“Al ser practicada la autopsia, se halló la caja craneana de un agente de policía vacía de todo rastro de cerebro y rellena, en cambio, de diarios viejos”.
Alfred Jarry
Los llamados medios de comunicación o mass media, la prensa escrita, la televisión, y todos los medios de transmisión modernos, son hoy una parte central del aparato del Estado capitalista. Toda su labor “informativa” consiste en desinformar y en imbecilizar al proletariado, mostrando como algo natural e impredecible los miles de muertos en accidentes laborales, las cacareadas catástrofes “naturales”, las guerras y el hambre, todas producidas por la explotación y la competencia capitalista. No estamos hablando sólo de cadenas mundiales como la Cnn, pieza clave de las estrategias del Estado yanqui. Aquí queremos referirnos al periodismo chileno, a esos periodistas que en cada lucha social siempre están al lado de los policías.
Cada noticiario es sólo una vitrina de la farándula, sea ésta la de los “artistas” de cartón, apologistas de la miseria cotidiana y de la ignorancia, o la de los políticos burgueses. Las luchas obreras son sistemáticamente silenciadas, o relegadas a unos segundos en el resumen nacional. Así ocurrió el año pasado con las combativas huelgas (muchas de ellas ilegales) de los proletarios subcontratados de las minas como El Teniente, o las luchas de los portuarios y tripulantes pesqueros en Iquique, las que también –como no- fueron saboteadas por la dirección sindical de la Cut. Sólo cuando se multiplicaban las barricadas se dignaban a darles un poco más de importancia en los noticiarios, lo que confirma una y otra vez que sólo la violencia social organizada puede romper el cerco informativo de los poderosos. Y para que hablar de sucesos como las potentes protestas callejeras contra la cumbre de asesinos de la Apec, o las luchas del recién pasado 29 de marzo, cuando se cumplieron 20 años del asesinato de los hermanos Rafael y Eduardo Vergara en la Villa Francia: en varias poblaciones y universidades de Santiago (y de Valparaíso, Concepción y otras ciudades) los proletarios encapuchados homenajearon a todos los caídos enfrentándose con el perraje policial. Y ahí la prensa mostró una vez más su rostro sanguinario: entraron a cada lugar donde ardía la revuelta al lado de los pacos; trataron a los luchadores de delincuentes y lumpen, sin siquiera aparentar algún grado de objetividad; y publicitaron las penas del infierno contra quienes utilizaban bombas molotovs y se atrevieron a cuestionar en la práctica el monopolio de la violencia estatal. Afortunadamente, muchas personas ya los identifican claramente como el enemigo, como los periodistas-policías que son, y los han tratado como se lo merecen. Y esos mismos rebeldes ya no se creen los cuentos de que tales medios son más progres (¡como si eso beneficiara nuestras luchas!), o este canal –burgués- es más pluralista, porque todos son parte de las fracciones capitalistas, y enemigos del proletariado.
Pero no nos detengamos sólo en atacar lo más evidente, la prensa abiertamente aliada del Estado, el capital y la policía. También merece ser pasado por las armas de la crítica ese periodismo de la antiglobalización, la llamada prensa independiente de los partidarios del capitalismo “más humano”, del comercio local justo y toda esa basura, los miserables comeflores de Attac (cuyo verdadero significado es Acciones teórico tácticas de apoyo al Capital), los foros electrónicos de apoyo a las “luchas”, el foro social chileno y su vocero oficioso Le monde diplomatique, que cada vez que organizan un acto lo hacen al amparo del Estado y sus autoridades, que son bomberos de cada conflicto y que no dudan en entregar o llamar a entregar a los activistas a los policías. Ellos se dedican a producir debates donde todo está cortado y espectadores idiotas van a embeberse de las palabras del pensador-mercancía de moda, y crean redes horizontales que esconden el típico verticalismo autoritario de la socialdemocracia. Sus jefezuelos en Chile son gente de la calaña de marcel claude, cercano al gobierno explotador de Lagos, o víctor hugo de la fuente, uno de los dueños de la Feria del disco, enemigo vociferante de los vendedores callejeros (y que como todo buen patrón de izquierda, se dedica a exprimir alegremente a sus asalariados). No sacan nada con dedicar sus libros a luchadores muertos como David Benquis, quien pese a haber apoyado las nefastas posiciones estalinistas, jamás recibió apoyo ni felicitaciones de los estados burgueses, ni fue parte del exilio dorado, ni los capitalistas fueron a su funeral.
Pero escribamos también unas líneas sobre la prensa popular leninista. No estamos hablando aquí de El Siglo ni del partido “comunista” de los creyentes de la marín, cada vez más contrarrevolucionario y que le presenta sus condolencias a la iglesia tras la muerte de juan pablo II, uno de los papas más fascistas y reaccionarios de los últimos tiempos. Nos referimos a todos los izquierdistas que supuestamente son más radicales que el P “C”, los leninistas cuyos boletines siempre dicen representar a los oprimidos, o ser el vocero de el Partido “del proletariado” en construcción, o ya fundado. Los apologistas del trabajo, los que saludan al Estado capitalista cubano, como si fuera un estado “revolucionario”, los obreristas que reducen el apoyo a las luchas sociales según la composición sociológica de los combatientes, y los eternos saludadores de la guerra popular, que apoyan a los presos políticos de otras latitudes del globo, o deliran con la lucha armada mientras más lejos geográficamente se desarrolle, pero condenan cualquier acción “terrorista individual” de los proletarios en revuelta en Chile, sumándose en los hechos al cacareo de la demás prensa burguesa y pacifista, que se arranca los cabellos cada vez que un puñado de seres humanos decide subirse al relámpago de la violencia. Son los que llaman a estructurar alianzas pluriclasistas, a formar bloques con la burguesía nacional o con las famosas Pymes (¡donde se superexplota a los trabajadores!), los que llaman a apoyar a la patria asesina de obreros contra el imperialismo. Ellos objetivamente están en contra de nuestra clase social, más allá de sus deseos e intenciones.
Nosotros entendemos que las minorías comunistas, deben desarrollar -junto a otras tareas, por supuesto- una prensa proletaria. Y prensa proletaria es aquella que denuncia a todas las fracciones de la clase dominante, y combate a todos los Estados; no apoya a unos menos imperialistas contra otros más imperialistas. Y es una prensa que lucha por potenciar medios de comunicación que propagandizen el programa de la revolución, que impulsen el internacionalismo. Que sean parte consciente y activa de una prensa comunista internacional, difundiendo las luchas actuales a la vez que reconstituyen los lazos de continuidad con los combates del pasado, rotos por las décadas de contrarrevolución triunfante. Y que sean un polo de reagrupamiento de los revolucionarios, los que bregan por la clarificación programática, y por lo tanto denuncian al capitalismo propiamente dicho, que no es sólo tal estado o tal “enemigo principal”, sino antes que todo una relación social de producción y de pillaje.
¡POR LA REVOLUCION PROLETARIA MUNDIAL!
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