lunes, septiembre 16, 2013

DESDE LA CLOACA Y EL SAPERÍO DE LA PRENSA


Publicado en el diario La segunda

Sofisticación policial: Carabineros "caza encapuchados" revelan sus estrategias
Tras años de crítica por no lograr resultados en la persecución de los violentistas que hacen y deshacen post marchas, se definió una nueva forma de trabajo para que la fiscalía llegue con pruebas irrefutables ante los jueces. Seguimientos en postas, que incluso extienden el concepto de flagrancia, y un completísimo manejo del registro visual, son parte de esta nueva apuesta que ya tiene sus primeros logros.  
por:  Malú Urzúa

sábado, 07 de septiembre de 2013

Que la cacería de encapuchados se sofisticó lo sabe bien Nicolás Sandoval Toro, el joven de 19 años que fue apodado "el Violeta" por el pañuelo de ese color que usaba para cubrirse la cara durante la trifulca.
El estaba acostumbrado a que Fuerzas Especiales lo detuviera en medio de los típicos desmanes post manifestaciones. Había pasado por eso una veintena de veces. Unas pocas lo habían pasado al tribunal, pero los jueces, como en todos estos casos, exigían certezas de que había sido él quien había hecho equis cosa... Quizás había sido otro del grupo y los policías podrían haberse confundido. Como todos tapaban el rostro, siempre logró zafar y salir libre, sin condenas.
Siguiendo las instrucciones que dicta la experiencia del encapuchado profesional moderno, el 26 de junio pasado, después de lanzar una molotov y aprovecharse del saqueo de una tienda de zapatillas, se cambió de ropa y aguardó largo rato al interior de la Usach. Como era pleno invierno, ya anochecía y, tranquilo, paseaba entre las tiendas del persa Estación Central cuando vio venir hacia él a dos policías de Fuerzas Especiales.
-¿Y esas zapatillas?, le cuestionaron los carabineros, apuntando al par recién robado que ya traía puesto.
Lo esposaron, lo llevaron a la comisaría, lo pusieron a disposición de un fiscal y al otro día se sentó por quinta vez en el banquillo de los acusados. La sorpresa, esta vez, fue mayor. Equipos de Inteligencia de Carabineros habían grabado su comportamiento. Segundo a segundo. Sin perderlo de vista jamás.
El registro daba horas exactas: a las 14:40 horas participaba en los desórdenes, a las 14:57 encendió la mecha de una molotov, que a las 14:58 se la lanzó a un grupo de motoristas de Carabineros en Alameda, a las 15:05 su hermano le entregó un par de zapatillas recién robadas en un saqueo, a las 15:40 ingresó a la Universidad de Santiago y continuó con los desórdenes... En el patio de ese lugar se cambió de ropa y se puso las deportivas robadas, a las 17:25 salió, caminó por Ecuador al oriente y cruzó la Alameda.
«La Segunda Sábado» quiso conocer en concreto cómo -tras recibir instrucciones de las fiscalías, particularmente la Centro Norte- el OS-9 y la Dirección de Inteligencia Policial (Dipolcar) de Carabineros , apoyados con personal de las Secciones de Investigación Policial (SIP), trabajan para obtener mejores pruebas. Ambas unidades ya asentaron dos estrategias que están funcionando para realizar las vinculaciones sin lugar a dudas que pedían los jueces.

"Para estar ahí, hay que comportarse como ellos..."

Carabineros no habla de seguimientos. Les gusta más decir que no pierden de vista al sujeto. Ese es, en resumen, uno de los dos métodos: no le despegan los ojos de encima... tampoco las cámaras.
Se transforman en presa primordial de esta estrategia aquellos capuchas que son vistos preparando bombas molotov, y luego los que atacan a civiles o destruyen bienes públicos y privados. Y allí, entre medio, mimetizado entre la turba, un carabinero capta todo con cámaras que pueden estar instaladas en cualquier prenda (eso sí, las mejores imágenes se registran con el celular).
"Para estar ahí, hay que comportarse como ellos, vestirse como ellos, usar su lenguaje...", cuenta a "La Segunda" un carabinero que participa en acciones de este tipo.
-¿Los policías también se encapuchan?, ¿tiran piedras?
-No. A veces, en invierno, una bufanda ayuda a caracterizarse mejor, pero capucha no usamos. Y piedras no tiramos.
-Entonces, ¿cómo lo hacen para evitar que los detecten?
-Hay que estar en constante movimiento. Ellos ya tienen incorporado el concepto de "sapo" y han mejorado la estrategia de detección. Y si se levantan sospechas, que a veces sucede, salimos. Es peligroso: Han golpeado a gente común y corriente porque los han confundido con nosotros.


"Postas de seguimiento" para mantener la flagrancia

El registro, entonces, debe ser breve. Aunque, con cortes, puede durar horas. En el caso del joven con pañuelo violeta -captado en diversas situaciones por casi tres horas- no siempre es el mismo policía el que lo sigue y lo filma. Se hacen "postas".
Con esta estrategia de "no perder de vista" se mantiene constante la flagrancia hasta por 12 horas. Eso permite detener sin una orden judicial.
-¿Y por qué no los detienen al tiro mejor?
-¿Con 80 tipos al lado, todos exaltados, en su máximo nivel de violencia? Imposible.
-¿Por qué no se cortan las calles y se les arrincona?
-A veces intervenir puede ser peor, ya que genera estampidas y pueden verse afectados inocentes.

Monitoreo desde las alturas

En la mayoría de los casos, sin embargo, los encapuchados logran escabullirse de su "cazador". Allí comienza la tarea de "hacer match". No con ADN. Con la ropa.
Después de cada protesta con desmanes, cuando los detenidos por desórdenes son dejados en libertad, unidades especializadas de Carabineros, en conjunto con el personal de las SIP, revisan las cientos de cámaras que captaron los disturbios.Las hay de todo tipo: pertenecientes a instituciones privadas y estatales; fijas y otras que rotan hasta 360º manejadas por control remoto; de calidad mediana y alta definición.
La mayoría de ellas están instaladas en forma permanente. Inteligencia de Carabineros revisa antes de las marchas su estado y disposición, y ubica las propias en puntos no cubiertos , disponiéndolas generalmente en lo alto de los edificios. Esas cámaras son manipuladas por los mismos policías, que reciben instrucciones permanentes de hacia dónde filmar, y logran primeros planos a una distancia de más de 500 metros.
Un pequeño detalle en sus vestimentas puede hacer que un encapuchado se transforme en un blanco posible de detener. Ellos lo saben y por eso la gran mayoría se cambia la ropa después de la acción. Incluso la botan en la calle. Sucedió así en el Cerro Mariposa, en Valparaíso, durante incidentes del 21 de mayo. Un grupo de muchachos quemó dos motos de la policía uniformada. Grabaciones de testigos permitieron identificar a tres. Al detenerlos, sólo uno conservaba unas antiparras y las zapatillas, las dos prendas más caras que traía.
Las zapatillas, de hecho, se han transformado en la mejor prenda para hacer el match. Unos cordones distintivos, unas rayas particulares permiten la primera identificación, que luego se contrasta con las características de estatura y contextura del sujeto.
-Hay algunos que se cubren las zapatillas con bolsas plásticas...
-No se da mucho. Les es incómodo: Se resbalan, se les rompen, contesta el policía de los monitoreos.
A quien también Inteligencia pudo identificar por la ropa gracias a la revisión de cámaras ex post, fue a Io Javiera Giuria (18), la estudiante apodada "la rubia encapuchada".
El 13 de junio, la liceana lanzó una molotov a un piquete de Carabineros en Ismael Valdés Vergara con San Antonio. Era filmada desde lo alto por un policía que registró en video (sin pausas) los primeros cinco minutos de su huida. En ese lapso, se desenfundó la capucha, se sacó el buzo azul que vestía y quedó con una polera blanca, shorts grises y las mismas zapatillas verdes que usó en la acción. El registro se termina cuando la joven camina a un costado del río Mapocho.
En una operación posterior, Carabineros entró a la casa central de la Universidad de Chile aduciendo que desde dentro se habían lanzado otras molotov. Allí detuvieron a varios jóvenes por desórdenes. Los llevaron a una comisaría, anotaron sus nombres y pronto quedaron libres. No sabían que entre ellos estaba la misma rubia que habían filmado escapando .
"La Io se nos perdió entre la multitud. Pero después, al día siguiente, revisando cámaras nos dimos cuenta que uno de los detenidos en la Universidad de Chile intentando escapar por una pandereta vestía igual que la última imagen que teníamos de la rubia. Ya no estaba detenida, pero teníamos su nombre", dice un policía que participó en el descubrimiento.
La Dipolcar hizo un match que quedó grabado en la memoria ciudadana. La estudiante está hoy con arresto domiciliario. La contundencia de la prueba hizo que su defensa no rebatiera su participación.

Sin imagen no hay caso

"Los jueces se están acostumbrando a este nivel de evidencia y hasta los abogados defensores que saben del tema ahora piden en audiencia que se muestren las fotos y los videos antes incluso de acordar una suspensión condicional del procedimiento", plantea uno de los fiscales que lidia con estos casos.
Ha pasado, entonces, que los persecutores comenzaron a resignarse a no poder llevar ante los tribunales a sospechosos de ataques graves cuando no está esa imagen que lo vincula. "Ocurre mucho con las quemas de buses, por ejemplo", dice un policía.
El es uno de los que ya está resignado a no dar con los jóvenes que irrumpieron sorpresivamente en la Catedral el 25 de julio. No estaba previsto que llegaran hasta allí. "De ese ataque no hay mucho registro. Hay algunas cosas que captaron los fieles y la televisión, cuando sacaron las bancas. Pero de los destrozos de adentro no hay nada", comenta.
Y "sin nada", no hay qué hacer. Cualquier detención que se realice tiene escasas posibilidades si no está el video o el set de fotos, y como no hay una foto para cada una de las 200 personas que en promedio se detienen en medio de los desmanes, casi todas quedan libres. Antes, sí, la policía registra sus nombres. Y las mantiene en la mira hasta que algo salta...
Es claro que así pasó con "la rubia encapuchada", pero esos registros también permitieron tener en mente al joven de la capucha violeta que había sido aprehendido en 20 ocasiones anteriores y que hoy está en prisión preventiva por orden de la Corte de Apelaciones, esperando juicio.
-¿Cuánto rato, exactamente, lo siguieron a él?
Misterioso, uno de los agentes de Inteligencia contesta: "Recuerde que había sido detenido varias veces. Sabíamos dónde vivía y que era violento... Eventualmente pudimos haberlo ido a esperar ese día, cuando salió de su casa".

Defensas: "Cuando la prueba es contundente (...) se puede llegar a un abreviado"

"Al menos este tipo de casos está sirviendo para comprobar que quienes causan los desórdenes no son carabineros infiltrados, o que esto no se trata de un show montado por la autoridad. Tal vez los jueces ya no declaran ilegal la detención, pero eso no es ningún éxito. Exito sería que todo este esfuerzo se tradujera en condenas efectivas", reflexiona una autoridad que se encarga actualmente de monitorear estos temas. Y se funda en hechos ciertos: De los 15 muchachos condenados por delitos graves en el contexto de la revuelta urbana ocurridos después del segundo semestre de 2011 -fecha en que la policía uniformada comenzó a trabajar el registro sistemático-, hasta fines de agosto sólo a uno se le había impuesto pena de cárcel efectiva. Todos los demás han sido beneficiados con remisión condicional, para penas que fluctúan entre los 3 años y un día, y los 61 días. Otros que fueron suspendidos condicionalmente quedaron con prohibición de asistir a manifestaciones públicas, por ejemplo. El joven que cumple su condena en la cárcel es Camilo Valdés Mateluna, quien para el Día del Joven Combatiente del 2012 fue sorprendido en unas barricadas de la comuna de Cerrillos , contexto en el cual, se acreditó, lanzó una molotov a una patrulla de Carabineros. Desde principios de este año, su caso es punta de lanza cuando la fiscalía y los querellantes intentan convencer a los tribunales de que este tipo de delitos sí puede poner a la gente tras las rejas , como uno de los argumentos para pedir prisión preventiva mientras se investiga el hecho. Pero, en realidad, esa pena efectiva se logró porque Valdés tenía otras condenas por hechos similares. "Se distorsiona esa información. A él se le impuso esa pena porque tenía una condena anterior. Una persona que tiene irreprochable conducta, que no tiene condenas previas, por una molotov no va a sufrir pena de cárcel", dice María Magdalena Rivera, abogada de la Defensoría Popular , una oficina privada que se ha especializado en la defensa de este tipo de casos.
¿Cómo está afectando a las defensas el hecho de que Carabineros y la Fiscalía lleguen con tanto registro fílmico a algunos juicios?
Contesta Julio Cortés, otro abogado con varias de estas causas a cuestas: "Depende, a veces incluso puede facilitar la labor de la defensa tener una imagen más clara de lo que ocurrió, porque la mayoría de las veces esos videos y fotos contradicen lo que se señala en los partes policiales". Y también han ocurrido equivocaciones. Recuerda, por ejemplo, el caso de Pedro Quezada, detenido por Fuerzas Especiales en Valparaíso y formalizado en 2012. Se le adjudicó el lanzamiento de una bomba incendiaria que en realidad había realizado un encapuchado que andaba vestido casi igual a él. Un análisis más detallado dio cuenta de que un traje tenía dos franjas de color y el otro tres. Pero Quezada pasó 73 días en prisión preventiva antes de aclararse el caso. Julio Cortés estima que, en una protesta normal, del 100% de detenidos "el 90% o más cayeron sólo por estar ahí". De eso se trata lo que ellos llaman "criminalización de la protesta social", y la prueba está, dice, en que a esa gran masa después sólo se le imputan desórdenes simples y las más de las veces ni siquiera se les formaliza. Todo queda como un acto administrativo, se les controla la identidad y se les manda a casa. En el porcentaje restante, admite que "puede haber gente a la que le comprueben su participación en un ilícito y que el video sirva para dirigir mejor la persecución penal y ganar juicios, que es lo que se ha apreciado desde mediados de 2011 hasta ahora".
-¿Qué hacen ustedes ahí?
-Cuando la prueba es contundente, la fiscalía y la defensa pueden llegar a un abreviado. Cuando los hechos ya no se pueden discutir, la única duda que queda es la calificación jurídica y los posibles beneficios.

Lo que pasó tras la última protesta
De los 216 detenidos durante la movilización del jueves pasado, sólo respecto de 9 la Fiscalía Centro Norte estimó que existían medios probatorios para vincularlos con alguna acción concreta.
Cuatro de estos casos fueron suspendidos condicionalmente por tratarse de desórdenes simples (tirar piedras, ponerle palos a una fogata, por ejemplo). Allí, destacaba el caso de un adolescente capturado por un policía de Fuerzas Especiales cuando se alejó del grupo de encapuchados con el que andaba. Este escruadrón también está usando cámaras en los operativos, pero, por el uniforme, les es imposible entrar a los piños.
Se formalizó además a dos jóvenes acusados de golpear con patadas a un carabinero que estaba en el suelo. Quedaron citados, uno para juicio simplificado y el otro para un juicio oral.
En todos los procedimientos había fotos y grabaciones.

Los tres restantes son menores.


Para ver más sobre los pacos  “cazadores”: 

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