Días de furia, noches de rabia
La guerra social se expande y multiplica
La guerra social se expande y multiplica
Sobre los hechos acontecidos a raíz del día del joven combatiente
Nuevamente las calles del centro de santiago y de otras tantas
ciudades se vieron alteradas por el combate callejero producido por
cientos de jóvenes como también por la destrucción impetuosa de la
propiedad privada, el saqueo y el vandalismo, mientras la periferia se
mostró rebelde y furiosa, descargando su odio contra los cuerpos
policiales y los repugnantes periodistas. Todos ellos proletarios
asqueados de sus rutinarias vidas. Que muchos de estos rebeldes no se
planteen las garantías de este mundo y su innecesaria existencia se ve
como un mal presagio en el desarrollo del conflicto de clases.
Pero de momento las cosas están así, aunque de todas formas hemos
visto un incremento de los conflictos sociales y las acciones con una
mayor radicalidad, muestra de ello son todos los combates callejeros
que se han dado a raíz de una serie de expresiones de descontento y
rabia a consecuencia del llamado transantiago, una muestra más del
intento de la burguesía por captar la totalidad del tiempo de todos
los explotados e imponer de forma violenta el uso del automóvil,
invento que solo fomenta el individualismo burgués. Pero eso no fue
así ni será así, ya que los proletarios salieron a las calles y
defendieron con los hechos su malestar y rabia, con sus cuerpos, sus
piedras, sus molos y sus balas.
¿Pero que podemos esperar de esta grandiosa revuelta? TODO. Porque si
de ella no podemos esperar nada y nos conformamos con las manoseadas
reivindicaciones de sueldos dignos, educación publica de calidad o
transporte gratuito manejado por el Estado es mejor irnos a casa y
quedarnos sentados viendo tranquilamente la televisión.
Tanto los bombazos, los saqueos, las ráfagas de fuego y los
enfrentamientos con cócteles molotovs y piedras no son ajenos a este
día, ni a la revuelta estos hechos vienen dados hace siglos de
explotación y lucha, como muestra de rabia de todos los explotados
enfurecidos. Tampoco es como divulgan los medios mal llamado de
comunicación, llamando lumpen, vándalos o delincuentes a los propios
protagonistas de los conflictos, excluyéndolos de esa realidad de
combate, diciendo que ese escenario no les pertenece, pero no se dan
cuenta que la agudización de los conflictos y la creación de estos
mismos, los produce la propia clase, esos mismos que ellos llaman
lumpen, infiltrados o delincuentes y que todo lo que en lenguaje
comunicacional se llama destrozo, saqueo o violencia viene dado por
las propias consecuencias de esta misma situación.
Los medios de incomunicación idiotizadores mentales de las personas,
creadores de la llamada opinión publica, generan un pensamiento único
sobre los disturbios y sus consecuencias, de manera que llaman a
condenar satánicamente cada acto de violencia contra la policía y sus
carros policiales, esos mismos que pueden reventar y destrozar un
cuerpo con solo tocarlo, pero se horrorizan con el lanzamiento de
piedras. Esos mismos periodistas que no tienen asco en darle la mano a
los curas pedofilos y asesinos, siendo los primeros en señalar con el
dedo y su cámara todo rompimiento del orden social, hablando de la
delincuencia como un fenómeno separado de los conflictos sociales,
creando esa falsa dicotomía delincuencia-sociedad, pero esta es
mentira ya que esta es otra falsificación más propia de la sociedad
del espectáculo y los efectos de la “llamada” delincuencia son una
contradicción más de esta sociedad enferma que intenta justificar cada
acto a partir de los paradigmas de la sociedad de los responsables y
los bomberos moralistas.
Los medios solo hacen el ridículo aparte desinformar, haciendo creer
sus suspicacias al resto de la gente. Su juego mediático auspiciado
por el Estado, da sus frutos y con ello lleva a la cárcel a una
cantidad no menor de “posibles delincuentes” numero que será
acrecentado en grandes cantidades cuando el estado en el mes de junio,
apruebe la ley del menor, que “culpabiliza” a jóvenes de 16 años,
enviándolos directamente a la cárcel, aunque hace años ya lo esta
haciendo, este espectáculo, es la forma de validar sus actos
represivos ante la llamada opinión publica. Esa gente que cree
ciegamente los dichos de los canales televisivos y no tiene un dedo de
frente para entender lo que pasa, llegando a la estupidez máxima con
sus dichos contra los “vándalos”. Para esto, el Estado recurre a esa
gente, para que valide con sus dichos y sus actos, la persecución y la
represión contra todos los insubordinados, prueba de ello son los 2
compañeros aprendidos en la universidad tecnológica metropolitana
(UTEM), tras una salida callejera, aquel 26 de marzo, en vísperas al
día del joven combatiente, en donde estudiantes de ingeniería en
computación idiotizados con su afán de cuidar su universidad del
lumpen vandálico, entrega a estos dos jóvenes, encerrándolos en una
sala de dicha universidad. Universidad que por lo cual solo les hace
gastar sumas millonarias y despilfarrar años hermosos de sus vidas
para domesticarlos y entregarlos a la esclavitud asalariada llamada
trabajo. La universidades, las escuelas, los reformatorios, los
psiquiátricos y todas esas instituciones que intentar ser enclaves de
buena conducta, no pueden ser reformadas o retocadas sino que tienen
que ser destruidas, no existe universidad alternativa ni buena, solo
existe la que te educa para tu esclavitud.
Por eso nos sentimos con razón de criticar a quienes ante actos de
violencia, como ellos les llaman, han elegido acusar y criminalizar.
Solo les queda ahorcarse con sus propias corbatas de buenos
estudiantes ante que sean vapuleados por las hordas de bárbaros
insurrectos.
La revuelta, las acciones insurrectas de tipo individual o de forma
colectiva, no hacen más que devolver de poco en poco la vida a cientos
de miles de personas, rompiendo por escasos minutos la paz social que
les golpea con el cruel látigo del capital, mostrando alegría,
destrozos, pasión, y una nueva forma de relacionarnos. La revuelta no
es más que la recuperación de forma momentánea de nuestras vidas y la
destrucción de las relaciones mediadas por el capital.
Al fin de cuentas, la delincuencia pone de manifiesto la revuelta de
un sector explotado contra la sociedad de clases, mientras el sistema
tiene la necesidad de esconder sus contradicciones por medio del
“manejo” del fenómeno delictivo. En definitiva la delincuencia solo
muestra de manera explicita la propia lucha de clases.
Porque cada día es de combate contra el Estado y el Capital
Contra lo existente, sus defensores y falsos críticos
Guerra social
Nuevamente las calles del centro de santiago y de otras tantas
ciudades se vieron alteradas por el combate callejero producido por
cientos de jóvenes como también por la destrucción impetuosa de la
propiedad privada, el saqueo y el vandalismo, mientras la periferia se
mostró rebelde y furiosa, descargando su odio contra los cuerpos
policiales y los repugnantes periodistas. Todos ellos proletarios
asqueados de sus rutinarias vidas. Que muchos de estos rebeldes no se
planteen las garantías de este mundo y su innecesaria existencia se ve
como un mal presagio en el desarrollo del conflicto de clases.
Pero de momento las cosas están así, aunque de todas formas hemos
visto un incremento de los conflictos sociales y las acciones con una
mayor radicalidad, muestra de ello son todos los combates callejeros
que se han dado a raíz de una serie de expresiones de descontento y
rabia a consecuencia del llamado transantiago, una muestra más del
intento de la burguesía por captar la totalidad del tiempo de todos
los explotados e imponer de forma violenta el uso del automóvil,
invento que solo fomenta el individualismo burgués. Pero eso no fue
así ni será así, ya que los proletarios salieron a las calles y
defendieron con los hechos su malestar y rabia, con sus cuerpos, sus
piedras, sus molos y sus balas.
¿Pero que podemos esperar de esta grandiosa revuelta? TODO. Porque si
de ella no podemos esperar nada y nos conformamos con las manoseadas
reivindicaciones de sueldos dignos, educación publica de calidad o
transporte gratuito manejado por el Estado es mejor irnos a casa y
quedarnos sentados viendo tranquilamente la televisión.
Tanto los bombazos, los saqueos, las ráfagas de fuego y los
enfrentamientos con cócteles molotovs y piedras no son ajenos a este
día, ni a la revuelta estos hechos vienen dados hace siglos de
explotación y lucha, como muestra de rabia de todos los explotados
enfurecidos. Tampoco es como divulgan los medios mal llamado de
comunicación, llamando lumpen, vándalos o delincuentes a los propios
protagonistas de los conflictos, excluyéndolos de esa realidad de
combate, diciendo que ese escenario no les pertenece, pero no se dan
cuenta que la agudización de los conflictos y la creación de estos
mismos, los produce la propia clase, esos mismos que ellos llaman
lumpen, infiltrados o delincuentes y que todo lo que en lenguaje
comunicacional se llama destrozo, saqueo o violencia viene dado por
las propias consecuencias de esta misma situación.
Los medios de incomunicación idiotizadores mentales de las personas,
creadores de la llamada opinión publica, generan un pensamiento único
sobre los disturbios y sus consecuencias, de manera que llaman a
condenar satánicamente cada acto de violencia contra la policía y sus
carros policiales, esos mismos que pueden reventar y destrozar un
cuerpo con solo tocarlo, pero se horrorizan con el lanzamiento de
piedras. Esos mismos periodistas que no tienen asco en darle la mano a
los curas pedofilos y asesinos, siendo los primeros en señalar con el
dedo y su cámara todo rompimiento del orden social, hablando de la
delincuencia como un fenómeno separado de los conflictos sociales,
creando esa falsa dicotomía delincuencia-sociedad, pero esta es
mentira ya que esta es otra falsificación más propia de la sociedad
del espectáculo y los efectos de la “llamada” delincuencia son una
contradicción más de esta sociedad enferma que intenta justificar cada
acto a partir de los paradigmas de la sociedad de los responsables y
los bomberos moralistas.
Los medios solo hacen el ridículo aparte desinformar, haciendo creer
sus suspicacias al resto de la gente. Su juego mediático auspiciado
por el Estado, da sus frutos y con ello lleva a la cárcel a una
cantidad no menor de “posibles delincuentes” numero que será
acrecentado en grandes cantidades cuando el estado en el mes de junio,
apruebe la ley del menor, que “culpabiliza” a jóvenes de 16 años,
enviándolos directamente a la cárcel, aunque hace años ya lo esta
haciendo, este espectáculo, es la forma de validar sus actos
represivos ante la llamada opinión publica. Esa gente que cree
ciegamente los dichos de los canales televisivos y no tiene un dedo de
frente para entender lo que pasa, llegando a la estupidez máxima con
sus dichos contra los “vándalos”. Para esto, el Estado recurre a esa
gente, para que valide con sus dichos y sus actos, la persecución y la
represión contra todos los insubordinados, prueba de ello son los 2
compañeros aprendidos en la universidad tecnológica metropolitana
(UTEM), tras una salida callejera, aquel 26 de marzo, en vísperas al
día del joven combatiente, en donde estudiantes de ingeniería en
computación idiotizados con su afán de cuidar su universidad del
lumpen vandálico, entrega a estos dos jóvenes, encerrándolos en una
sala de dicha universidad. Universidad que por lo cual solo les hace
gastar sumas millonarias y despilfarrar años hermosos de sus vidas
para domesticarlos y entregarlos a la esclavitud asalariada llamada
trabajo. La universidades, las escuelas, los reformatorios, los
psiquiátricos y todas esas instituciones que intentar ser enclaves de
buena conducta, no pueden ser reformadas o retocadas sino que tienen
que ser destruidas, no existe universidad alternativa ni buena, solo
existe la que te educa para tu esclavitud.
Por eso nos sentimos con razón de criticar a quienes ante actos de
violencia, como ellos les llaman, han elegido acusar y criminalizar.
Solo les queda ahorcarse con sus propias corbatas de buenos
estudiantes ante que sean vapuleados por las hordas de bárbaros
insurrectos.
La revuelta, las acciones insurrectas de tipo individual o de forma
colectiva, no hacen más que devolver de poco en poco la vida a cientos
de miles de personas, rompiendo por escasos minutos la paz social que
les golpea con el cruel látigo del capital, mostrando alegría,
destrozos, pasión, y una nueva forma de relacionarnos. La revuelta no
es más que la recuperación de forma momentánea de nuestras vidas y la
destrucción de las relaciones mediadas por el capital.
Al fin de cuentas, la delincuencia pone de manifiesto la revuelta de
un sector explotado contra la sociedad de clases, mientras el sistema
tiene la necesidad de esconder sus contradicciones por medio del
“manejo” del fenómeno delictivo. En definitiva la delincuencia solo
muestra de manera explicita la propia lucha de clases.
Porque cada día es de combate contra el Estado y el Capital
Contra lo existente, sus defensores y falsos críticos
Guerra social