(Para la memoria de las actuales luchas proletarias y estudiantiles, que agitan a varias ciudades del país.)
PROPAGANDA, GASOLINA Y BARRICADAS.
A Claudia López, quien siempre tuvo claro
quienes eran sus verdaderos amigos y compañeros.
Me acuerdo que allá por el año 1995, cuando recién entrábamos a clases después de las vacaciones de invierno en el Pedagógico, un grupo de compañeros decidimos organizar una salida a la calle, no recuerdo a cuenta de que fecha o coyuntura específica. El asunto es que nos contactamos, y organizamos los materiales necesarios en un casino abandonado que había en la cancha sur del campus. Éramos apenas diez compañeros, pero eso no importaba, pues en algunas ocasiones anteriores habíamos salido a la calle cinco o seis al principio, y luego se habían sumado muchos más estudiantes, encapuchándose y uniéndose a las barricadas, como había ocurrido en junio de 1994, al cumplirse otro aniversario de la matanza de Corpus Cristi. Hicimos un lienzo y las molotovs de rigor, y nos encapuchamos para combatir contra la policía. La mitad del grupo no eran del Pedagógico, y había una sola mujer, una compañera libertaria. Varios eran anarquistas, y otros, entre los cuales estaba yo, éramos marxistas[1], pero no teníamos problemas en luchar juntos, costumbre unitaria que venía de los tiempos de la RAE (Resistencia Autónoma Estudiantil)[2], y que luego se prolongó en el ámbito específico del Peda, con la existencia de la CRP (Coordinadora Revolucionaria del Pedagógico). Bueno, la cosa es que nos encapuchamos y salimos a la calle por la puerta que da a Macul y está cerca de avenida Grecia. Con nervios y rapidez, cortamos la calle, llantas encendidas y humo llenando la vista, y resistimos el primer embate de los pacos, con sus carros lanza agua y disparando lacrimógenas. Había pocas molotovs, y tuvimos que replegarnos y entrarnos. Pensamos brevemente que hacer, y nos fuimos a los pastos centrales, donde arengamos a los estudiantes y colgamos un lienzo en la biblioteca de la universidad (“¡Resistencia estudiantil de pie: Muerte o Victoria!”). Salimos de nuevo a la calle por la puerta principal, y otra vez nos enfrentamos al perraje uniformado. Otra vez nos replegamos. Un grupo de compañeras y compañeros andaba cerca de nosotros, pero no más de dos se habían encapuchado para sumarse. En todo caso, esa compañía nos ayudaría bastante en caso de cualquier cosa grave. Ya repelidos de ambas puertas del campus por los policías, se nos ocurrió algo desquiciado: en ese tiempo la universidad tenía una entrada de autos y un estacionamiento por la calle Doctor Johow (una parte del campus que después fue vendido y hoy está ocupado por edificios de departamentos), y decidimos salir a resistir y enfrentarnos con la represión por ahí. Llegamos al estacionamiento, agarramos tablones, andamios y cuanto escombro encontramos, y levantamos una barricada a lo ancho de la calle, al frente de unas casas que son parte de una de las zonas más cuicas de la comuna de Ñuñoa. Me acuerdo de un hueón que se venía bajando de su auto frente a su cuasi mansión, y al vernos se agarraba la cabeza con ambas manos: no podía creer que esos encapuchados estaban interrumpiendo la paz de su barrio. Otra vez llegaron los de fuerzas especiales, y otra vez a piedrazos contra ellos. Finalmente, nos replegamos y nos quitamos las capuchas dentro del Peda. Y mientras tanto, en los pastos centrales, un par de minas huecas cortaron y botaron el lienzo que habíamos amarrado (en realidad, los estudiantes indiferentes o reaccionarios son la mayoría del alumnado; los bichos raros son los que se organizan y luchan, y dentro de esa minoría, unos pocos mantienen su conciencia de clase y su actitud antagonista tras salir de la universidad). Y la chica Claudia López[3] y otra loca pusieron el lienzo de nuevo, y la chica increpó a las minas que lo habían votado. En ese tiempo yo hacía poco que conocía a la Claudia, pero me caía muy bien, y algunos meses después íbamos a comenzar a trabajar juntos en los espacios antiautoritarios de la lucha social. Pero –como dicen por ahí- esa es otra historia. (¿Por qué recordar una lucha “cualquiera”, unos pocos rebeldes en la calle, por qué no recordar otras revueltas mucho más masivas? Como las jornadas de los paros universitarios de 1997, con cientos de encapuchados en la avenida Grecia haciendo retroceder a la policía. ¿Y por qué no recordar cualquier ocasión, cuando nos convoca la organización de la rabia a enfrentar a los guardianes de la muerte cotidiana?).
Algunas reflexiones como epílogo: Desde inicios de 1990, algunos grupos e individualidades venían desarrollando la lucha callejera y la acción directa violenta y minoritaria en el complejo de Macul con Grecia, firmando con distintas siglas, las más comunes la A anarquista o la reivindicación del Cordón Macul (el Pedagógico, la Utem y el campus J. Gómez Millas de la Universidad de Chile). En 1993 se forma la ya nombrada RAE, al año siguiente nace la Federación Anarquista Libertaria, y a fines de 1995 se crea la CRP en las barricadas. En general, los que participaban en esos grupos eran partidarios de ir al choque frontal con los pacos, provocarlos, y no esperar a que ellos cargaran contra las manifestaciones, intervenir después y así justificar la autodefensa. Por esas “tácticas” que eran una verdadera posición de principios estos grupos eran ferozmente atacados por las juventudes de la izquierda universitaria, los Estudiantes por la Reforma (¡cómo alguien que se piensa puntudo puede reivindicar semejante nombre!) y luego por los eunucos de la ENU y el Frente Estudiantil “Revolucionario” (FER); estos últimos en uno de sus documentos internos criticaban a los grupos que optaban por “la lucha callejera de alta movilidad”, y la práctica de desarrollarla en distintos lugares de Santiago, o de traer apoyo externo, es decir estudiantes o amigos de fuera del Pedagógico. En cambio ellos proponían el crecimiento cuantitativo, el crecimiento del frente específico dentro de cada universidad, la lucha por las reivindicaciones específicamente estudiantiles (nada de “¡Libertad a los presos políticos!” o “¡Guerra al Estado!”), el correspondiente frente “revolucionario” en las poblaciones, las etapas, y por supuesto una dirección, entendida no como la direccionalidad de las luchas revolucionarias (combatir por la destrucción del estado y el capital), sino como un grupo de jefes (y quizá alguna jefa, como no) que mandaran sobre otros hombres y mujeres. Es decir las típicas políticas de la izquierda aquí y en todas partes, que median la lucha contra la burguesía, que apelan a sujetos sociales aclasistas (el pueblo), y juegan con la r de reformismo tratando de venderla como la R de la revolución. Y si de nombrar expresiones reformistas se trata, no hay que olvidar a la Surda (o abSurda, también conocida como la Cerda), organización que en varias universidades y territorios cumplió –y sigue cumpliendo- un destacado papel de vanguardia... de la contrarrevolución.
En todo caso, falta hacerles una crítica radical, comunista, a expresiones como el Cordón Macul o la CRP, para no caer en apologías de experiencias con sus propias limitaciones internas, limitaciones en el camino de la lucha revolucionaria. Aunque queda pendiente un balance y por lo tanto un análisis más exhaustivo, vayan aquí algunos apuntes para la necesaria crítica (y autocrítica):
-el champurreado ideológico, la toma de elementos del leninismo o del anarquismo o de filósofos más o menos radicales (Sorel o Foucault o ya en un terreno más políticamente correcto, Chomsky), sin profundizar, sin elaborar algo que podía ser novedoso, atractivo, y potencialmente subversivo, a la par que se iban afirmando cada vez más concientemente elementos como la práctica de la organización horizontal, la autonomía con respecto a los partidos de la izquierda y la extrema izquierda burguesa, y el antiautoritarismo (descontando a ciertos seres que caían en actitudes matonescas, machistas o se creían “líderes naturales” -¡puaj!)
-a pesar del discurso de subversión, de las consignas que apuntaban a la marginalidad y los sectores más explosivos del proletariado (aunque jamás se nombraba a la clase), no hubo esfuerzos reales por acercarse a otras luchas sociales más allá de las grandes movilizaciones tipo 11 de septiembre. Hay que hacer notar que cerca del llamado cordón macul existen barrios proletarios como Estadio 1, la Villa Olímpica, o un poco más lejos (a no más de 10 minutos en micro) la población Lo Hermida, todos territorios con tradición de lucha en los años de las protestas callejeras masivas contra la dictadura militar, e incluso desde antes en el caso de Lo Hermida (esta última población debe ser destacada por las luchas que los proletarios que vivían allí desarrollaron contra la represión del Estado en los años del "compañero" Allende).
-en un plano más humano, estos grupos se caracterizaban por una práctica muy centrada en la amistad, el carrete, el “pasarlo bien mientras se hace algo”, la desconfianza hacia quienes no eran del piño, y un desprecio por unir la teoría a las luchas concretas. Es decir, generaban y reproducían dinámicas de guetto.
-finalmente, la total ausencia de las luchas históricas del proletariado en el horizonte discursivo y agitativo de estos grupos, el hablar de las luchas populares, y jamás nombrar el combate por el comunismo, además de un internacionalismo que brillaba por su ausencia, salvo alguna que otra declaración o acciones directas, como cuando ocurrió la masacre de los guerrilleros que en Lima se tomaron la embajada de Japón.
Bueno, si algún compañero quiere leer algo más centrado en la CRP, una de las experiencias –con todos sus límites- más interesantes de esos años, puede conseguirse el paskín anarquista Todos Moriremos, número 4 (diciembre 2000), donde con el título “Crónica del Peda y los nuevos tiempos” se puede leer un emotivo (y por desgracia muy breve) texto sobre la coordinadora y sus luchas contra la policía y la izquierda burguesa.
A Claudia López, quien siempre tuvo claro
quienes eran sus verdaderos amigos y compañeros.
Me acuerdo que allá por el año 1995, cuando recién entrábamos a clases después de las vacaciones de invierno en el Pedagógico, un grupo de compañeros decidimos organizar una salida a la calle, no recuerdo a cuenta de que fecha o coyuntura específica. El asunto es que nos contactamos, y organizamos los materiales necesarios en un casino abandonado que había en la cancha sur del campus. Éramos apenas diez compañeros, pero eso no importaba, pues en algunas ocasiones anteriores habíamos salido a la calle cinco o seis al principio, y luego se habían sumado muchos más estudiantes, encapuchándose y uniéndose a las barricadas, como había ocurrido en junio de 1994, al cumplirse otro aniversario de la matanza de Corpus Cristi. Hicimos un lienzo y las molotovs de rigor, y nos encapuchamos para combatir contra la policía. La mitad del grupo no eran del Pedagógico, y había una sola mujer, una compañera libertaria. Varios eran anarquistas, y otros, entre los cuales estaba yo, éramos marxistas[1], pero no teníamos problemas en luchar juntos, costumbre unitaria que venía de los tiempos de la RAE (Resistencia Autónoma Estudiantil)[2], y que luego se prolongó en el ámbito específico del Peda, con la existencia de la CRP (Coordinadora Revolucionaria del Pedagógico). Bueno, la cosa es que nos encapuchamos y salimos a la calle por la puerta que da a Macul y está cerca de avenida Grecia. Con nervios y rapidez, cortamos la calle, llantas encendidas y humo llenando la vista, y resistimos el primer embate de los pacos, con sus carros lanza agua y disparando lacrimógenas. Había pocas molotovs, y tuvimos que replegarnos y entrarnos. Pensamos brevemente que hacer, y nos fuimos a los pastos centrales, donde arengamos a los estudiantes y colgamos un lienzo en la biblioteca de la universidad (“¡Resistencia estudiantil de pie: Muerte o Victoria!”). Salimos de nuevo a la calle por la puerta principal, y otra vez nos enfrentamos al perraje uniformado. Otra vez nos replegamos. Un grupo de compañeras y compañeros andaba cerca de nosotros, pero no más de dos se habían encapuchado para sumarse. En todo caso, esa compañía nos ayudaría bastante en caso de cualquier cosa grave. Ya repelidos de ambas puertas del campus por los policías, se nos ocurrió algo desquiciado: en ese tiempo la universidad tenía una entrada de autos y un estacionamiento por la calle Doctor Johow (una parte del campus que después fue vendido y hoy está ocupado por edificios de departamentos), y decidimos salir a resistir y enfrentarnos con la represión por ahí. Llegamos al estacionamiento, agarramos tablones, andamios y cuanto escombro encontramos, y levantamos una barricada a lo ancho de la calle, al frente de unas casas que son parte de una de las zonas más cuicas de la comuna de Ñuñoa. Me acuerdo de un hueón que se venía bajando de su auto frente a su cuasi mansión, y al vernos se agarraba la cabeza con ambas manos: no podía creer que esos encapuchados estaban interrumpiendo la paz de su barrio. Otra vez llegaron los de fuerzas especiales, y otra vez a piedrazos contra ellos. Finalmente, nos replegamos y nos quitamos las capuchas dentro del Peda. Y mientras tanto, en los pastos centrales, un par de minas huecas cortaron y botaron el lienzo que habíamos amarrado (en realidad, los estudiantes indiferentes o reaccionarios son la mayoría del alumnado; los bichos raros son los que se organizan y luchan, y dentro de esa minoría, unos pocos mantienen su conciencia de clase y su actitud antagonista tras salir de la universidad). Y la chica Claudia López[3] y otra loca pusieron el lienzo de nuevo, y la chica increpó a las minas que lo habían votado. En ese tiempo yo hacía poco que conocía a la Claudia, pero me caía muy bien, y algunos meses después íbamos a comenzar a trabajar juntos en los espacios antiautoritarios de la lucha social. Pero –como dicen por ahí- esa es otra historia. (¿Por qué recordar una lucha “cualquiera”, unos pocos rebeldes en la calle, por qué no recordar otras revueltas mucho más masivas? Como las jornadas de los paros universitarios de 1997, con cientos de encapuchados en la avenida Grecia haciendo retroceder a la policía. ¿Y por qué no recordar cualquier ocasión, cuando nos convoca la organización de la rabia a enfrentar a los guardianes de la muerte cotidiana?).
Algunas reflexiones como epílogo: Desde inicios de 1990, algunos grupos e individualidades venían desarrollando la lucha callejera y la acción directa violenta y minoritaria en el complejo de Macul con Grecia, firmando con distintas siglas, las más comunes la A anarquista o la reivindicación del Cordón Macul (el Pedagógico, la Utem y el campus J. Gómez Millas de la Universidad de Chile). En 1993 se forma la ya nombrada RAE, al año siguiente nace la Federación Anarquista Libertaria, y a fines de 1995 se crea la CRP en las barricadas. En general, los que participaban en esos grupos eran partidarios de ir al choque frontal con los pacos, provocarlos, y no esperar a que ellos cargaran contra las manifestaciones, intervenir después y así justificar la autodefensa. Por esas “tácticas” que eran una verdadera posición de principios estos grupos eran ferozmente atacados por las juventudes de la izquierda universitaria, los Estudiantes por la Reforma (¡cómo alguien que se piensa puntudo puede reivindicar semejante nombre!) y luego por los eunucos de la ENU y el Frente Estudiantil “Revolucionario” (FER); estos últimos en uno de sus documentos internos criticaban a los grupos que optaban por “la lucha callejera de alta movilidad”, y la práctica de desarrollarla en distintos lugares de Santiago, o de traer apoyo externo, es decir estudiantes o amigos de fuera del Pedagógico. En cambio ellos proponían el crecimiento cuantitativo, el crecimiento del frente específico dentro de cada universidad, la lucha por las reivindicaciones específicamente estudiantiles (nada de “¡Libertad a los presos políticos!” o “¡Guerra al Estado!”), el correspondiente frente “revolucionario” en las poblaciones, las etapas, y por supuesto una dirección, entendida no como la direccionalidad de las luchas revolucionarias (combatir por la destrucción del estado y el capital), sino como un grupo de jefes (y quizá alguna jefa, como no) que mandaran sobre otros hombres y mujeres. Es decir las típicas políticas de la izquierda aquí y en todas partes, que median la lucha contra la burguesía, que apelan a sujetos sociales aclasistas (el pueblo), y juegan con la r de reformismo tratando de venderla como la R de la revolución. Y si de nombrar expresiones reformistas se trata, no hay que olvidar a la Surda (o abSurda, también conocida como la Cerda), organización que en varias universidades y territorios cumplió –y sigue cumpliendo- un destacado papel de vanguardia... de la contrarrevolución.
En todo caso, falta hacerles una crítica radical, comunista, a expresiones como el Cordón Macul o la CRP, para no caer en apologías de experiencias con sus propias limitaciones internas, limitaciones en el camino de la lucha revolucionaria. Aunque queda pendiente un balance y por lo tanto un análisis más exhaustivo, vayan aquí algunos apuntes para la necesaria crítica (y autocrítica):
-el champurreado ideológico, la toma de elementos del leninismo o del anarquismo o de filósofos más o menos radicales (Sorel o Foucault o ya en un terreno más políticamente correcto, Chomsky), sin profundizar, sin elaborar algo que podía ser novedoso, atractivo, y potencialmente subversivo, a la par que se iban afirmando cada vez más concientemente elementos como la práctica de la organización horizontal, la autonomía con respecto a los partidos de la izquierda y la extrema izquierda burguesa, y el antiautoritarismo (descontando a ciertos seres que caían en actitudes matonescas, machistas o se creían “líderes naturales” -¡puaj!)
-a pesar del discurso de subversión, de las consignas que apuntaban a la marginalidad y los sectores más explosivos del proletariado (aunque jamás se nombraba a la clase), no hubo esfuerzos reales por acercarse a otras luchas sociales más allá de las grandes movilizaciones tipo 11 de septiembre. Hay que hacer notar que cerca del llamado cordón macul existen barrios proletarios como Estadio 1, la Villa Olímpica, o un poco más lejos (a no más de 10 minutos en micro) la población Lo Hermida, todos territorios con tradición de lucha en los años de las protestas callejeras masivas contra la dictadura militar, e incluso desde antes en el caso de Lo Hermida (esta última población debe ser destacada por las luchas que los proletarios que vivían allí desarrollaron contra la represión del Estado en los años del "compañero" Allende).
-en un plano más humano, estos grupos se caracterizaban por una práctica muy centrada en la amistad, el carrete, el “pasarlo bien mientras se hace algo”, la desconfianza hacia quienes no eran del piño, y un desprecio por unir la teoría a las luchas concretas. Es decir, generaban y reproducían dinámicas de guetto.
-finalmente, la total ausencia de las luchas históricas del proletariado en el horizonte discursivo y agitativo de estos grupos, el hablar de las luchas populares, y jamás nombrar el combate por el comunismo, además de un internacionalismo que brillaba por su ausencia, salvo alguna que otra declaración o acciones directas, como cuando ocurrió la masacre de los guerrilleros que en Lima se tomaron la embajada de Japón.
Bueno, si algún compañero quiere leer algo más centrado en la CRP, una de las experiencias –con todos sus límites- más interesantes de esos años, puede conseguirse el paskín anarquista Todos Moriremos, número 4 (diciembre 2000), donde con el título “Crónica del Peda y los nuevos tiempos” se puede leer un emotivo (y por desgracia muy breve) texto sobre la coordinadora y sus luchas contra la policía y la izquierda burguesa.
Algunos Insurreccionalistas
Notas:
[1] Es necesario definirse por posiciones clasistas, pero etiquetarse como marxista o anarquista sólo sirve para dividir a los proletarios en revuelta contra el capital, y encuadrarlos en alguna secta ideológica. Lo que importa es ser revolucionario, romper programáticamente con toda la izquierda reformista, organizarse y echarle más bencina al hoy incipiente fuego de la guerra social.
[2] La RAE se organizó a fines de 1993 con ánimos de ser una coordinadora de estudiantes revolucionarios de Santiago, partidarios de la acción directa, pero geográficamente se limitó a unos pocos complejos universitarios.
[3] La compañera Claudia López fue asesinada en las barricadas de La Pincoya por la policía, el 11 de septiembre de 1998, al cumplirse 25 años del golpe militar del 73.
[2] La RAE se organizó a fines de 1993 con ánimos de ser una coordinadora de estudiantes revolucionarios de Santiago, partidarios de la acción directa, pero geográficamente se limitó a unos pocos complejos universitarios.
[3] La compañera Claudia López fue asesinada en las barricadas de La Pincoya por la policía, el 11 de septiembre de 1998, al cumplirse 25 años del golpe militar del 73.