculaciones
sin lugar a dudas que pedían los jueces.
"Para
estar ahí, hay que comportarse como ellos..."
Carabineros no habla de seguimientos. Les
gusta más decir que no pierden de vista al sujeto. Ese es, en resumen, uno
de los dos métodos: no le despegan los ojos de encima... tampoco las
cámaras.
Se transforman en presa primordial de esta
estrategia aquellos capuchas que son vistos preparando bombas molotov, y luego
los que atacan a civiles o destruyen bienes públicos y privados. Y allí,
entre medio, mimetizado entre la turba, un carabinero capta todo con cámaras
que pueden estar instaladas en cualquier prenda (eso sí, las mejores
imágenes se registran con el celular).
"Para estar ahí, hay que comportarse
como ellos, vestirse como ellos, usar su lenguaje...", cuenta a "La
Segunda" un carabinero que participa en acciones de este tipo.
-¿Los policías también se encapuchan?,
¿tiran piedras?
-No. A veces, en invierno, una bufanda
ayuda a caracterizarse mejor, pero capucha no usamos. Y piedras no tiramos.
-Entonces, ¿cómo lo hacen para evitar que
los detecten?
-Hay que estar en constante movimiento.
Ellos ya tienen incorporado el concepto de "sapo" y han mejorado la
estrategia de detección. Y si se levantan sospechas, que a veces sucede,
salimos. Es peligroso: Han golpeado a gente común y corriente porque los han
confundido con nosotros.
"Postas
de seguimiento" para mantener la flagrancia
El registro, entonces, debe ser breve.
Aunque, con cortes, puede durar horas. En el caso del joven con pañuelo violeta
-captado en diversas situaciones por casi tres horas- no siempre es el
mismo policía el que lo sigue y lo filma. Se hacen "postas".
Con esta estrategia de "no perder de
vista" se mantiene constante la flagrancia hasta por 12 horas. Eso permite
detener sin una orden judicial.
-¿Y por qué no los detienen al tiro mejor?
-¿Con 80 tipos al lado, todos exaltados, en
su máximo nivel de violencia? Imposible.
-¿Por qué no se cortan las calles y se les
arrincona?
-A veces intervenir puede ser peor, ya que
genera estampidas y pueden verse afectados inocentes.
Monitoreo
desde las alturas
En la mayoría de los casos, sin embargo,
los encapuchados logran escabullirse de su "cazador". Allí comienza
la tarea de "hacer match". No con ADN. Con la ropa.
Después de cada protesta con desmanes,
cuando los detenidos por desórdenes son dejados en libertad, unidades
especializadas de Carabineros, en conjunto con el personal de las SIP, revisan
las cientos de cámaras que captaron los disturbios.Las hay de todo tipo:
pertenecientes a instituciones privadas y estatales; fijas y otras que rotan
hasta 360º manejadas por control remoto; de calidad mediana y alta definición.
La mayoría de ellas están instaladas en
forma permanente. Inteligencia de Carabineros revisa antes de las marchas
su estado y disposición, y ubica las propias en puntos no cubiertos ,
disponiéndolas generalmente en lo alto de los edificios. Esas cámaras son
manipuladas por los mismos policías, que reciben instrucciones permanentes de
hacia dónde filmar, y logran primeros planos a una distancia de más de 500
metros.
Un pequeño detalle en sus vestimentas puede
hacer que un encapuchado se transforme en un blanco posible de detener. Ellos
lo saben y por eso la gran mayoría se cambia la ropa después de la acción.
Incluso la botan en la calle. Sucedió así en el Cerro Mariposa, en Valparaíso,
durante incidentes del 21 de mayo. Un grupo de muchachos quemó dos motos de la
policía uniformada. Grabaciones de testigos permitieron identificar a tres. Al
detenerlos, sólo uno conservaba unas antiparras y las zapatillas, las dos
prendas más caras que traía.
Las zapatillas, de hecho, se han
transformado en la mejor prenda para hacer el match. Unos cordones distintivos,
unas rayas particulares permiten la primera identificación, que luego se
contrasta con las características de estatura y contextura del sujeto.
-Hay algunos que se cubren las zapatillas
con bolsas plásticas...
-No se da mucho. Les es incómodo: Se
resbalan, se les rompen, contesta el policía de los monitoreos.
A quien también Inteligencia pudo
identificar por la ropa gracias a la revisión de cámaras ex post, fue a Io
Javiera Giuria (18), la estudiante apodada "la rubia encapuchada".
El 13 de junio, la liceana lanzó una
molotov a un piquete de Carabineros en Ismael Valdés Vergara con San Antonio.
Era filmada desde lo alto por un policía que registró en video (sin pausas) los
primeros cinco minutos de su huida. En ese lapso, se desenfundó la capucha, se
sacó el buzo azul que vestía y quedó con una polera blanca, shorts grises y las
mismas zapatillas verdes que usó en la acción. El registro se termina cuando la
joven camina a un costado del río Mapocho.
En una operación posterior, Carabineros
entró a la casa central de la Universidad de Chile aduciendo que desde dentro
se habían lanzado otras molotov. Allí detuvieron a varios jóvenes por
desórdenes. Los llevaron a una comisaría, anotaron sus nombres y pronto
quedaron libres. No sabían que entre ellos estaba la misma rubia que habían
filmado escapando .
"La Io se nos perdió entre la
multitud. Pero después, al día siguiente, revisando cámaras nos dimos cuenta
que uno de los detenidos en la Universidad de Chile intentando escapar por una
pandereta vestía igual que la última imagen que teníamos de la rubia. Ya no
estaba detenida, pero teníamos su nombre", dice un policía que participó
en el descubrimiento.
La Dipolcar hizo un match que quedó grabado
en la memoria ciudadana. La estudiante está hoy con arresto
domiciliario. La contundencia de la prueba hizo que su defensa no
rebatiera su participación.
Sin
imagen no hay caso
"Los jueces se están acostumbrando a
este nivel de evidencia y hasta los abogados defensores que saben del tema
ahora piden en audiencia que se muestren las fotos y los videos antes incluso
de acordar una suspensión condicional del procedimiento", plantea uno
de los fiscales que lidia con estos casos.
Ha pasado, entonces, que los persecutores
comenzaron a resignarse a no poder llevar ante los tribunales a sospechosos de
ataques graves cuando no está esa imagen que lo vincula. "Ocurre mucho con
las quemas de buses, por ejemplo", dice un policía.
El es uno de los que ya está resignado a no
dar con los jóvenes que irrumpieron sorpresivamente en la Catedral el 25 de
julio. No estaba previsto que llegaran hasta allí. "De ese ataque no
hay mucho registro. Hay algunas cosas que captaron los fieles y la televisión,
cuando sacaron las bancas. Pero de los destrozos de adentro no hay nada",
comenta.
Y "sin nada", no hay qué hacer.
Cualquier detención que se realice tiene escasas posibilidades si no está el
video o el set de fotos, y como no hay una foto para cada una de las 200
personas que en promedio se detienen en medio de los desmanes, casi todas
quedan libres. Antes, sí, la policía registra sus nombres. Y las mantiene en la
mira hasta que algo salta...
Es claro que así pasó con "la rubia
encapuchada", pero esos registros también permitieron tener en mente al
joven de la capucha violeta que había sido aprehendido en 20 ocasiones
anteriores y que hoy está en prisión preventiva por orden de la Corte de
Apelaciones, esperando juicio.
-¿Cuánto rato, exactamente, lo siguieron a
él?
Misterioso, uno de los agentes de
Inteligencia contesta: "Recuerde que había sido detenido varias veces.
Sabíamos dónde vivía y que era violento... Eventualmente pudimos haberlo ido a
esperar ese día, cuando salió de su casa".
Defensas:
"Cuando la prueba es contundente (...) se puede llegar a un
abreviado"
"Al menos este tipo de casos está
sirviendo para comprobar que quienes causan los desórdenes no son carabineros
infiltrados, o que esto no se trata de un show montado por la autoridad. Tal
vez los jueces ya no declaran ilegal la detención, pero eso no es ningún éxito.
Exito sería que todo este esfuerzo se tradujera en condenas efectivas",
reflexiona una autoridad que se encarga actualmente de monitorear estos temas.
Y se funda en hechos ciertos: De los 15 muchachos condenados por delitos graves
en el contexto de la revuelta urbana ocurridos después del segundo semestre de
2011 -fecha en que la policía uniformada comenzó a trabajar el registro
sistemático-, hasta fines de agosto sólo a uno se le había impuesto pena de
cárcel efectiva. Todos los demás han sido beneficiados con remisión
condicional, para penas que fluctúan entre los 3 años y un día, y los 61 días.
Otros que fueron suspendidos condicionalmente quedaron con prohibición de
asistir a manifestaciones públicas, por ejemplo. El joven que cumple su condena
en la cárcel es Camilo Valdés Mateluna, quien para el Día del Joven Combatiente
del 2012 fue sorprendido en unas barricadas de la comuna de Cerrillos ,
contexto en el cual, se acreditó, lanzó una molotov a una patrulla de
Carabineros. Desde principios de este año, su caso es punta de lanza cuando la
fiscalía y los querellantes intentan convencer a los tribunales de que este
tipo de delitos sí puede poner a la gente tras las rejas , como uno de los
argumentos para pedir prisión preventiva mientras se investiga el hecho. Pero,
en realidad, esa pena efectiva se logró porque Valdés tenía otras condenas por
hechos similares. "Se distorsiona esa información. A él se le impuso esa
pena porque tenía una condena anterior. Una persona que tiene irreprochable
conducta, que no tiene condenas previas, por una molotov no va a sufrir pena de
cárcel", dice María Magdalena Rivera, abogada de la Defensoría Popular ,
una oficina privada que se ha especializado en la defensa de este tipo de
casos.
¿Cómo está afectando a las defensas el hecho de que Carabineros y la Fiscalía lleguen con tanto registro fílmico a algunos juicios?
Contesta Julio Cortés, otro abogado con varias de estas causas a cuestas: "Depende, a veces incluso puede facilitar la labor de la defensa tener una imagen más clara de lo que ocurrió, porque la mayoría de las veces esos videos y fotos contradicen lo que se señala en los partes policiales". Y también han ocurrido equivocaciones. Recuerda, por ejemplo, el caso de Pedro Quezada, detenido por Fuerzas Especiales en Valparaíso y formalizado en 2012. Se le adjudicó el lanzamiento de una bomba incendiaria que en realidad había realizado un encapuchado que andaba vestido casi igual a él. Un análisis más detallado dio cuenta de que un traje tenía dos franjas de color y el otro tres. Pero Quezada pasó 73 días en prisión preventiva antes de aclararse el caso. Julio Cortés estima que, en una protesta normal, del 100% de detenidos "el 90% o más cayeron sólo por estar ahí". De eso se trata lo que ellos llaman "criminalización de la protesta social", y la prueba está, dice, en que a esa gran masa después sólo se le imputan desórdenes simples y las más de las veces ni siquiera se les formaliza. Todo queda como un acto administrativo, se les controla la identidad y se les manda a casa. En el porcentaje restante, admite que "puede haber gente a la que le comprueben su participación en un ilícito y que el video sirva para dirigir mejor la persecución penal y ganar juicios, que es lo que se ha apreciado desde mediados de 2011 hasta ahora".
-¿Qué hacen ustedes ahí?
-Cuando la prueba es contundente, la fiscalía y la defensa pueden llegar a un abreviado. Cuando los hechos ya no se pueden discutir, la única duda que queda es la calificación jurídica y los posibles beneficios.
¿Cómo está afectando a las defensas el hecho de que Carabineros y la Fiscalía lleguen con tanto registro fílmico a algunos juicios?
Contesta Julio Cortés, otro abogado con varias de estas causas a cuestas: "Depende, a veces incluso puede facilitar la labor de la defensa tener una imagen más clara de lo que ocurrió, porque la mayoría de las veces esos videos y fotos contradicen lo que se señala en los partes policiales". Y también han ocurrido equivocaciones. Recuerda, por ejemplo, el caso de Pedro Quezada, detenido por Fuerzas Especiales en Valparaíso y formalizado en 2012. Se le adjudicó el lanzamiento de una bomba incendiaria que en realidad había realizado un encapuchado que andaba vestido casi igual a él. Un análisis más detallado dio cuenta de que un traje tenía dos franjas de color y el otro tres. Pero Quezada pasó 73 días en prisión preventiva antes de aclararse el caso. Julio Cortés estima que, en una protesta normal, del 100% de detenidos "el 90% o más cayeron sólo por estar ahí". De eso se trata lo que ellos llaman "criminalización de la protesta social", y la prueba está, dice, en que a esa gran masa después sólo se le imputan desórdenes simples y las más de las veces ni siquiera se les formaliza. Todo queda como un acto administrativo, se les controla la identidad y se les manda a casa. En el porcentaje restante, admite que "puede haber gente a la que le comprueben su participación en un ilícito y que el video sirva para dirigir mejor la persecución penal y ganar juicios, que es lo que se ha apreciado desde mediados de 2011 hasta ahora".
-¿Qué hacen ustedes ahí?
-Cuando la prueba es contundente, la fiscalía y la defensa pueden llegar a un abreviado. Cuando los hechos ya no se pueden discutir, la única duda que queda es la calificación jurídica y los posibles beneficios.
Lo
que pasó tras la última protesta
De los 216 detenidos durante la
movilización del jueves pasado, sólo respecto de 9 la Fiscalía Centro Norte
estimó que existían medios probatorios para vincularlos con alguna acción
concreta.
Cuatro de estos casos fueron suspendidos
condicionalmente por tratarse de desórdenes simples (tirar piedras, ponerle
palos a una fogata, por ejemplo). Allí, destacaba el caso de un adolescente
capturado por un policía de Fuerzas Especiales cuando se alejó del grupo de
encapuchados con el que andaba. Este escruadrón también está usando cámaras en
los operativos, pero, por el uniforme, les es imposible entrar a los piños.
Se formalizó además a dos jóvenes acusados
de golpear con patadas a un carabinero que estaba en el suelo. Quedaron
citados, uno para juicio simplificado y el otro para un juicio oral.
En todos los procedimientos había fotos y
grabaciones.
Los tres restantes son menores.
Para ver más
sobre los pacos “cazadores”:
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